Viuda negra

Aceptación.

No tenía idea de como habíamos llegado a esto, Kim me llevaba en sus brazos, yo estaba perdida en sus ojos rasgados, impaciente de poder conocer todo de él, mis fantasías estaban a punto de hacerte realidad, mi cuerpo temblaba desesperado por dar el siguiente paso, Kim era un salvaje, pero a conmigo era dulce y tierno y eso me hacía feliz.

Kim había subido a Antonella hasta la habitación, la luz estaba tenue, lista para ofrecerles una velada cálida, Kim la recostó sobre el colchón y quedó arriba de ella mirándola apasionadamente.

—¿Está segura de esto? No quiero aprovecharme de usted por que ha venido tanto…no quiero que después se arrepienta.—le dijo él con angustia.

—Hace mucho que se me bajó el alcohol…¿no te acostaste con ella verdad?—le preguntó Antonella con ojos tiernos.

—No y no creo ser capaz de ponerle un dedo encima, pero no me cambie de tema.

—Deja de hablarme con formalidad y tutéame, estas apunto de conocerme de pies a cabeza, el respeto esta de más.

—No quiero hacerlo…—le dijo él con la cabeza agachada.

—¿Qué? No quieres…¿no quieres hacerlo?

—Así no…no es lo que quiero.

—¿Pero por qué? ¿Huelo mal? ¿Deberá ir a bañarme? ¿Lavarme los dientes quizá?

—No es eso…si estas realmente sobria, entonces escúchame con atención.—le dijo Kim mirándola fijamente y se puso de pie delante de ella.

Antonella tragó saliva y se sentó a la orilla de la cama, no sabía que estaba pasando y se sentía mal con sigo misma por haber sido tan indecorosa.

—Yo…estoy enamorado de ti…desde hace ya bastante tiempo.—le confesó Kim lleno de valor.

—¿Y entonces? ¿Que pasa?

—¿Que es lo que sientes tú por mí?

—Me gustas mucho…

—¿Solo eso?

—También te amo, no puedo dejar de pensar en ti, no es reciente, lo mío también es desde hace tiempo, pero no había tenido el valor de aceptarlo, supongo que el alcohol me dio la fortaleza que necesitaba, eso y los celos que sentí al imaginarte entregándole tu vigor a esa vieja bruja de Ágata…a lo que voy es que si quiero estar contigo esta noche, estoy segura de que eres tú a quién quiero.

Los ojos de Kim brillaban conmovidos por sus palabras, dejó escapar un suspiro largo, aliviado de que fuera correspondido, no sabía si esta soñando o realmente Antonella le había confesado su amor.

—Estoy feliz de escucharte, tenía miedo de que me vieras como a un hermano o algo así, realmente me hubiera dolido ser un amigo tuyo para toda la vida.—expresó él con una sonrisa y añadió.— cada vez me era más difícil contenerme, cada vez que te tengo cerca, mi instinto quiere besarte, abrazarte y más…

—¿Y que esperas? Ya te confesé mi amor y por lo que dices, tú también me amas ¿entonces que nos detiene?—le preguntó Antonella confundida.

—No quiero que nos tratemos como unos amantes más, sé que tu y yo hemos estado con personas diferentes con tal de cumplir con nuestro objetivo, conseguir alguna información, ganar la confianza de alguien o simplemente por cumplir una misión, no me importa tu virginidad, yo sería un hipócrita sabiendo que la perdí hace mucho, pero…tú eres especial, no quiero acostarme contigo como si no me importaras.

—Ay Kim…¿enserio tienes que ser tan honrado? Me siento mal por tratar de incitarte a pasar la noche conmigo.—le dijo Antonella avergonzada.

—No me mal interpretes, mi cuerpo quiere pegarse a ti y fundirse contigo, pero no de esta forma.

—Gracias…—Antonella lo abrazó y los dos se quedaron así por un rato.

—Bueno, ahora que somos conscientes de nuestros sentimientos, prometamos que no estaremos con nadie más a partir de ahora ¿si? Te quiero solo para mi…

—Yo no estoy con con nadie desde hace mucho… tú…¿que harás con el afeminado?—le preguntó Kim con el ceño fruncido.

—¿Andres? ¿Que pasa con él?

—¿Seguirás usandolo para molestar a Ágata?

Antonella guardó silencio y Kim frunció el ceño.

—No soporto pensar que puedas estar cerca de él, yo también me pongo celoso.

—No me he acostado con él, pero si lo he besado, o él a mí, da igual…no volveré a besar a nadie aparte de ti, encontré la manera de acelerar mi venganza, después de todo, ya fracturé la fortaleza de mis enemigos, ahora ellos se destruirán por si mismos.

—¿Cuanto tiempo faltará para que seamos libres de la venganza?—le preguntó Kim mirándola fijamente mientras la abrazaba.

—Espero que no mucho.—le dijo Antonella y los dos se besaron y durmieron juntos, conscientes del amor que sentían el uno al otro.

Por otro lado.

—¿Donde diablos estabas?—le preguntó Octavio a su esposa al verla estar cínicamente por la puerta.

—Octavio…¿sigues despierto?

—¿Donde estabas?—su tono era más grabe y se veía muy molesto.

—Pues…fui a beber con mis amigas, perdí la noción del tiempo y…

—¡No mientas! Llamé a todas tus supuestas amigas y nadie sabía de ti, es más, ellas mismas rompieron cualquier lazo de amistad contigo porque te consideran un mal ejemplo y estas en boca de todos…

—¿Qué? ¿De que estás hablando?—Ágata sintió miedo y tragó saliva, temía que la hubiese descubierto.

—¿Sabes la vergüenza que estoy pasando por tu culpa? ¿He?

—¡No no grites! ¡Yo no tengo la culpa de que todos sean unos amargados! Yo soy una mujer joven y llena de vida…¡esas arias me tienen envidia!

—¡Ya cállate altanera!—Octavio abofeteó a Ágata y esta se calló al suelo congelada.

—¡Ay!

—Estoy cansado de ti…cansado de soportarte, eres una mujer de cascos ligeros, coqueta y desvergonzada, vulgar y corriente…me arrepiento de haberme casado contigo, me das pena y mucha vergüenza.

Eliza escuchó todo desde las escaleras, más no intervino, se sentía muy enojada con ella, porque era Ágata quién la había aconsejado para que hiciera todo lo que hizo y estaba resentida.

—Te lo mereces…

Eliza llena de enojo bajó decidida ha hundirla tanto como ella se sentía .

—¡Eiza! ¡Hija! Súbete, no quiero que veas a tu padre así….—le dijo Ágata haciéndose la víctima.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.