Capítulo: La voz que quedó

El estudio tenía un aire de paz. Como si Tom lo hubiera elegido no solo por su vista, sino porque sabía que aquí, Olivia podría reconstruirse en pedacitos suaves, sin prisa.

Olivia abrió los cajones del escritorio. Dentro había lápices, algunos papeles en blanco, una libreta con la tapa de cuero desgastado... y un pequeño reproductor de voz, de esos que parecen antiguos, con un botón rojo grande en el centro.

Lo tomó con el corazón acelerado. No había notas, ni instrucciones. Pero supo de inmediato lo que era. Lo apretó contra el pecho antes de presionar "play".

La voz de Tom llenó el cuarto.

-Hola, Liv.
-Si estás escuchando esto... significa que lo lograste. Y que, de alguna manera, la vida te trajo hasta aquí. Sabía que lo harías. Porque tú no huyes del dolor, lo atraviesas con la cabeza en alto. Y porque cuando prometes algo, lo cumples. Incluso si se trata de vivir sin mí.

Hubo una pequeña risa suave.

-Este lugar... este estudio... es para ti. Para que escribas todo lo que no pudimos decir. Para que llores si lo necesitas, grites si quieres, y te rías, ojalá mucho. Aquí estaré. En la ventana cuando se abra, en el sonido del papel al pasar, en el aroma de las gardenias que, sí... también pedí que siguieran llegando. Una cada semana.
-No quiero que te detengas, Liv. No quiero que mi ausencia sea un ancla. Quiero ser tu viento a favor. El que te empuje a cumplir todo lo que soñaste.
-Y si algún día... sientes que no puedes más... vuelve a poner esta grabación. Y recuérdalo: tú eres la historia más hermosa que escribí.
-Te amo. Siempre.
-Tom.

La grabación terminó. Y el silencio se llenó de él.

Olivia se abrazó las piernas y se permitió llorar, pero no de dolor... de amor. De gratitud. De esa mezcla extraña que solo se siente cuando te duele alguien que aún vive en tu corazón.

Se levantó, abrió el ventanal, dejó que entrara el aire italiano y escribió su primera línea en el nuevo cuaderno:

"Aquí estoy, Tom. Empezando de nuevo. Con tu voz como faro."