Viuda negra

Bajo tu sombra.

La forma en la que la miraba como si no valiera nada, como si fuera una basura, Eliza jamás había visto esa expresión en su rostro, sus bellas facciones estaban endurecidas, fruncía el ceño y se distanciaba de ella acercándose más a su hermana, como si la repudiara, los ojos de Eliza se llenaron de lágrimas, se sentía expuesta, avergonzada, la estaba encarando el hombre al que amaba, la señalaba mientras la corregía, su dedo se sentía igual que una daga, sus palabras le atravesaban el alma.

—¿Acaso no sientes pena por la forma en la que le hablas? ¿Crees que puedes salirte con la tuya?—le cuestionaba Andres enardecido.

—Pero no es lo que piensas…ella…—Andres la interrumpía acortando las palabras.

—¿Siempre haz sido tan perversa? ¿Como puede salir veneno de tus labios? Jamás pensé decir esto, pero me decepcionas, creí que eras diferente, vámonos Antonella, no tiene por que seguir escuchando cosas tan crueles.

Andres tomó la mano de Antonella y se la llevó de ahí dejando a Eliza petrificada, esta en shock, no sabía como reaccionar y entonces, mientras Antonella iba de la mano con Andres, Eliza abrió los ojos de golpe, al ver como su hermana voltea hacia atrás dibujando una sonrisa burlona en su rostro.

—No…no se suponía que esto debía ser así, yo soy la heroína de esta historia, soy la buena del cuento…Antonella es la villana ¿que no las villanas siempre pierden? ¿Acaso el príncipe no es el que elige a la princesa y la defiende de sus enemigos? ¿Por que las cosas suceden al revés? No es justo…esto no Iberia ser así.

Eliza ve como su amado se aleja de su vista y esta aprieta los puños con fuerza y el odio despierta aun más fuerte dentro de ella.

—Esto no se va a quedar así…te juro que pagaras por esto, me encargaré de demostrarle a todos tu verdadera cara…no me arrebatarás lo que es mío…

Eliza se dispuso a convertirse en la razón de perdida de Antonella, la despreció hoy más que nunca, la sospecha dentro de su corazón aumentó y cueste lo que cueste, le revelaría al mundo lo desvergonzada que era su hermana.

Mientras caminaba, se encontró con Ágata, quién esta persiguiendo a Andres para seducirlo y ver si esta noche por fin caía entre sus brazos, esta algo pasada de copas y su aliento era espantoso, Octavio la estaba buscando para llevársela a casa, pues ya estaba siendo demasiado irreverente.

—Mierda ¿donde esta ese bombón? ¿Por que es tan escurridizo? Pareciera que esta huyendo de mí ¿que no sabe lo feliz que puedo hacerlo? Una vez que pase la noche conmigo no querrá soltarme jamás jaja, solo necesito encontrarlo para tirármele encima, ay como me gustaría hacerlo mío…—se decía Ágata mientras se mordía los labios.

Y de repente, ella y Eliza se cruzaron, al verla con lagrimas en los ojos y temblando de coraje, Ágata se quedó sorprendida.

—Eliza ¿Que haces aquí? Creí que ya te habías ido a casa, eres tan introvertida que nadie nota tu presencia.

—Mamá…—Eliza se abalanzó a los brazos de Ágata y esta hizo cara de fastidio, pues Eliza se soltó a llorar amargamente.

—¿Que pasa? ¿Por que estás llorando? Mamá tiene algo de prisa jeje.—declaró Ágata tratando e quitársela de encima.

—Tenías razón…

—Claro que tenía razón, espera ¿de que hablas?

—Tenías razón sobre esa mujer…¡Antonella es una perra! Me hizo quedar mal delante de Andres, quiere quitármelo, se hace la mosca muerta para causarle lastima, es una maldita trepadora, es verdad, quiere arrebatárnoslo todo, a él, a mí padre y nuestros amigos, vino a robarse todo, la odio…—exclamó Eliza llena de resentimiento.

—Ya, ya, deja de llorar que te hincharás y te pondrás más fea, por fin abriste los ojos, es verdad, Antonella es una bruja perversa que quiere destruirnos y robarnos lo que nos pertenece, es muy mala y merece ser castigada.

—¿Y que podemos hacer? La quiero fuera de nuestras vidas, todo era mejor cuando no estaba…—insistía Eliza entre lagrimas.

—No te preocupes, encontraremos la forma de hacerle pagar por su insolencia, déjamelo a mí, esa maldita cara por su propio píe.

—La detesto, quiero que se muera…

—Lo sé, yo también, no sabes el gusto que me da saber que la haz descubierto, creí que yo era la única que podía ver su verdadera forma, tu padre es un hombre débil y ciego, debemos convencerlo de que esa mujer no es de fiar, convenzámoslo de que es el demonio y entonces así terminará odiando a esa bruja, debes convertirte en una mujer dispuesta hacer lo que sea con tal de vencer a su enemiga ¿serás capaz de hacer cualquier cosa con tal de desaparecerla de nuestras vidas?—le preguntó Ágata mientras le susurraba al oido, sus ojos brillaban en al oscuridad, como dos carbones encendidos.

—Si, haré lo que sea para que se largue.—le respondió Eliza furiosa.

—Muy bien, esa es mi niña, es lo que quería escuchar, ya tendremos la oportunidad de destruirla, no otras seremos su karma.

—Gracias por entenderme mamá, eres la mejor…

—Lo sé.

—Lamento mucho que Eliza te vea con recelo, creo que en el fondo es muy insegura y es evidente que te tiene celos.—expresó Andres con pena mientras los dos estaban sentados en una banca frente a una fuente con luces cálidas.

—¿Y de que me tendría envida mi hermana? Viví como una huérfana, aislada de todo, crecí sintiéndome abandonada, sola, no regresé por que mi padre me lo pidiera, lo hice por que lo extrañaba, quería conocer a mi hermana y me he llevado una terrible sorpresa, ella me odia profundamente, así que no entiendo que me envidia, ella lo tiene todo, el amor de sus padres, nunca se sintió perdida ni desplazada ¿que puede envidiarme?

Andres sintió una profunda compasión por Antonella y este hizo lo inesperado.

—No digas eso, eres una mujer valiente, inquebrantable, admiro tu tenacidad y la forma en la que haz dejado atrás el pasado, después de todo lo que tu familia te hizo, es decir, yo nunca los habría perdonado, pero tú…tu eres diferente, tu corazón es noble, si Eliza te envidia es por que sabe que jamás será con tu.




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