Viuda negra

Fastidio pasional

Aquel encuentro tubo un final sangriento, los pobres motociclistas se quedaron encerrados con un experimentado asesino a sueldo, Kim claro que recibió muchos golpes, pero ellos quedaron inconscientes bajo sus pies, había sangre y dientes por donde quiera, Ágata se tapaba los oídos pensando que el pobre de Kim estaba en el cielo con sus antepasados, pero de pronto la puerta se abrió de golpe, Kim la había abierto de una patada.

—¡Eres tu! ¡Gracias al cielo estas entero! ¿Que pasó con todos esos maleantes?—le preguntó Ágata intentando armarse.

—Será mejor que no mires, vomitarías con todo lo que dejé ahí.—le dijo Kim mientras la jalaba del brazo.

—No puede ser…¿hizo todo esto por mí? Debió enfurecer cuando escuchó que esos corrientes me confundieron con su madre…ay por Dios…esto es tan romántico…—se dijo ágata en sus adentros y la cara se le puso tan roja que sentía que flotaba.

—Larguemonos de aquí, me urge darme otra ducha.

—Eh, si…

Ágata y Kim se fueron de aquel lugar mientras ella se aferraba a su cintura completamente embelesada.

—Él es tan masculino, es un hombre de verdad…no puedo creer que este con él en estos momentos…

Por otro lado, la hora de la cita con Andres había llegado, el quería pasar por ella a su casa, pero Antonella se negó, no quería que él y Kim se encontraran, así que quedó de verse con él en un restaurante muy bonito que era como un enorme jardín con mesas al aire libre, Andres esta muy nervioso y emocionado, ya había aceptado que Antonella le gustaba y quería que todo fuera perfecto.

Mientras llegaba, Antonella no dejaba de pensar en Kim y el corazón se le encogía.

—¿Por que no habrá llegado a casa? Él nunca se entretiene, tampoco me dijo que se vería con alguien ¿estará bien? ¿Se habrá ido a comer? No…siempre come conmigo…¿será que salió con una chica?—la ansiedad se apoderó de Antonella y se vió tentada a llamar, pero él no atendía el teléfono, se le había olvidado en el gimnasio.—¿por que no responde?

Miles de imágenes se le vinieron a la cabeza y pensó en lo peor.

—No….él no es de los que ve a esa clase de chicas… ¿o sí?

Andres la vio a lo lejos y el corazón comenzó a brincarle como un siervo en primavera, para Andres, Antonella era la mujer más hermosa que había visto en su vida.

—Antonella…—Andres se puso de pie enseguida, con el rostro iluminado.

—Andres, eres muy puntual, llegué antes de la hora y aun así fuiste el primero en llegar.—le dijo ella con una sonrisa.

—No me atrevería a dejarte esperando, no en nuestra primera cita.—dijo emocionado.

—Creo que se lo tomó muy enserio, no sé si es tierno o molesto.—pienso Antonella en sus adentros.

—¿Que te gustaría tomar?

—Un chocolate caliente por favor.

Andres dibujó una sonrisa en su rostro y soltó una risita involuntaria.

—¿Que pasa?

—Creo que eres muy tierna.

—No lo creo, pero gracias.—definitivamente este hombre es un algodón de azúcar, parece que se derrite al primer contacto…es tan diferente a Kim.—pensó Antonella dejando escapar un suspiro.

Durante toda la conversación, Antonela ignoraba a Andres y solo pensaba en Kim ¿donde estaría? ¿Con quién pasaba el rato? Y le aterraba que la autora de su ausencia fuera una mujer, pues ella no sabía que Kim había salido con Ágata.

—¿Hay algo que te preocupe?

—¿Que?

—Tienes un semblante de caído, además suspiras cada dos minutos ¿quieres hablar de algo? ¿Te han lastimado otra vez?

—Son Ágata y Eliza, siguen odiándome, creo que no fue una buena idea regresar, he pensado seriamente en volver.—le dijo ella safándose de que la había descubierto en su pena.

—¡No¡ no digas eso…no tienes que volver…—exclamó Andres tomándole la mano.—tu llegada ha sido una bendición, tu padre está muy feliz de tenerte cerca, Eliza y Ágata tendrán que aprender a respetar el hecho de que tu también eres hija de Octavio, mereces estar a su lado, les guste o no, además…estoy feliz de conocerte.

Mientras ellos hablaban, Eliza por fin dio con su ubicación y se llenó de ira al ver como estaba tomados de la mano, así que se acercó a ellos y agarró un vaso de jugo de naranja de la mesa por la que pasaba y se lo vació en la cabeza a Antonella.

—¡Eliza! ¿Qué demonios te pasa? ¿Estás loca?—la interrogó Andres furioso.

—¡Aléjate de esta zorra! Es una maldita enferma…—expresó Eiza apretando los dientes.

—¿Por que hiciste eso? ¿Que demonios haces aquí?

—Tu no quieres abrir los ojos…pero yo te enseñaré la clase de basura que es ella, tengo todas las pruebas de que esta bruja y tu madre son ….¡amantes!

—¿Qué? Pero que…—Andres no podía creer lo lejos que había llegado Eliza, esta apunto de explotar.

Antonella la miró con una mirada fiera, estaba enojada de que le hubiese vaciado el jugo encima, pero se tragó su coraje y se dijo en sus adentros.

—Caiste en tu propia trampa Eliza, a partir de ahora, el amor de tu vida te odiará profundamente, tú sola decidiste meterte en mi juego.—pensó Antonella mientras observaba todo.

—¡Aquí tines las pruebas! He estado siguiendo a Antonella y a tu madre durante un tiempo, mira las fotos por ti mismo Andres…

Eliza le entregó sus supuestas pruebas y Andres vio las fotos, Antonella y su madre estaba tomadas de las manos, abrazándose, y charlando, no había nada que las comprometiera, excepto por una foto donde parecían darse un beso, pero no era prueba suficiente para acusarlas, pues si se ponía atención, podía verse como Antonella besaba su mejilla para despedirse.

—¿Que es esto? —preguntó Andres horrorizado.

—Lo sé, es muy difícil de concebir…pero no te preocupes, yo estoy aquí, te apoyo completamente, no estás solo, está mujer es un asco, ven…déjame consolarte.—le dijo Eliza mientras extendía sus brazos, pero en lugar de recibirlo a él, el montón fotos le cayeron en la cara.

Eliza se quedó tiesa, vio como las fotos se caían en el suelo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.