Viuda negra

Celos

Aquel beso fue tan repulsivo, que Kim se quedó frío, nunca antes había sentido tanto asco por una mujer y no podía ocultarlos, la misión de enamorar a Ágata era más difícil de lo que imaginó, un solo rose de sus manos, le erizaba la piel debido al desagrado que sentía, estaba seguro de que no lograría meterse con ella, ese solo beso lo dejó helado.

—¿Que haces?—le preguntó Kim, alejándola de sus manos.

—¿Que no es obvio? Quiero estar contigo, yo…me enamoré de ti.—le dijo Ágata con una risita de colegiala que lo horrorizó.

—¿Qué? ¡Eso no!

—¿Por que te pones tan nervioso? Jajaja, mira, estás temblando y transpirando ¿tanto te gusto? —le preguntó ella emocionada.

Kim debía pensar rápido, por más seductor que quería parecer, su comportamiento de patán sobre salía.

—Si de verdad me quieres, demuéstramelo con hechos y no con palabras o besos, tu cuerpo no es una verdadera muestra de que te importo, yo quiero más.—le dijo Kim azotándola contra la pared.

—¡Ay! ¿No quieres acostarte conmigo?

—No, me da asc…digo, si me amás, cómprame algo que demuestre lo mucho que me quieres y entonces sabré que no mientes.

—Está bien, lo haré…te demostraré cuanto me importas…pero ¿no me darás ni un besito?—le dijo ella estirando los labios.

—¡Ya me robaste uno!—le dijo él mientras la empujaba, pero ella era muy insistente.

—Pero quiero otro…si no, no me iré…—expresó Ágata entre pucheros.

—¡Ay como molestas mujer!—Kim la agarró de los hombros con fuerza y le plantó un beso muy a la fuerza y después la aventó.—ya lárgate, no quiero ni verte a los ojos.—expresó él mal humorado, esta rojo de vergüenza he ira.

Ágata se quedó con el corazón acelerado, palpitándole enamorado, pensando en que Kim era el hombre más varonil y dominante que había conocido.

—Ya se que es lo que mi corazón siente cuando lo ve…es…amor…estoy enamorada de Kim…—se dijo Ágata así misma y se derritió por él.

Por otro lado, la noche ya había caído en la ciudad, Kim se moría de ganas por bañarse y tan apurado estaba por el día tan pesado que había tenido, que ni tiempo tubo de revisar su teléfono, pues una vez que llegó a la casa, se dio cuenta que lo había perdido.

—¿Donde habrá quedado? Maldición, que día tan agotador.

Kim iba subiendo las escaleras y se sentía exhausto y una vez que entró a la casa sus ojos se abrieron de golpe al ver a Antonella que estaba sentada de píe en la sala.

—Antonella…

—¿Donde estabas?—le preguntó ella dandole la espalda.

—Haciendo mi trabajo, fue un día muy pesado.—le dijo él con cansancio.

—No respondiste mis llamadas y ni si quiera me escribiste.—exclamó con molestia.

—Perdi mi celular ¿estas bien?

—¿Dices que estas trabajando?

—Si, estuve con…—el perfume de Ágata entró por su nariz y Antonella lo interrumpió de golpe.

—Hueles a ella…—Antonella volteó hacia donde estaba Kim, sus ojos se abrieron de golpe, pues lo primero que vio en él fue el moretón en su cuello y el labial corrido en sus labios.

—Dijiste que debía apresurar las cosas con Ágata, es lo que hice, fue un tormento por qué…

—¿Te acostaste con ella?—le preguntó iracunda.

—¿Qué? No, no pude…¿que te ocurre? ¿Por qué me ves así?—le preguntó Kim asustado.

—¿Por que mientes? —lo interrogó temblorosa.

—No te estoy mintiendo.

—¡Mírate al espejo!—gritó ella entre lagrimas a lo que Kim se desconcertó.

—Yo…—Kim vio su reflejo y se dio cuenta de todo.—no, esto no es lo que parece, yo…

Kim se quedó en pleno silencio cuando vió a Antonella llorando y no supo como reaccionar.

—Antonella…¿hice algo malo? Tu fuiste la que me pidió que…

—No me toques, apestas a esa maldita bruja.

—¿A donde vas?—le preguntó Kim tratando de acercarse a ella, pero Antonella esta muy enojada.

—¡Báñate primero! No soporto el olor de su perfume…iré a dar una vuelta, asegúrate que nada en ti huele a esa mujer…

—¡Antonella espera!

Kim se sintió impotente y se sentó de golpe en el sofá, no entendía que había hecho mal, pues ella le había pedido seducirla.

—¿Que le pasa? ¿Por que estaba llorando?

Antonella salió corriendo de su casa y no pensó hacia donde se dirigía, hacía frío y su corazón le dolía mucho, la sola idea de que Kim se hubiera acostado con ella, la mataba.

—Es mi culpa…no debí haberme enamorado de él desde un principio…estaba claro que esto pasaría…pero…¿por que me enojo con él si fui yo quien se lo pidió? En todo caso, Kim solo estaba siguiendo una orden, pero…en lo profundo de mi corazón deseaba que se guardara para mí, saber que sus labios la besaron me llena de rabia…

Antonella seguía corriendo y hubo un momento en el que se alejó mucho de donde vivía, el frío era descomunal y sentía que se le entumían los huesos.

—No se donde estoy, pero quiero seguir corriendo…quiero ahogarme en algún rio, para dejar de sentir este dolor…

De pronto, Hector la vió pasar mientras pasaba con su coche por aquel rumbo, se estacionó donde pudo y su instinto lo llevó a ir tras ella.

—¡Antonella!

—Maldita Ágata…te detesto profundamente…

—¡Antonella!

Hector la detuvo jalándola del brazo y la pegó hacia él de golpe, quedando los dos muy cerca, Hector se aferró a ella cautivado por sus lagrimas.

—No llores, ya estoy aquí.




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