Viuda negra

Odio profundo

Ágata iba perdiendo terreno poco a poco, muy pronto vería su completa caída, Antonella caminaba por las calles con un precioso vestido blanco entallado, el cual dejaba ver su figura de reloj de arena, Maritza ya se encontraba esperándola en su café favorito, llevaba unos lentes de sol y se los quitó lentamente en el momento en el que vio que Antonella se acercaba.

—No puede ser…

—¿Quién esa mujer tan elegante?

—¿Será una estrella de cine?

—No lo sé, quizás es la esposa de algún millonario, es guapísima.—se decían las personas que al veían por la calle.

Cundo Antonella vio a Maritza dibujó una sonrisa en su rostro.

—Llegaste temprano.

—¿Siempre recibes este tipo de atención? Todo el mundo nos está mirando ahora.

—Dejaran de mirarnos pronto, la gente se aburre rápido.—le contestó Antonella mientras tomaba asiento.

—¿Te gusta el expreso?

—No, lo pedí solo para despertarme, pasé una noche fatal, en parte fue por culpa del remordimiento…no debí besar a Samuel.

—¿Sigues enamorada de él?

—No lo sé, ya no sé ni que pasa conmigo, debe ser la menopausia, cuando lo vi estar por al puerta, sentí que el mundo se me venía encima, no podía dejar de pensar en todo lo que vivimos juntos, en todo lo que pudimos ser, él fue mi primer amor, no puedo dejar de pensar en como hubiera sido mi vida si me hubiera casado con él.

—¿Estás arrepentida?

—Creo que una parte de mi si lo esta y eso me hace sentir como una miserable, una infiel malagradecida, Hector no es un mal esposo, jamás me ha puesto una mano encima, es generoso y tengo una vida más que cómoda gracias a él.

—¿No lo amás?

—Creo que estoy confundida.

—Eso es malo, deberías decidirte, entre el hombre que crees que has amado durante toda tu vida o tu esposo, el hombre que te ha dado la vida que tienes ahora.

—No es tan fácil, solo puedo pensar en los labios de Samuel y lo bien que me sentí entre sus brazos, pero luego me viene la imagen de Hector a la cabeza y me siento confundida, no se merece que le haga esto.

—Quizá deberíamos beber algo más fuerte que un expreso.

—¿Tu tampoco pudiste dormir?—le preguntó Marita mientras la miraba con detenimiento.

—Yo nunca duermo, lo haré hasta que mi venganza este completa.

—Es extraño, pero siento que estoy sentada con una Antonella diferente a la que todos conocen, supongo que es por que ahora eres sincera, eres tu misma.

—¿Y eso te asusta?

—No, solo me intriga, tengo curiosidad de saber quien eres en realidad.

—Soy una víctima que no se quedará de brazos cruzados hasta ver que todos los enemigos de mi madre caigan a mis pies, les aplastaré la cabeza hasta cortarles la respiración, lo ultimo que verán será el suelo donde se arrastran suplicando misericordia.

—¿Por que odias tanto a Ágata? Perdón, creo que todos la odiamos, pero ¿que fue lo que ella te hizo en realidad, me dijiste que ella fue la culpable de la muerte de Ángela ¿por que?

—Por que ella la asesinó.—externó Antonella con seguridad.

—¿Qué?

—Ágata envenenó a mi madre con esa famosa sopa, se mudó a nuestra casa cuando la salud de mi madre desmejoró, Octavio estaba cansado de cuidar de ella y además su salud iba en declive, pero esa maldita se le metió entre los ojos, convencido a ese estúpido en que su compañía la ayudaría a mejor un poco y él la dejó mudarse con nosotros, sin darse cuenta le dio todo el control de la casa, Octavio correo a todas las enfermeras, dejó de llevarla a mi madre al medico y se la entregó a esa bruja, la asesinó en sus narices, pero esta demasiado ocupado acostándose con ella que no lo notó, no tuve ninguna oportunidad de salvar a mi madre, era tan débil, me golpeaba hasta el cansancio, me dejaba encerrada para que no pudiera hacer nada, vi como la asesinaba y no pude hacer nada…—expresó Antonella con un odio profundo.

—Solo tenías cinco años…—le dijo Maritza con lagrimas en los ojos y añadió.—¿que podías hacer?

—Octavio me dejó en sus manos y ella hizo lo que quiso conmigo, la fastidie a tal punto que conciencia a mi padre de que era una malcriada y me mandaron tan lejos como pudieron, sin visitas, sin nadie que pedirá creer lo que contaba y soy lo que soy gracias a ellos, ellos me formaron, crearon su propia destrucción.

—¿Por que ensuciarte las anos? ¡No vale la pena que los asesines!.

—¿Ensuciarme las manos? Ja, yo no haré nada, al menos no directamente, ellos se destruirán solos, se destruirán unos a otros mientras los observo, esa será mi venganza, el día en el que vea caer a esa maldita familia feliz, solo así podré decir que he vengado a mi madre.

—¿Todo este tiempo has estado planeando todo por ti sola?

—No estoy sola, Kim esta conmigo.

—¿Quién es Kim?

—Él es mi familia, lo único que tengo en esta vida, lo más preciado, mi amigo y mi complice.

—¿Y que puedo hacer por ti? ¿Como puedo convertirme en tu Alida para destruir a esa arpía?

—Hagámosla pensar que ya ganó, dejemos el tablero listo para mover su pieza cuando llegue el momento oportuno, ese momento esta más cerca de lo que cree.

—¿Y que hay de Eliza? ¿Ella pagará igual que Octavio y Ágata?

—Ella tendrá que decidir de que Aldo estará, no pienso tenerle compasión a un clon de esa bruja.

Mientras Maritza y Antonella discutían sobre su plan para hacer caer a ágata y su padre, Eliza las miraba de incógnito, tenía puesta una peluca negra y unos lentes de sol enormes, no lograba escuchar su conversación, pero si se hacía su propia versión de las cosas.

Una vez que Antonella dejó de hablar, Maritza tomó sus manos y le dijo cuanto sentía el dolor por el que había pasado y entonces Eliza les tomó varias fotografías fuera d contexto.

—Lo sabía…mi sospecha era cierta, ustedes dos son amantes…Andres sabrá de esto y entonces te despreciara…jajaja,




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