Eliza no entendía lo que estaba pasando ¿acaso había visto mal? No, esa mujer no era su madre, ella jamás se subiría a la motocicleta de un extraño, pero, ¿que tal si no lo era? ¿Y si lo conocía? Era Ágata, estaba segura de eso, pues la había visto con sus propios ojos.
—¿Mamá? ¿Que haces con ese hombre?—se preguntó confundida mientras el corazón se le arrugaba.
Las cosas se habían vuelto en su contra, Andres no quería saber nada de ella, la detestaba profundamente por haber preparado aquella trampa an ruin, no solo había insultado a la mujer de la que se esta enamorando, si no que Eliza había acusado a su madre de algo completamente indigno.
Mientras tanto, Andres llevaba a Antonella con mucha prisa, tanto que ella sentía que se tropezaba y le apretaba la muñeca con tal fuerza que ni se daba cuenta, pues esta muy enojado, tanto que la cara y las orejas se le habían enrojecido.
—Andres…
—Te sacaré de aquí, no tienes por que estar cerca de esa demente.—decía enfurecido.
—Espera…—Antonella estaba siendo arrastrada por él y Andres cada vez apretaba más fuerte.
—¿Como puede ser tan descarada? Mira que inventar todas esas atroz edades ¿que tal si la prensa hubiese tenido las fotos? ¡La carrera política de mi padre se habría ido a la basura!
—Andres, para…
—¡Eliza es una idiota!
—¡Dije que te detengas!—exclamó Antonella irritada y se jaló con fuerza, zafándose de él.
Antonella se sobó la muñeca y Andres calló en cuenta de que la había lastimado, pues le había dejado los dedo marcados.
—Lo lamento…te lastimé…no me di cuenta de la fuerza con la que te estaba jalando, por favor perdóname.—le dijo Andres mientras la abrazaba.
—No te preocupes, entiendo que estás muy enojado.—manifestó Antonella mirándolo atentamente y se dijo en su interior.—Este es el final para ti Eliza, fuiste muy tonta, si tan solo pudieras ver su rostro, es obvio que te detesta, acabas de arruinar tu ultima chance de estar con él, tu misma acabaste tu tumba, ahora el amor de tu vida te repudia, como si fueras una leprosa, una apestada…no puedes ser más tonta.
—Estoy más que enojado, estoy furioso, indignado ¿como puede difamar el honor de mi madre de esa manera? ¡Te acusó de algo muy grabe y eso que eres su propia hermana!.—insistía en el oprobio agitado.
—Para ella yo no valgo nada, el hecho de llevar su sangre no tiene ningún peso para ella, Ágata se ha encargado de ponerla en mi contra, estoy segura de que ella la invitó.
—¿Ágata?—Andres se quedó pensativo y añadió.—es verdad, esa mujer es capaz de cualquier cosa, nunca he confiado en ella y ahora menos, no después de ver con mis propios ojos como te trata.—Menos mal que la prensa no se hizo presente, hubiera sido fatal para mi padre.—expresó Andres aliviado.
—Deberías quitarle a Eliza esas fotografías, ella es muy impulsiva, por despecho podría vender sus pruebas falsas al periódico o revista que tenga más relevancia y entonces la carrera política de tu padre, se vería afectada permanentemente, la gente es fácil de engañar y la prensa podría manipular las fotografías para que la mentira sea creíble.—le dijo Antonella con seriedad y el corazón de Andres se agitó.
—No, no puede hacer eso…—dijo él apretando los puños.
—Si lo hará, es cuestión de tiempo para que actúe por despecho.
—¡No! ¡Eso jamás!
—Préstame tu celular, se que no quieres verla, pero debes hacerlo, solo tu puedes evitar esa desgracia.
—¿Que?
Antonella le arrebató el celular y le preguntó a Andres como la tenía agregada, cosa que hasta la fecha ni la tenía guardada en sus contactos, así de poco le importaba, entonces una vez que encontró su número, le mandó el siguiente mensaje.
—¿Donde estás? Necesito ver las fotos otra vez, creo que puedes tener razón.
—¿Por que le pones esto?—le preguntó él confundido.
—Por que es la única manera en la que vendrá corriendo a ti, finge por un momento que le crees y una vez que te asegures de que tienes todas las fotografías, rómpelas en su cara, así le darás una advertencia.—le propuso Antonella convenciéndolo y Andres asintió con la cabeza, aunque realmente no quería verla.
—Está bien, lo haré, pero no vengas conmigo, no quiero exponerte más, por mi culpa tu vestido esta sucio.—le dijo Andres con culpa.
—No te preocupes, pediré un taxi, cuídate por favor.
Antonella y Andres se despidieron y Andres se fue corriendo, pues inmediatamente Eliza había aceptado reunirse nuevamente con él y desesperada acordó verlo en un lugar privado.
Por otro lado, Antonella estaba furiosa, odiaba la sensación de estar pegajosa y que su vestido estuviera arruinado.
—Maldita loca…¿como se atreve hacerme esto? ¿Realmente ha elegido convertirse en mi enemiga? Entonces pagará las consecuencias…
Antonella no solía acosar a Kim con sus llamadas, pero esta vez le había dejado varías llamadas perdidas y algunos mensajes.
—¿Por qué me fastidia tanto su silencio? ¿Ni siquiera un mensaje pudo mandarme? ¿Tan ocupado está? Maldito Kim…tienes todo el día dando vueltas en mi cabeza, ni siquiera puedo concentrarme en las cosas importantes ¿que estás haciendo? ¿Estarás herido? ¿Peleando contra algún grupo de delincuentes? O acaso…¿será que estás pasando el rato con una mujer? ¿Por qué me duele tanto pensar en esa posibilidad? Soy una basura…preferiría las otras dos opciones a que estes con alguien que no sea yo.
Mientras tanto, Kim se encontraba dejando a Ágata en la dirección que ella le había indicado y una vez que se acercaba al lugar, tragó saliva y el corazón se le aceleró, pues le había dado la dirección de un hotel.
—Esta no es tu casa ¿segura que quieres que te deje en este lugar?—le dijo él haciendo del tonto.
—Claro que no es mi casa ¿acaso quieres que mi marido nos descubra? Te traje aquí para que pasemos la tarde juntos.
—¿Qué?—Kim retrocedió dos pasos hacía atrás, pero Ágata lo pescó del cuello y lo oró ardientemente.