Viuda negra

Pasiones cruzadas

No supe como pasó o en que momento caí prendida en sus brazos ¿sería el despecho? ¿El hecho de ser víctima de mi propio chantaje? Cual quiera que fuera la respuesta, las manos de Hector me sostenían firmemente, nuestros ojos se encontraron como dos candiles apenas ardientes, yo estaba llorando, llorando de rabia, celos y enojo y él, él tenía el corazón roto al igual que yo.

Quizá deberíamos retroceder el tiempo para entenderlo mejor y explicarme a mí también como aquel encuentro terminó con un beso apasionado entre este hombre y yo.

Unas horas antes del drama pasional, Hector le había pedido al chofer que lo llevará a un evento que tenía programado, pero este le dijo que no se encontraba en la casa y que no tardaba en ir por él.

—¿Por que tardaste tanto?—le preguntó Hector con molestia.

—Lo lamento señor, es que, fui a dejar a la señora Maritza al campo de golf que esta al sur de la ciudad casi a las afueras de esta, es un lugar alejado de la civilización, es más como un campo abierto y esta muy escondido.

—¿Campo de golf? A ella no le gusta ese deporte, además el lugar que frecuentamos esta cerca de nuestra residencia, tenemos uno en nuestro patio trasero.

—Si, pero…

—¿Estás seguro de que dejaste a mi esposa en esta dirección?—preguntó Hector extrañado.

—Si señor, la señora Maritza me pidió que la trajera a este lugar, me quedé a esperarla aunque ella me ordenó retirarme, mi esposa me hizo una llamada y me quedé ahí a esperar mientras ella seguía su camino, como no tenía nada que hacer, quise tomarme mi tiempo, al final pensé en retirarme, pero me di cuenta de que la señora había dejado su sombrero y hacía mucho calor y como sé que ella cuida mucho su piel, quise llevárselo, creo que la señora se olvidó de mí y no esperaba verme y no lo hizo, pues ella estaba de espaldas a unos metros de distancia y…—externó el chofer con mucho nerviosismo.

—¿Que pasa? Dilo de una vez ¿la señora te pidió que la llevarás a un lugar diferente?

Hector ya tenía sus sospechas sobre Maritza, pues los rumores de que se había besado con un hombre misterioso llegaron a sus oídos por los sirvientes que cuchicheaban, además, un amigo muy cercano de él, aseguraba haberla visto en un café con ese hombre de la fiesta, por eso se sentía irritado, aun no la confrontaba hasta tener evidencia de lo que la acusaban.

—No, si está en el campo de golf…pero…esta con otro hombre.

El corazón de Hector se encogió y sintió que el suelo se movía haciendo tambalear, así que se bajó del auto y caminó en dirección hacía donde el chofer le dijo que estaba su mujer, aunque caminó por varios minutos y no la encontraba, la vió, el lugar era solo para ellos dos y pudo tener acceso solo por que se brincó una yarda, a lo lejos esta Maritza, con un vestido azul y el cabello suelto que se le ondeaba por el aire, tenía una sonrisa brillante y aquel hombre al rodeaba de la cintura y la besaba a placer, al verlos, el orgullo de Hector fue herido de gravedad, tato la aborreció que se fue de ahí sin reclamarle, ella ni siquiera se dio cuenta de su presencia.

Hector se agarró el corazón y se golpeaba el pecho enardecido, pudo haberla encarado, haber golpeado aquel intruso, pero no, él se retiró en silencio.

—Entonces ya no me amas…tu lealtad ya no esta conmigo, ahora le perteneces a ese hombre, el contrato nupcial que nos une no significa nada después de esta traición, supongo que es mi culpa por descuidarte, quizá me estas castigando por todas las noches frías que pasaste, o tal vez por fin estas siendo feliz con el hombre que tanto amabas ¿era él no es así? Ese medico que dejaste cuando nos comprometieron a la fuerza ¿Samuel era su nombre? ¿Es a él a quién amas? ¿Quieres que te deje vivir tu aventura en paz? Si es así, entonces no te debo nada y tú a mí tampoco, vive tu vida y yo viviré la mía, si para ti solo soy un desgraciado al que puedes engañar, entonces no debo tenerte ninguna consideración.—pensó Hector con despecho.

Él había descubierto a su esposa con su antiguo a mor, se había tomado varias copas en el camino, absorto por toda la impresión, fue entonces que la vió, sus ojos la captaron rápido, Antonella iba corriendo con mucha prisa y entonces se bajó del auto, para esto, él ya se encontraba solo.

—Maldita Ágata…te detesto profundamente…—decía Antonella mientras corría.

—¡Antonella!

Hector la detuvo jalándola del brazo y la pegó hacia él de golpe, quedando los dos muy cerca, Hector se aferró a ella cautivado por sus lagrimas.

—No llores, ya estoy aquí.—al instante, él la besó apasionadamente.

Sus labios estaban algo fríos, el sabor de su saliva era dulce y aunque su aliento era de alcohol, no fastidiaba, era un hombre maduro y atractivo, fuerte y muy alto, un caballero que sabía bien lo que hacía ¿mentiría si dijera que no me gustó? ¿Que no me estremecí hasta los huesos con el rose de su lengua que jugueteaba en mi boca? Soy una mujer y él un hombre, si no fuimos a la cama, fue por que el recuerdo de Kim me golpeaba el pensamiento como un martillo.

—¿Que hace?—le preguntó Antonella a Hector con la respiración agitada.

—Lo lamento…no sé que me pasó, te vi corriendo y quería saber si estabas bien ¿lo estás?—le preguntó Hector tambaleándose por el alcohol en su sangre.

—¿Bebió mucho? ¿Que fue lo que vió que hizo que un hombre honorable como usted bebiera de esa forma? ¿Que tal si la prensa lo ve? ¿Y si algún paparazzi nos fotografía? ¿Que pensará su esposa de que bese a una amiga?

—A ella no le importa nuestro matrimonio, la ví besándose con otro hombre ¿crees que ella piensa en mí cuando lo hace?

—Se reconocer a un don Juan cuando lo veo y usted no es uno de ellos, actuó así por la influencia del alcohol ¿a manejado en este estado por la ciudad y a estas horas? Ya vi que no le importa su carrera política ¿pero y su vida? ¿Quiere dejar Andres sin padre? No importa que tan molesto este con Maritza, su vida es más valiosa que su traición.




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