Ella salió de entre la multitud como un ángel que había escuchado los ruegos de aquella alma desamparada, Maritza nunca abrió la boca, sin embargo, sus ojos reflejaban un profundo desespero, el pánico se había apoderado de ella, debido a la presencia de Samuel quién la veía fijamente, su intención nunca fue llevarla a ese punto, pero era inevitable que no salieran a relucir aquellos sentimientos que había reprimido desde hace tantos años, pero entonces Antonella llegó a su rescate y sacó el barco a flote una vez más, la bella Antonella agarró el violín y tocó de manera magistral dejando a todos con la boca abierta, incluyendo a Ágata y Eliza, quienes no podían creer lo que estaba sucediendo.
—¿En que momento se volvió un prodigio para la musica? ¿Por qué nunca mencionó nada? ¿Por qué todo el mundo la ovaciona? ¿Por qué? ¿Por qué? —se preguntaban sus enemigas quienes no resistían que ella fuera ele entro de atención.
Maritza y Antonela cruzaron miradas y se sonrieron con complicidad, dando rienda suelta a sus manos y dieron juntas el espectáculo de aquella noche, estremecían el alma de los presentes, quienes aplaudieron complacidos ante semejante muestra de talento.
Maritza estaba maravillada por aquella magnifica sorpresa.
—Si que eres un estuche de monerías.— se dijo en sus adentros mientras tocaba el violonchelo con singular alegría.
Maritza no era la única que admiraba a Antonella, desde esa noche, Hector y Andres se maravillaron aún más de ella, pensaban que no podía ser más interesante.
—No sabía que tu hija era tan talentosa.—le dijo Hector a Octavio mientras este aplaudía lleno d orgullo.
—Es igual a su madre, Ángela también tocaba el violín, era maravillosa, pero honestamente nuestra hija la superó, estoy seguro de que ella sonríe desde el cielo.
—Estoy seguro de que si, apuesto que Antonella se convertirá en la soltera más codiciada de la ciudad, pronto recibirá muchas propuestas de matrimonio, vete preparando para que alguno de los que están aquí te llamen suegro jajaja.— le dijo Hector mientras regresaba la mirada hacia ella.
—Supongo que será inevitable, jajaja, me pregunto a quien elegirá ella, espero que a ninguno y quiera quedarse en casa para siempre jajaja.
—Eres un celoso jajaja.
El ambiente se sintió oscuro gracias al aura podrida de Eliza y Ágata, quienes se cocan en pensamientos horribles hacía ella.
—Ella no es tu hija papá…yo soy la única hija que tienes, así fue toda mi vida… ¿por que tienes que llamarla hija ahora? Mérala…es una intrusa…¿por que la miran así? ¿Por que sonríen y la admiran como si fuera una estrella? ¿Por qué brilla tanto? Su luz me parece molesta…la odio…—exclamó Eliza en sus adentros mientras apretaba los dientes con mucha fuerza.
Sus ojos se desviaron a Andres y al verlo con esa cara, ella se quebró, Andres parecía otra persona, los ojos le brillaban como dos estrellas en la madrugada, sonreía sin pena alguna, aplaudiendo lleno de admiración y completamente encantado por ella.
—No…no la mires a sí…yo también soy asombrosa…solo debes prestarme más atención…por favor…deja de mirarla así que no lo soporto…me duele…—siguió hablando Eliza en sus pensamientos y al verlo tan cautivado expresó en voz alta.—Es una irrespetuosa, era el momento especial de tu mamá y ella se lo robó, mira, todos le aplauden y eso debería ser solo de tu madre.
—Yo no lo veo así, para mi madre, Antonella la salvó de un momento difícil, mira como sonríe, mi mamá esta feliz de compartir este momento con ella.—le dijo Andres sin quitarle los ojos de encima a ellas.
Eliza no pudo hacer que Andres la odiara, pero no se rendiría, cuando volteó a ver a Ágata, se sorprendió de lo mal que s encontraba, estaba que se la llevaba el diablo, le clavaba los ojos como si fueran dos escopetas apunto de fusilarla, se le notaba en la cara lo mucho que odiaba a su sobrina.
—Mamá…
Ahora se como te sientes, Antonella es una mustia, una mujer que solo quiere robarnos lo que nos pertenece, te prometo que no dejaré que se salga con la suya.
En ese mismo momento, Eliza agarró desprevenido a Andres y lo tomó de la cara con sus sucias manos y le plantó un beso para que Antonella y todos en la fiesta los vieran, Andres se quedó perplejo y la pieza musical había terminado finalmente, Maritza se sorprendió mucho con la actitud atrevida de Eliza y las miradas se desviaron hacia ella.
—Eliza…—exclamó Octavio extrañado, pues ella era muy tímida y reservada.
—¿Pero que mierda Eliza?—expresó Ágata con una expresión de desagrado.
Mírate, eres idéntica a tu madre, te crió una serpiente y ahora eres una de ellas, tienes que humillarte con este tipo de actos que solo te dejan mal parada, pobre Eliza, me das tanto sueño, lastima que me causas pereza, si no te prestaría algo de atención, ya que por lo visto, de eso pides tu limosna, si supieras que ese chico no me interesa en lo absoluto.
—Eliza ¿que haces? —le preguntó Andres con molestia.
—Lo siento, no me pude resistir ¿estás enojado?
—No vuelvas hacerlo, ya te dije que solo te veo como una amiga.—le dijo Andres mientras este se limpiaba la boca dejándola con el corazón comprimido.
—Pues no voy a rendirme, te amo, sé que tu me amarás algún día.
—Ya basta Eliza.—continuó él con fastidio y se alejó de ella dejándola sola.
Trató de no ser tan evidente, ya que no quería dejarla en evidencia, el ridículo ya lo había hecho, pero no quería despreciarla delante de todos, así que hizo lo que pudo.
Todos se acercaron felicitarlas y elogiarlas, estuvieron rodeadas de halagos por un buen rato, hasta que por fin pudieron zafare un rato.
—Wuao, no puedo creer lo que acaba de pasar jaja, estoy tratando de procesar ese momento, fue increíble, muchas gracias, por un momento me quedé en shock.—exclamó Maritza sacudiendo al cabeza.
—¿Ahora se siente mejor?—le preguntó Antonella con seguridad.