Ágata no podía creer lo que Eliza acababa de decir ¿había escuchado bien? ¿Esa mocosa tan fastidiosa a la que había aguantado por años estaba volviendo en su contra? Los ojos de la viuda negra se abrieron de par en par hasta que comenzó a sudar frío.
—¿Que dijiste Eliza?—le preguntó Octavio pasmado.
—Dije que vi a Ágata subirse a la motocicleta de un hombre más joven que ella, iba agarrada de su cintura, parecía bastante feliz, tanto que ni siquiera me vio.—expresó Eliza apretando los puños con enojo.
—¿Que? Jajaja ¿estas loca? ¿Por que dices todas esas mentiras? Es evidente que está mintiendo…jejeje…yo, yo… yo esta con mis amigas y…—Ágata estaba tan nerviosa que la lengua se le trababa y comenzaba a temblar.
—¿Sigues manteniéndote firme en tu mentira? ¿Como puedes ser tan descarada? ¿Con quién diablos estabas Ágata? —le preguntó Octavio a punto de perder los estribos.
—¡Ya te lo dije! Yo…
—Si vas a decir que estaba con tus supuestas amigas, con gusto puedo marcarles para que te desmientan en la cara ¿eso es lo que quieres?—Octavio estaba tan enojado que Eliza tragó saliva, nunca había visto a su padre así.
—¡Ya deja de acusarme!
—Papá…la tía Ágata es una mentirosa…por su culpa Andres me odia, igual que toda su familia…—dijo Eliza temblando de rabia.
—¿Que pasa con ellos? ¿Que hizo Ágata que ya ni si quiera la llamas mamá?—le preguntó Octavio intrigado.
—Maldita mocosa…¿que demonios va decir ahora? ¿En que momento me vio con Kim en la motocicleta? Maldita sea…¿por que la ingrata se ve tan enojada? Esa bastarda me debe la vida, hace todo lo que yo le digo, es como mi mascota y ahora se pone en mi contra ¿va a morder la mano que le dio de comer?—pensó Ágata en sus adentros mientras apretaba los dientes.
Eliza la miró fijamente y comenzó hablar.
—Esta mujer me dio información falsa sobre la señora Maritza…y sobre Antonella…—declaró Eliza avergonzada.
—¿Que te dijo? ¿Que te dijo sobre Antonella?—ahora que Antonella había regresado, Octavio la defendía a capa y espada y no quería que nadie le tocara un solo cabello.
—¡Ágata me dijo que eran amantes!—gritó Eliza a voz en cuello y Ágata la miró con desprecio apretando los puños, si esta sumida en un rollo, con esto Eliza le había sellado la salida.
—¿Que? —Octavio oró ferozmente a Ágata y ella se estremeció.
—No es verdad…
—¡Ella me metió en al cabeza la idea de que la señora Maritza y Antonella tenían una relación más allá de una amistad y me orilló a espiarlas y seguirlas, les tomé fotos y…y fui a contarle todo Andres, le dije lo que esta mujer me dijo, se ha encargado de envenenarme la mente en contra de él y su familia, por su culpa Andres me desprecia…todo es su culpa…—declaró Eliza entre lágrimas y entonces Octavio explotó.
—Lárgate de mi casa…—dijo Octavio con el rostro sombrío y Ágata se congeló.
—¿Qué?
—¡Dije que te largues de esta casa! No vas a llevarte nada, te vas con lo que llevas puesto.
—¡No! ¿Como puedes hacerme esto? ¡Eliza esta mintiendo¡ No se que le pasa ¡de seguro Antonella le lavó el cerebro, le metió ideas en la cabeza y la alejó de mí, eso fue…¡todo es culpa de esa bastarda tuya!—en ese momento Octavio la abofeteó tan fuerte que la dejó muda.
—Cállate…no quiero verte cerca de mis hijas…
Octavio la jaloneó y él mismo la sacó fuera de la mansión dejándola expuesta al frío, no le importó que estuviera helando afuera, ni si quiera escuchó los ruegos de Ágata para que la dejara quedarse, Octavio estaba furioso y le dio la espalda ordenándole a la seguridad que no la dejaran pasar.
—¡Suéltenme! ¡Octavio! ¿a donde crees que vas? ¡Octavio! ¿Piensas dejarme aquí sola maldito?
—No se resista señora, no la vas a dejar pasar.—le decían los hombres de Octavio, pero Ágata los insultaba, los golpeaba y los escupía.
—¡Suletenme malditos! ¿Como se atreven? ¡Yo soy la señora de esta casa! ¡Todo esto es mío! ¡Es mío!
—Si no se va ahora, llamaremos a la policía, el señor ya fue claro y no tenemos permitido dejarla pasar, aun si insiste toda la noche no cambiaremos de parecer.
—¡Al diablo con ustedes! Se van arrepentir…
Ágata cedió y se fue, solo tenía sus llaves y sus tarjetas de crédito, al verse en esa situación tan lamentable, se metió a su coche y tocó el claxon como una loca para molestar a todos, después de que se fastidió, se fue.
—¡Ay como los odio! ¿Como se atreven hacerme algo así? !todos son unos ineptos! ¡Desgraciados! En especial esos dos…malditos…Eliza…Octavio…me las van a pagar, volverán arrastrándose a mí para pedirme perdón, se van a humillar como los perros que son…—decía Ágata furiosa.
Así que pensó en lo que debía hacer y como ya no le importaba su familia por que s había enamorado de Kim, su corazón se llenó de esperanza y lo llamó cuantas veces pudo.
—Si, él me ayudará, al diablo con mi esposo, no lo necesito, ahora lo tengo a él…Kim me cuidará…estoy segura.
Ágata insistió pero terminaba llevándola al buzón de voz y con desesperación le mandó un mensaje, per como Kim había perdido su celular, nunca se enteró de esto y ella se puso a llorar en su auto y ahí pasó la noche, sola, en su coche llena de odio y deseos de venganza.
—Te odio Antonella…debí acabar contigo junto a tu madre…así no estarías estorbándome…pero te juro que no vivirás por mucho tiempo, me las pagarás antes de que sigas metiéndote en mi vida…