Ágata nunca había tenido tanto calor en su vida, no entendía el por qué, había aire acondicionado, no se había ejercitado, pero lo tenía a él enfrente.
—No puede ser…esta apunto de terminar su serie de ejercicio ¿que voy hacer cuando se vaya? No quiero que se vaya…piensa Ágata piensa….
Kim estaba recogiendo sus cosas y cuando estaba por irse, ágata exclamó.
—¡No te vayas!
Kim sonrió d lado y frunció el ceño, volteando desinteresadamente hacia donde estaba su víctima.
—¿Que quieres?
—¿Podrías llevarme a casa?
—¿Que hay de tu esposo? ¿No puedo pasar por ti?—le preguntó con una actitud ruda y ella más se derretía.
—¡No! No pudo, esta trabando…además… no traigo mi carro.
—Mentirosa, vi cuando llegaste en tu auto negro de lujo.—se dijo Kim en sus adentros.
—Yo no tengo auto, uso motocicleta ¿esta bien para una señora de tu clase?
—¡Es perfecto!
—Muy bien, espérame en recepción, me ducharé y te veré ahí.
—Lo haré…dijo ella embelezada.
Kim se fue a las regaderas y ella lo siguió discretamente, quería verlo y no tenía control de sus impulsos, así que entró a las regaderas y se aseguró de que no hubiera nadie para descubrirle, pero para su mala suerte, Kim tenía todo calculado y cuando ella estaba por abrir la ultima regadera, Kim la roció con una manera cegadora por completo y ella salió de ahí a toda prisa.
—¡Ay! Malditas fugas, estuve apunto de ver el paraíso y me sucedió esto…es una pena…
Ágata se tubo que ir a regañadientes a la recepción y esta toda empapada, las personas la miraban extrañados y ella trataba de verse lo más alineada posible para cuando Kim regresara.
Al cano de unos minutos, él volvió y pasó de largo.
—Sígueme.
—Ah…si.—Ágata se fue detrás de él pensando que era un patán, pero no podía dejar de seguirlo.
Al ver su motocicleta ella quedo admirada, era muy sexy que ese jovencito tuviera algo así, esta ansiosa de ver hasta donde podía llegar con él, así que una vez que él se subió, ágata lo abrazó de la cintura y este se fue a toda velocidad quemando llanta.
—¡Ay! ¿Por que vamos tan rápido?—le preguntó ella asustada mientras le enterraba las uñas en el vientre.
—Me gusta la velocidad ¿a ti no?
—¿No tienes miedo de que te atrape la policía?
—No, huiremos de ellos en cuanto nos vean.
—¿Que?
Kim estaba actuando como un desgraciado, quería que ágata lo aborreciera para no tener que seducirla y así dejar la idea de meterse con ella, pero Agata parecía estar encantada con él y eso lo enloquecía de rabia.
—No te llevaré a tu casa, tengo hambre, invítame a comer.—le dijo el deseando que ella lo odiara, pero para su sorpresa aceptó.
—¡Si! Vayamos a comer algo.
—¿Que diablos tengo que hacer para que me desprecies maldita araña?—se preguntaba Kim con frustración.
Así que la llevó a un bar de mala muerte para ver si así podía asustarla.
—¿Donde estamos?
—Es mi lugar favorito ¿no te gusta?
—Se ve de mala muerte… ¡me encanta!
—¿no te asusta?
—¡No, es perfecto! Siempre quise venir a un ligar como este, viajar en motocicleta, meterme en problemas.—decía Ágata entre suspiros.
—¿Meterte en problemas?
—¡Si! Soy una chica rebelde jajaja.
—Muy bien desgraciada, veamos si estás tan feliz después de esto.—se dijo en sus adentros Kim y después añadió.—¿enserio eres una chica mala? Entonces asaltemos este lugar.
—¿Qué?—la expresión de Ágata cambió de golpe a uno muy serio y angustiado, Kim sonrió pensando que por fin lo había conseguido y ella miró a todos lados y tragó saliva.
Había muchos hombres toscos y enromes, motociclistas de mala muerte y además el cantinero tenía un rifle pegado en la pared como trofeo y un letrero que decía “le perfora el cerebro todo aquel que intente robarme”
—Lo sabía, no tienes el cara…—Ágata lo interrumpió mirándolo fijamente.
—Hagámoslo.
—¿Que dijiste? —los ojos de Kim se abrieron sorprendidos, no podía creer lo que escuchaba.
—Tu dime como les quitaremos todo ese dinero.—dijo ella sin pestañear.
—Espera…
—Tengo una idea…—dijo ágata con una sonrisa maliciosa y añadió.—yo haré el alboroto y tu les robaras el dinero.
—No…
—¡Oigan bien malditos malandros! ¡Este hombre sexy de aquí cree que son unos mariquitas y además dijo que les robaría todo su dinero sin llevarse un solo rasguño jajaja!
Un gran silencio se apoderó del lugar y de repente un hombre que estaba vendiéndose una cerveza, rompió la botella contra la mesa y con las pues en la mano dijo:
—¿Enserio dijiste eso?
—Y además dijo que huelen a pañal mojado…
—¡Maten a ese estudio y así madre!—griparon todos furiosos.
—¿Dijo su madre? ¡No soy su madre malditos!
—¿Que hiciste tonta?—gritó Kim mientras la cargaba como un costal.
—¡Te di una mano! ¡Ahora son todos tuyos!—gritó Ágata mientras lo encerraba con todos esos dementes y atrancó bien la puerta, para esperarlo desde afuera.
—Maldita loca…
—Oye tu niño bonito estas muerto, te dejaron encerrados con nosotros jajaja.
Kim volteó hacia ellos y dijo con una mirada asesina.
—No, ustedes se quedaron atrapados conmigo.