Andres no era desagradable, quizás en otra vida hubiera disfrutado aquel beso, era un joven de aspecto pulcro y perfecto, su cabello era rubio y sus ojos tenían un azul precioso, su piel era blanca y sonrosada y era más alto que yo, no parecía tener ninguna cicatriz, olía bastante bien, a colonia cara y lujosa, era educado y millonario, el partido perfecto para cualquier mujer ambiciosa, pero no era Kim, no podía evitar compararlo con todos los hombres con los que había estado, sus ojos rasgados eran todo en lo que pensaba cuando mis labios tocaban los de algún hombre extraño, sin duda Kim no era el el mejor partido, un asesino a sueldo, lleno de cicatrices internas y externas, mal humorado, adicto al cigarro, padecía de insomnio severo, mal hablado, corto de paciencia y además éramos signos contrarios, pero era mi Kim y eso lo hacia perfecto para mi.
A pesar de todo lo que había conseguido y considerarme una mujer hábil he inteligente, no podía decir que era del todo valiente, estoy enamorada de mi guardaespaldas y solo puedo expresarme así de él en secreto, pensar en que Kim pueda corresponderme me llena de ansiedad, jamás podría soportar la gritas que su rechazo le causarían a mi corazón ¿y si para él solo soy su familia? ¿Que pasaría si solo me ve como una hermana? Eso es lo que me frena para ser completamente honesta con él.
Las fisuras de su rechazo, la respuesta que me de a mi confesión marcarían la forma en la que nos veríamos después de eso, no quisiera sacrificar lo que tenemos ahora por mi falta de profesionalismo, juramos que jamás nos enamoraríamos de alguien y eso debe incluirnos a nosotros también, nuestra mayor prioridad es la venganza, después de eso…no vivimos para nada más.
Antonella había cerrado los ojos pensando en todo lo anterior, el corazón le latía con rapidez y esto le hizo creer a Andres que ella no se había ofendido por haberla besado de sorpresa, al verla tan hermosa he indefensa, no pudo evitar besarla de nuevo.
—Espera…—susurró Antonella colocando su mano en el pecho de Andres para frenar su pasión.
—Oh, lo lamento, lo siento mucho, me deja llevar, debes pensar que soy un aprovechado.—le dijo Andres lleno de vergüenza, él no solía ser así, normalmente era reservado tranquilo, pero Antonella le gustaba mucho y no había podido resistirse, al tenerla tan cerca, solo se dejó llevar por sus sentimientos.
—Esta bien, solo que no me lo esperaba.—contestó Antonela mientras fingía estar apenada y se tapaba los labios con los dedos.
—Perdón por ponerte en una situación vergonzosa, no pensé que esto pasaría, pero creo que debo ser sincero con lo que siento, desde la primera vez que te vi, me pareciste una mujer muy hermosa, además de que eres inteligente y culta, creo que todo empezó cuando supe lo que tu familia te había hecho, no pude evitar Pen ser en ti desde entonces, me daba rabia la manera en la que Agata y Eliza se expresaban de ti, no podía concebir que te odiaran tanto y que tu padre lo permitiera sin decir una sola palabra, pensé que estaba sola y desamparada, tienes un buen corazón y solo quieres recuperar el tiempo perdido, aunque tu padre ahora parece otra persona y se ve cautivado por ti, debo confesar que no es el único que se siente de esa manera.
—Pero no me conoces.—le dijo Antonella mirándolo a los ojos.
—Entonces quiero conocerte.—le respondió él de manera inmediata.
El ambiente se sentía romántico y ligero, Andres era un hombre hermoso, no sería difícil fingir que le correspondía, siempre y cuando ella tuviera en claro que solo era una estrategia para ridiculizar a Eliza y a Ágata, cualquier cosa que hiciera por fastidiarlas valía completamente la pena, aun si eso implicaba pasar el rato con el chico perfecto.
—¿Estás seguro?—le preguntó Antonella mientras le tomaba la mano.
—Completamente.
—Esta bien.—le dijo ella dibujando una sonrisa ligera en el rostro.
—¿De verdad?—le preguntó Andres con los ojos brillantes, Antonella le parecía un sueño.
—Si, soy un poco tímida para estas cosas, pero podemos conocernos mejor.
—¡Entonces sal conmigo por favor¡—exclamó Andres con entusiasmo.
—¿Que?
—Se mi novia, te prometo que te cuidaré bien y no te lastimaré.
—¿Pero que esta diciendo este niño?—se preguntó Antonella en sus adentros y luego externó abiertamente.—¿No crees que es demasiado rápido? Deberíamos salir un tiempo y ver si realmente quieres que seamos una pareja.
—Tienes razón, entonces te veo mañana, pasaré por ti a tu asa y te llevaré a un lugar especial donde podremos pasar la tarde.
—Me parece bien, entonces te veo mañana.—le respondió Antonella mientras se ponía de pie.
—¿Ya te vas?
—Si, después del altercado con mi hermana, lo mejor será que me vaya a mi casa, no quiero desairarla más con mi presencia.
—¿Que? No, si ella no se siente cómoda aquí que se vaya, tu no tienes por que irte, yo quiero que estes aquí.—expresó Andres indignado.
—Eso díselo a Ágata también, desde que llegué no me dirige la palabra.
—Te aseguro que si se meten contigo, se las verán conmigo, no dejaré que nadie se sobre pase contigo, te prometí que te cuidaría bien y voy a cumplir con mi palabra.
—Eres muy dulce.—Antonella se pegó a su pecho y se hundió en él mientras Andres se quedaba perplejo, esta irrevocablemente enamorado de ella, de una manera fugaz y rápida, como si hubiese sido amor a primera vista.
—Ya te lo dije, estás segura ahora.
—Ay Andres, cast más rápido de lo que pensé, para mi suerte eres un poco ingenuo, aunque eso no te quita lo valiente y caballeroso, es una lastima que en el futuro te vaya a romper el corazón, pero no es personal, realmente me caes bien y creo que eres atractivo, no será difícil besarte ni acariciarte, serás una de mis cartas para desestabilizar a ese par de urracas, por desgracia Eliza decidió jugar en mi contra y eso le saldrá muy caro, ene cuanto a ti, traté de no ser tan dura contigo.—se dijo Antonella en sus adentros y él la abrazó con fuerza.