Viuda negra

Una alianza peligrosa.

Escuché todo lo que Antonella tenía que decirme, traté de que mi cara no reflejara mi asombro, ella se estaba sincerando conmigo, sabía que Ágata era un monstruo, pero jamás imagine que llegaría tan lejos, tenía tantas preguntas por hacerle y para ser honesta, no entendía el cien por ciento de lo que me estaba pidiendo, ser su aliada tenía un significado aun más grande del que imaginaba, ella me estaba diciendo con esta confesión que confiaba en mí, yo era una de las pocas personas en las que podía depositar semejante venganza y asentí con la cabeza sin reparo.

—¿Estás asustada por lo que te dije? Aun no te cuento toda la historia, estas en tu derecho de negarte, ser mi aliada implicará sacrificio y mucho silencio, pero te he observado y se que tu también la odias, ágata persigue a tu hijo y a tu marido y eso te molesta, sé que en el fondo, tu también quieres destruirla.

—No es eso…siento que estoy hablando con una persona diferente, no me mal entiendas, sigues siendo educada he inteligente, pero tu tono de voz cambió ligeramente, también tu mirada y hasta el ambiente se respira diferente, este…¿este es tu verdadero yo?—le preguntó Maritza mientras fruncía el ceño.

Antonella sonrió ligeramente y se inclinó un poco hacia ella.

—Veamonos mañana y entonces si dejaré que conozcas a mi verdadero yo.

—Esta bien, aunque esto ha sido inesperado, se reconocer a una mala persona cuando la veo y tu no eres como ella, ágata merece ser castigada y no dudo que tienes razones de sobra para querer hacerlo, estaré encantada de conocer a la verdadera Antonella y charlar con ella mañana, te daré la dirección de un lugar no tan concurrido, es un café y será cómodo hablar ahí.

—De acuerdo, te aconsejo que te retoques los labios antes de reincorporarte a la fiesta, nos vemos después.—sugirió Antonella mientras ambas se ponían de pie.

—¡Antonella!—exclamó Maritza de manera inmediata y añadió.—gracias por guardar el secreto, aprecio mucho que no quieras usar esto para perjudicarme.

—No es gratis, es un intercambio que nos beneficia a ambas, mi silencio por una alianza con la enemiga de mi enemiga, eso te convierte en mi amiga.—le dijo ella sonriendo.

—Tienes razón, seré lo más discreta posible, otra vez gracias.

Maritza salió de ahí limpiándose los labios y para su mala suerte, se encontró con Eliza, quien la estaba buscando para hablar con ella, sabía que la mirada que le había dado cuando besó a Andres no había sido la de una madre feliz y quería disculparse con ella y explicarle que sus sentimientos por su hijo eran sinceros, además quería ganarse su favor a como diera lugar, pensaba que si se ganaba a Maritza, abogaría por ella con su hijo para convencerlo de ser algo más que solo amigos.

Así que se la topó de frente y casi chocaron.

—¡Ay!—amabas emitieron un sonido de susto.

—¡Señora Maritza! Lo lamento ¿se encuentra bien? No la vi yo la estaba…buscando…—declaró Eliza con voz baga, pues la luz dejó en visto las manchas rojas de labial en la barbilla y la zona de la boca de Maritza y esta se incomodó tapándose la boca con discreción.

—Con permiso, tengo que ir al baño.—dijo Maritza con gran desinterés.

Eliza se quedó pasmada y su mala conciencia la hizo imaginarse cosas de más y cuando dirigió la mirada al frente se percató de que Antonella estaba caminando hacia ella, pero Antonella se frotó la parte inferior de los labios por que le había dado comezón, a lo que Eliza le dio rienda suelta a su imaginación y miró a su hermana con desprecio.

—Eres una sucia Antonella…—Eliza caminó hacía su hermana y la confrontó balándola del brazo con fuerza sacándola de donde se encontraba y llevándola a un lugar apartado.

—¿A que se debe esto? ¿Tu madre te enseñó a ser tan descortés?—le preguntó Antonella al mirar como la trataba.

—Ven acá…

—Suéltame, no tientes a la suerte.—le dijo Antonela parándose en seco.

—¿Que estaba haciendo?

—¿Qué?

—No trates de hacerte la tonta ¿que estabas haciendo?—la interrogó Eliza parándosela enfrente.

—Mejor dime que crees que esta haciendo, te plantas delante de mí como si fuéramos iguales, eres una grosera.

—Claro que no somos iguales, yo no soy una mujer sucia como tú.

—Ja, no cabe duda de que ese mujer te contagio de todas sus manías, eres igual de desagradable que ella.

—Te vi…no creas que tu oscuridad se quedará oculta por siempre, tarde o temprano te voy a delatar.

—¿De que estás hablando niña?

—No finjas demencia, estás advertida.—le dijo Eliza y se dió la media vuelta, pero Antonella la detuvo balándola del brazo.

—No se que demonios te picó, pero ten cuidado de amenazarme, ya esta claro que aun que tenemos la misma sangre, tu estás del lado de mis enemigos, eres igual que ellos, mantente al margen o te incluiré en la sorpresa que les tengo preparada.—le dijo Antonella mirándola fijamente.

—Haz lo que quieras, no te tengo miedo, podrás engañar a mi padre y todo el mundo, puede que ante sus ojos seas la mujer perfecta, pero se que eres la villana de esta historia, no vas a destruir a mi familia, estábamos bien sin ti.

Antonella se percató de que Andres se había dado cuenta de que ambas estaban ahí en el jardín, se quedó parado pensando que esta había sido una buena oportunidad para que las hermanas se conocerán mejor y pensó en dejarlas hablar, pero cuando vio que Eliza estaba alzando la voz a Antonella, él decidió intervenir y se acercó a ellas.

—¿por que no me dices de una vez todo lo que piensas de mi Eliza?

—Por supuesto que lo haré, eres una mujerzuela, una mujer de la calle, asquerosa y ruin, ya veo por que mis padres te abandonaron en ese internado, estábamos bien sin ti, nadie te extrañaba, vulgar y sucia bruja, crees que te ganarás el favor de todos con tu cara bonita, pero no, jamás te amaran como a mí, tu no eres de la familia y…

—¡Eliza ya basta!—exclamó Andres furioso y la agarró del brazo y la alejó de Antonella.




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