Maritza estaba cansada por todos los atrevimientos de Ágata, cuando bebía se volvía especialmente fastidiosa, apenas llevaba unas cuantas copas de champaña y ya esta haciendo de las suyas, reía a carcajadas convirtiéndose en un escándelo total, coqueteaba con todo el mundo de la manera más sutil hasta la más descarada, solo aquellos que la conocían bien y no estaban dispuestos a comprarle sus mentiras la veían con desagrado, a ella no le importaba que esos hombres estuvieran casados, si era así mejor, provocarle dolor a las mujeres era su deporte favorito.
—Jajajaja ¿enserio crees que me veo como una chica de veinte años? Jajaja.—exclamó Ágata esponjándose como un pavo real.
—Hablo en serio jaja, tu piel es tersa como la de una jovencita de quince años.—le dijo Malcolm, un hombre de cincuenta años quién no dejaba de mirarle los pechos, parecía que entre tantas carcajadas, estos se saldrían algún día, este hombre era un libidinoso, al igual que todos los que le hacían caso.
Malcolm estaba casado con Casandra Manoban una mujer quince años mayor que él, Malcolm se había unido a ella en matrimonio por su dinero, era un don nadie cuando lo conoció, trabajaba para ella como su chofer y ella cometió la desgracia de enamorarse de ese hombre interesado, ella era consciente de las múltiples infidelidades de su marido, pero ya era una mujer de la tercera edad, no quería morir sola , así que cambio de su compañía, soportaba todas esas humillaciones.
Casandra miraba con dolor aquellos infames coqueteos, apretaba su copa con frustración, deseando que pararan antes de que su corazón terminara de romperse, Ágata era consciente de eso y más se acercaba a Malcolm, solo para hacerla sufrir un poco más.
—Oh…Malcolm…no otra vez.—se dijo así misma Casandra mientras contenía las lagrimas.
—¿Como es posible que estes casado con esa anciana? ¿No te da asco dormir con ella?—le preguntó Ágata aprovechando que estaba solos y ella los miraba a la distancia.
—Por supuesto que me da asco, ya no es lo que era antes, me casé con ella cuando yo tenía veinte años, ella tenía treinta y cinco, nunca fue agraciada, pero era joven y estar con ella era más soportable, intenté dormir en camas separadas, pero ella me rogó para que no durmiera lejos de ella, deberías ver como se arrastra para que no la deje jajaja, es realmente patética.—le dijo Malcolm mientras se reían de ella.
—Pobre de ti…seguro que no la haz pasado muy bien.—le dijo Ágata mientras se mordía los labios.
—¿Y que hay de ti? ¿Amas a tu marido?
—Por supuesto, es guapo, tiene buen cuerpo y además me cumple todos mis caprichos, es muy generoso y soy la luz de sus ojos.—expresó ¿Agata con orgullo.
—Parece que es un hombre perfecto jajaja, te faltó decir que es bastante ingenuo¿enserio no se da cuenta de las múltiples veces en las que le haz sido infiel?
—Ni una sola vez, estoy segura de que si vamos al jardín y hacemos cositas, nunca se enterará ¿quieres ir?—le preguntó Ágata con emoción y Malcolm aceptó de manera inmediata y se fueron de manera discreta para cometer su fechoría.
Primero se fue Ágata y después de unos escasos minutos, Malcolm la siguió, Casandra no podía permitir que ellos se vieran otra vez, así que los siguió sin que ellos se dieran cuenta, el jardín de los Monte velo era enorme, por un momento creyó que se había perdido, angustiada y con el corazón palpitándole como un loco, se resignó a encontrarlos y cuando estaba decidida a irse, los ruidos de los infieles le helaron la sangre.
Casandra caminó lentamente y asomó sus ojos abriendo camino entre la espesura de los enormes arbustos, los sonidos empapados de pasión que su esposo y esa mujer emitían eran simplemente detestables, los ojos de Casandra se llenaron de lágrimas al ver como Malcolm mantenía agachada a ágata mientras hacía de todo con ella, fue un gran dolor para Casandra encontramos así, ágata pudo ver entre las aventuras que ella los estaba observando y le sonrió cínicamente y Casandra se horrorizó.
—Oye…parece que tu esposa disfruta de lo que hacemos jajaja, es una morbosa entrometida.—le dio ágata agitada mientras Malcolm se separaba de ella con las mejillas enrojecidas y cuando estaba dispuesto a enfrentar a Casandra no la alcanzó porque ella salió corriendo de ahí.
—¡Casandra! ¡Ven aquí ahora mismo!
—Lastima que nos interrumpió, ya tengo que irme, mi esposo se va a preocupar.
—¿Qué? Pero…aun no termino…
—Lo siento, será para la próxima.
—Pero…
—Adiós Malcolm, buen intento, quizá ya estes comenzando a tener disfunción o algo así, no sentía nada, que perdida de tiempo.
Malcolm se quedó frustrado y pateó los arbustos lleno de rabia, culpaba a Casandra de todo eso.
—Maldita anciana decrepita…me las vas a pagar…
Maritza estaba buscando a su hijo para que él y su padre pudieran decir unas palabras antes del gran banquete y cuando salía a echar un vistazo por el jardín chocó con Casandra, la pobre estaba deshecha y lloraba como una mártir.
—¡Auch!
—Lo siento…
—¿Casandra? ¿Estás bien? ¿Que te pasa?—le preguntó Maritza desconcertaba, pues Casandra estaba hecha un mar de lagrimas.
—No quiero hablar ahora, por favor déjame ir.—Casandra se sacó de Maritza y se fue corriendo para marcharse de ahí, enseguida, encontró a Ágata quien venía caminado a lo lejos acomodándose el vestido, tenía las mejillas coloradas y cuando sus miradas se encontraron, Ágata la vio y le guiñó el ojo mandándole un beso y entró a la fiesta por otro lado.
Eso llenó de rabia a Maritza y la hizo odiarla aun más.
—Esa maldita…—Malcolm venía detrás de Ágata y Maritza le clavó los ojos y caminó furiosa hacía él agarrando del traje sacudiendo varias veces.
—Maritza ¿que pasa?—le preguntó Malcolm nervioso.
—¿Que te pasa ti descarado in fiel? ¿Estabas con esa mujer verdad?
—¿Qué? ¿De que estás hablando?
—Se acuesta con medio mundo…ojalá te peque la gonorrea.—le dijo Maritza apretando los dientes y lo dejó ahí parado lleno de miedo.