Viuda negra

Celos y rabia

Kim no era precisamente un hombre educado, aun no era un bandido retirado, seguía siendo un asesino asueldo, aunque solo trabajara para Antonella, decir que era su guardaespaldas era mejor a decir que era su matón, sus ojos parecían los de un lince acechando a su presa en medio de la noche, le brillaban como a los de un asesino eufórico.

—¿Por que ese pedazo de mierda esta agarrándole las manos a la señorita? ¿Quien diablos le dijo que puede estar tan cerca de ella?—se preguntó Kim antes de que su cuerpo se moviera impulsado por los celos y entonces los separó.

—No me importa lo que digan, si se trata de ti, estoy dispuesto a desairar a quien sea, quiero llevarte a casa.—le dijo Andres con una sonrisa dulce y Antonella sonrió también.

—No será necesario.—respondió una voz gruesa y masculina, Antonella volteó instantáneamente al sentir que alguien jalaba su brazo, se trataba de Kim quién le clavaba la mirada a Andres.

—Kim…

—Yo la llevaré a su casa.—expresó con una notoria molestia.

—¿Quién eres tu?—le preguntó Andres mirándolo de arriba a bajo.

—Lo mismo te pregunto yo a ti princesa.—exclamó Kim entre gruñidos dejando Andres con el ceño fruncido.

—¿Sabías que e sude muy mala educación interrumpir una platica privada, gárgola?

Ambos se fulminaron con la mirada, Andres lo miraba como si fuera un orangután furioso y Kim como un muñeco patético de aparador.

—Muy bien, creo que empezamos con el pie izquierdo jeje, Kim, él es Andres Monte velo, el único hijo de Maritza y Hector, los anfitriones de esta fiesta, Andres, él es Kim Seojun, mi amigo y guardaespaldas.

—¿Guardaespaldas? ¿Él?—Era evidente que ellos no se habían caído nada bien.

—Ya nos vamos.—dijo Kim de manera tajante y agarró a Antonella de la mano y se dieron la vuelta y mientras se alejaban, Andres se quedó con la mano extendida deseando que ella regresara.

—¡Espera!—

— ¡Te veré mañana! —le gritó Antonella volteando hacia él ligeramente.

—¿Que clase de guardaespaldas es ese tipo? Parece un mercenario…—pensó Andres mientras lo veía con desagrado.

—No lo puedo creer…(voz chillona y emocionada) Kim me esta agarrando la mano jejeje…mi corazón late con tanta fuerza que estoy segura que puede escuchar como golpetea…esa intromisión fue lo máximo.

—¿Por qué ese bastardo le agarraba las manos? ¿Que no sabe que si toca la basura con los dedos le saldrán verrugas?

—¿Qué? Jajaja, deberías felicitarme, el hijo de los Monte velo puede ser una pieza fundamental de mi juego de venganza.—expresó Antonella sonriente.

—¿Ese muñeco de aparador? Ja, ¿en que podría beneficiarle relacionarse con él? Se ve que tiene las manos lisas y que nunca ha tomado una escoba, mucho menos un arma, tiene toda la pinta de ser un inútil y un mimado.

—Vaya, si que te calló mal.

—Tengo un radar para detectar estúpidos, enloqueció en cuanto lo vi.

—Jajaja, el pobre tiene buen corazón, será una lastima romper algo tan puro, seguro que me iré al infierno.

—¿Qué? ¿Piensa quedárselo?

—Era él o su padre, el chico calló más rápido de loq eu creí.

—Pero…¿de verdad es necesario que se involucre con él?—le preguntó Kim inconforme y soltó la mano de Antonella.

—Ágata y Eliza están enamoradas de él, lo usaré para ponerlas en su lugar, haré que se sientan incapaces de ser felices con el hombre que quieren, no sabes lo frustrante y doloroso que es eso para una mujer.

—Para mí también…—declaró Kim entre dientes dejando a Antonella súpita.

—¿Que? ¿Tu por qué?

—¿Yo? Bueno pues…es que…

Ambos se miraron fijamente mientras sus corazones atan desesperadamente, como si estuvieran apunto de declararse.

—¿Si?

—¡Pues porque a mi me toca seducir a la araña esa!—respondió Kim con la cara roja.

—Ah, es por eso, supongo que a ti te tocó la peor parte…

—Claro que me tocó la peor parte, aborrezco a esa mujer tanto como usted.

—Como sea, me dieron ganas de beber un trago.—exclamó Antonella adelantándose y dejándolo a tras.

—¿A donde va?

—Voy a casa.

—Yo también¿por que se adelanta?

—Por que tu eres demasiado lento.

—¡Cleo que no!

Kim corrió hacia donde estaba Antonella y la cargó de sorpresa sosteniéndola en sus brazos, esta acción dejo a nuestra protagonista completamente sonrojada, de hecho ambos lo estaban.

—¿Que haces? ¡Bájame! Es vergonzoso…

—Eso le pasa por decir que soy lento.

—pero si lo eres…—balbuceó Antonella sumergida en sus pectorales.

—Siga hablando y le daré de comer en la boca.

—Ay…

Por otro lado, Andres había quedado flechado y no había nada que pudiera hacer para defenderse.

—Hijo ¿donde estabas?—le preguntó Héctor, al verlo tan de buen animo.

—Nada, solo tomaba aire fresco jeje.

—Eliza estaba llorando ¿sabes que le pasó?

—Estaba maltratando a su hermana, la puse en su lugar, eso es todo.

—¿Qué? Pero Eliza es una niña muy dulce, no lo puedo creer ¿estás seguro?

—Tan seguro que yo mismo escuché todos los insultos que salían de su boca, ella y su tía son igual de malvadas, te lo dije, no deberíamos relacionarnos con esa familia, especialmente con ellas dos.

Andres se fue dejando a su padre muy pensativo.




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