Siento que en cualquier momento voy a morir.
Los recuerdos del pasado me están destruyendo la cabeza, el alma entera.
Todo lo que había construido durante estos diez años tambalea con las intenciones de destruir todo.
Ese color de ojos..., su color de ojos..., mi color de ojos hace que luche con mi interior para poder mantener la cordura pero con cada respiración es imposible.
Tropiezo en la entrada de la residencia, las personas que se encuentran en la sala principal se asustan ante mi estado pero no miro a nadie porque corro escalera arriba. Los pasillos y pisos se me hacen eternos a la hora de cruzarlos, siento como si las paredes se van encogiendo para aplastarme.
No tengo control y eso ocasiona que mi cabeza golpee contra la puerta cuando mis pies se enredan y todo comienza a dar vueltas con más rapidez.
«No puedo respirar, no puedo, no puedo seguir»
Me pongo de pie desesperada y meto la llave de mi habitación, las lágrimas no me permiten ver del todo bien la cerradura.
No sabía si me seguía o no, si estaba cerca para hablarme... pero de solo pensarlo me hizo estrellar la puerta y ponerle seguro queriendo sentirme a salvo.
Pero no lo estaba, no me sentía a salvo desde que dejé de escuchar su voz cada día.
Me arrastro patéticamente en el piso entre sollozos, pegando mi cuerpo tembloroso a la pared. Me abrazo las piernas al no sentirlas, al no sentir y pensar en nada más que en esos años de sufrimiento.
«No puede ser él, Jeremy no debería de estar aquí. Jeremy nunca debía volver a verme, nunca debió extrañarme...el...el nunca debió ser mi hermano»
Me sentía tan dolida, tan rota y vacía, realmente no podía explicar el sabor amargo que sentía correr por toda mi garganta cuando su voz retumbaba dentro de mi cabeza.
No podía pensar en el, porque aunque no fuera su culpa todo lo que tiene que ver con el me une a esas personas, me recuerda a ellos.
Aprieto mis piernas queriendo no descontrolarme y hacer añicos la habitación, quiero poder tener la fuerza suficiente para poder soportar esto...pero no la tengo. Fingí durante años que realmente lo había superado pero no es así, no es verdad porque el dolor que estoy sintiendo ahora no es soportable.
Una pequeña decisión pudo haber hecho un gran cambio, pero aquel miedo contradictorio solo creó un largo recuerdo lleno de espinas y sangre que cargaré en mi espalda durante el resto de mi vida.
El sonido de la puerta abriéndose solo hizo que me pegue más a mi, cubriéndome de cualquier dolor.
A pesar de saber de quién se trata, no lo miro. No puedo mirar a nadie después de aquel momento tan vergonzoso en el auditorio.
—Preciosa... Joder como duele verte así. ¿Puedo acercarme? —su voz suave solo me hizo sollozar más— ¿Quieres estar sola? Puedo irme y darte tu espacio...
Niego queriendo tener compañía, porque el miedo de que él toque a mi puerta estando sola me hace sentir débil, que no podría defenderme de el esta vez.
—Quédate por favor...
Lo escucho sentarse a mi lado despacio, lo veo de reojo después de unos minutos mientras duda en acercarse a mi para abrazarme, así que lo dejo.
No se cuanto tiempo pasa pero el terror en mi no se va y me separo de él y el que me regale una pequeña sonrisa entre tanta tristeza me hace devolvérsela...una idea cruza por mi mente en el momento que empiezo a perderme, estiro mi mano y tomo la suya esperanzada...pero no pasa nada.
No logro centrarme, no logro encontrarme, no logro calmarme. No logro sentir la paz con tan solo una mirada.
—Lisa...
Levanto la cabeza al escuchar la voz de mi hermana, ella y Alejando estaban viéndome desde la puerta...Erick me da un apretón en la mano y el que los tres me estén viendo con lástima me hace apretar la mandíbula.
—¿Vinieron para hacerme sentir peor con sus miradas llenas de lástima? Porque si es así es mejor que se larguen —me obligo a levantarme y caminar hacia el armario.
«¿Por qué les estoy hablando de esa manera? Ellos no tienen la culpa, solo vienen a ayudarme»
Necesitaba cambiarme esta ropa llena de sudor y lágrimas, no podía estar aquí, quería salir de aquí. No quería estar cerca de nadie a pesar de que no quería sentirme sola. Sabía que ellos no me dejarían tranquila hasta que hable, por eso tomo unos shorts y top deportivo para irme lejos antes de perder la cabeza delante de ellos.
Me adentro al baño y estrello la puerta dejando las palabras de mis hermanos atrás.
—Melisa, por favor hablemos...
—No quiero hablar con nadie.
—No puedes encerrarte y ponerte de ese modo. —me sostengo del lavabo ante el tono de Adelina.
—¿Y como mierda crees que me voy a poner después de haberlo visto? — digo con rabia mientras me quito la ropa para tirarlas al piso.
—No lo sé, pero de nuevo tu nombre está corriendo por la universidad. —dijo Erick y eso me descoloca por completo.
—¡Me importa una mierda la maldita universidad! —grito barriendo con mis manos las cosas del baño— ¡Me importa muy poco lo que se diga en ese lugar de mi! ¡Ninguno de ellos sabe mi situación como para que se estén burlando de ello! ¡Estoy cansada de todo, de todos ustedes!
Me limpio bruscamente la cara y el pulso se me acelera cada vez más al no poder respirar bien.
No dejo de llorar con cada parpadeo, cuando todo quiere volverse rojo. Abro y cierro las manos desesperada en querer salir, pero al abrir la puerta ellos no me dejarán irme.
La manilla de la puerta se empieza a mover desesperadamente al terminar de vestirme.
—Melisa abre la puerta. —insiste con voz calmada Adelina.
—¡No los quiero ver ni escuchar ahora! ¡Déjenme sola!
—¡Estás demente si crees que te vamos a dejar aquí sola! —dice Alejandro aporreando la puerta — ¡Abre la maldita puerta!
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Editado: 03.03.2022