Aquella pregunta fue realmente imprudente, aun así, Antonella no dejó a la vista sus verdaderos sentimientos, Maritza creyó que la pregunta de Sophia había removido heridas que aun no sanaban en Antonella, así que cambió radicalmente de tema.
—Ya, no es necesario hablar de esto, son acusaciones serias, independientemente de lo mal que nos cae esa mujer, no podemos decir que ella hizo algo tan horroroso, discúlpate Sophia, fue un comentario desagradable.—le exigió Maritza mirándola con ojos amenazantes que expresaban su molestia.
—Ay, es verdad jejeje, lo lamento, discúlpame, no debí expresarme de esa manera, lo siento.—confesó Sophia avergonzada.
—Estoy segura de que su intención no fue mala, la verdad es que…la muerte de mi madre es un misterio, desde que Ágata apareció…ella enfermó de gran manera, lo lamento, no me conocen y no quiero agobiarlas con mi dolor.—expresó Antonella con lagrimas en los ojos causándole pena a las aristócratas.
—Dios, no linda, no estas sola, puedes confiar en nosotras, quizás este no es el lugar para desahogarte no dejes que esa mustia te vea derrotada, no le des el gusto.—le dijo Abigail mientras le cortaba la espalda.
Agata las miraba confundida, se comía las uñas tratando de leerles los labios.
—¿De que diablos están hablando esas perras? No logro escuchar nada…malditas desgraciadas ¿qué? ¿Ahora son amigas? Estúpidas a mí jamás me aceptaron en su circulo y a esa mal nacida la rodean como si fuera la abeja reina…—se decía ágata acomplejada.
Durante la velada, ninguno de los solteros le quitaba la mirada de encima a la hermosa Antonella, ya nadie se acordaba de Ágata, pues a su lado parecía una mujer vulgar y artificial, pues nada en ella era natural, su cuerpo estaba invadido por el Botox y la silicona, además de su pésimo gusto para vestirse, parecía que siempre quería lucir como una cabaretera, pues el dinero no compraba el buen gusto ni la educación.
Pues no solo Antonella se convirtió en el nuevo centro de atención, si no que incluso los hombres casados no se resistían y más de una vez se encontraban mirándola completamente perdidos en su exquisita feminidad, Andres no sabía como abordarla, siempre estaba rodeada de personas que la adulaban y le sacaban platica de la nada.
Había llegado el momento en el que Maritza debía ofrecer su regalo a sus invitados, la pieza en la que había estado practicando todo este tiempo, el violonchelo estaba listo para ser tocado por ella y así poder deleitar a los presentes con su talento, los nervios no se hicieron esperar, Maritza sentía que el corazón se le salía por la garganta, sintió mil emociones en el momento en el que vio a toda la multitud acercarse tras el llamado de su esposo.
—¡Atención! Esta noche no podía ser perfecta sin que mi esposa nos deleitara con una pieza magnifica, la cual ha estado practicando desde hace varios meses solo para endulzarnos los oídos, espero puedan ser transportados al mejor de los sueños pacíficos con el gran talento de Maritza, adelante cariño, el escenario es todo tuyo.—le dijo Hector con una sonrisa y todos aplaudieron emocionados.
—Los rumores dicen que Maritza es un genio con el Violonchelo, sus manos delicadas y sus dedos largos y delgados tienen la habilidad de seducir a sus oyentes con las sutiles y apasionadas notas que estos producen, nació con el don de la musica, es lo que todos dicen, sin embargo, dudo mucho que la naricita y egocéntrica de ágata vaya a permitir que su enemiga se lleve todo el crédito, aunque ella no posé nada bueno, estoy segura que seria capaz de subirse a la mesa y desnudarse con tal de recibir algo de atención, vive de los elogios y la aprobación masculina, es su pan de cada día y su postre, ver como las otras mujeres mueren de celos, y si sus víctimas son hombres casados, mejor, me pregunto que hará esa desgraciada.—pensó Antonella en sus adentros mientras aplaudía junto a todos los demás invitados.
—Les agradezco a todos por los elogios, debo confesarles que estoy algo nerviosa, aunque no es la primera vez que toco delante de nuestros amigos, me da cierto nerviosismo aun jajaja, espero les guste la melodía.
Maritza se preparaba para tocar el violonchelo y entonces, vio a Ágata colocarse justo al lado de su esposo y se recargó en su hombro con malicia y movió sus labios dejando a Maritza llena de rabia.
—Me lo comeré esta noche…—externó Ágata en susurros.
Maritza respiró profundamente y trató de que no le afectara demasiado, odiaba tanto a Ágata que si pudiera, la ahorcaría delante de todos, Maritza tomó asiento, junto a ella estaban otros instrumentos que los músicos tocaban durante la velada, violines, arpas y flautas, además de un saxofón que erizaba la piel de quienes lo escuchaban.
Y entonces comenzó a tocar endulzando los oídos de todos los presentes.
—Entonces era verdad, sus manos realmente son mágicas, casi me hace sentir algo de paz…—exclamó Antonella mientras la miraba.
—¿Es realmente fantastica verdad? Mi madre nos transporta al paraíso cada vez que toca, además disfruta lo que hace, siempre creí que ella debió dedicarte a la musica.—le dijo Andres mientras se acercaba a Antonella poniéndose justo a su lado.
—Lo es, Maritza es realmente talentosa.—exclamó Antonella dibujando una sonrisa en su rostro.
—Creí que no vendrías, me dio gusto verte, bueno, de alguna manera mi madre se emociona cuando te ve, lo he notado.—le dijo Andres con alegría.
—Ustedes son una familia acogedora, no me hubiera perdido esta fiesta por nada del mundo.
Eliza se hundía en sus propios celos, temblaba de coraje al verlos sonreír como si fueran amigos de toda la vida.
—¿por que a mi no me sonríe igual? ¿Por que la busca con tanto empeño? ¿Que tiene ella que no tenga yo? Mi cabello es rubio, todos aman a las rubias, soy modelo, soy hermosa, yo no fui criada en un internado, tengo educación, tengo padres, ella es una extraña, no sabemos nada de ella, excepto que es una psicópata asesina, ella mató a nuestra madre, y ahora viene hacerse la víctima, ¿quiere ser la heroína de mi propia historia? Ja, no lo permitiré, ella es la villana, un personaje secundario que no tiene importancia, Andres es mío…yo lo vi primero…