Se le notaba en el rostro el arrepentimiento, el gran dolor de la culpa y también de la aceptación de lo terrible de su realidad, parecía que Octavio había vivido su vida como un personaje secundario hasta ahora, el medico se sintió preocupado cuando lo revisó, no solo por la hemorragia de su nariz, si no por como le latía el corazón, su riñón estaba muy mal y esto solo era por algún medicamento extraño y muy potente que había ingerido por décadas.
—¿Que pasa doctor?—le preguntó una enfermera que recién había llegado a ayudarlo.
—Llama a la policía, quién sea que le haya dado esto al señor Octavio pudo haberlo matado, esto es intento de homicidio.
—¿Qué?
—¿Recuerdas la droga de aquel seminario en China?
—Si, esa que vuelve un zombi a las personas, que se utiliza en las personas que son explotadas en la trata ilegal de blancas y que se usa para obtener órganos de manera clandestina.
—Si…alguien le ha estado ministrando esta droga al señor Octavio para mantenerlo manipulable y ausente…¿pero quién?
—¿Y como es que está con vida? Las personas a las que se les aplica esto, duran solo tres años o incluso meses con vida.
—No lo sé…es un milagro que siga cuerdo, pasó drogado gran parte de su vida…
Por otro lado, Eliza seguía gritando el nombre de su hermana, sentía que sus cuerdas vocales iban a explotar, el sol le había quemado la piel, estaba deshidratada y tenía ampollas en las manos y pies.
—¡Antonella!
—¿Por qué no te abre? ¿Que no ve que suplicas por su presencia? —preguntaba Andres desconcertado.—entiendo que este enfadada, pero…
Andres le escribió muchos mensajes y le llamó cuantas veces pudo y no obtenía respuesta de ella, Antonella miraba el teléfono con fastidio hasta que se armó de ellos.
—¿A donde vas? Puedo ir yo mismo a correrlos.—le dijo Kim que no quería que le hicieran un desaire a su amada.
—No, iré yo misma, si intenta algo, le devolveré el golpe.—expresó Antonella con molestia.
—Te acompaño, no quiero que ese niño bonito te quiera besar otra vez.
—¿Crees que pienso permitirlo? Ya estoy comprometida, no lo olvides.
Antonella y Kim se acercaron con paso firme y cuando Eliza la vio, se separó de la reja.
—¿Que haces aquí?
—Antonella, Elia quiere hablar contigo.
—Que bueno que estas aquí Andres, quiero que Eliza lo escuche de mis propios labios, lamento si te hice pensar que me gustabas, no estoy interesada en tener una relación amorosa contigo, me gustaría que quedara claro que estoy enamorada de otra persona.—le dijo Antonella con firmeza.
Ese debió ser un golpe duro para Andres, pero por alguna razón, no le dolía tanto, pues ya lo sospechaba, sabía que esos dos tenían algo aunque no lo admitieran y cuando vio el anillo de compromiso en su mano, supo que como caballero debía retirarse.
—Entiendo, no te preocupes, solo quiero que seas feliz.—expresó Andres extrañado de si mismo, pensó que le dolería terriblemente.
Antonella no se esperaba esta reacción de su parte y junto con Kim se miraron, Andres se lo había tomado mejor de lo que pensaba.
—Me alegro que lo entiendas, la persona que amo y con la que voy a casarme es Kim.
—Tu guardaespaldas, si…lo supuse, pero Eliza no viene a pelear por mi como supones.
—¿Entonces que quieres?—le preguntó Antonella mirándola con el ceño fruncido y entonces Eliza se lanzó a sus brazos dejándola tiesa.
—¡Antonella! —Kim pensó que Eliza quería lastimarla, pero cuando vio que solo la abrazó se quedó cerca sin hacerle daño.
—Por favor perdóname….—sollozó Eliza mientras se aferraba a su hermana con fuerza.
—¿Que haces?—le preguntó Antonella desconcertada, no sabía como reaccionar ante esto, esperaba que sacara un cuchillo y se lo enterrara por la espalda.
—Lo sé todo…lo siento mucho…sé que esa mujer te difama, te lastimó y convenció a papá para que te encerrara en ese internado…solo tenías cinco años y…¡perdóname por haber sido tan cruel contigo! Me deje llevar por las palabras de Ágata…ella me envenenó contra ti, me educó para que te odiara y fui una tonta…una idiota…¿como no vi el dolor en tus ojos? Merezco que me odies por esto…anda….¡golpéame!
Eliza tomó la mano de Antonella y se la puso en la cara, Antonella no sabía que hacer o que decir ¿esto era real?
—¿Qué?
—Eliza está siendo sincera, fue a disculparse con mi madre y conmigo, nos pidió perdón por haber mentido con eso de que tu y mi mamá…ya sabes, por favor escúchala, sé que ella ha sido una terrible hermana, pero tu fuiste muy cruel al tenerla tanto tiempo bajo el ardiente sol, mira sus manos, están llenas de ampollas por que nunca se despegó de la reja, se ha quedado casi afónica de tanto gritar y la piel se le ha enrojecido, Eliza es muy cuidadosa con su piel, detesta exponer al sol por que le salen pecas, pero ahora parece un camarón y no le importa, esta dispuesta a que la golpees he incluso no deja de abrazarte, ella esta siendo sincera.—abogó Andrés a favor de Eliza y Antonella la miró detenidamente.
—¿Por que haces esto? Creí que me odiabas.
—Antonella, nuestro padre le fue infiel a nuestra madre cuando aun estaba enferma y convaleciente, convirtió a Ágata en su amante y nos dejó merced de ella…esa mujer le fue infiel a nuestro padre más veces de las que puedo contar, ella destruyó nuestra familia y no quiero que me arrebate a lo único seguro que me queda en la vida…¿tu eres igual a ella verdad? Eres igual a mamá…
Antonella miró los ojos de Eliza, estaba rota y se notaba que el miedo le corroía los huesos, en esos momentos dejó de verla como a una enemiga y no pudo evitar ver a la bebé que extrañó por tanto tiempo.
—Tengo miedo hermana…
—¿Hermana? —el corazón de Antonella se estrujó con esa palabra, era verdad, todavía tenía una hermana, Eliza solo había sido manipulada por esa bruja y se llenó de un fuego inexplicable.
—¿Como puede salirse con la suya?—preguntaba Eliza sin dejar de llorar.