Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO I

12 años y 8  meses después…

 

Ver mi desayuno y que se vea comestible ya es todo un logro para mí. Sobre todo si considero el hecho que yo soy un completo asco en las artes culinarias, o cualquier cosa que requiera ser cocinado o hervido.

Me siento a devorar mi desayuno en completo silencio, bueno, de todas formas no tengo a nadie con quien platicar. Mamá, con quien acostumbro a tomar desayuno, había acudido a un turno de noche en el hospital y aun no daba indicios de volver a casa, por lo que decido tomar mi tiempo para comer. Claro, no sin antes pasar por el calvario de freír unos huevos que al final resultaron carbonizados, pensé que no los podría comer pero en realidad resultaron tener un buen sabor.

Cuando termino mi desayuno me encargo de dejar todo limpio y ordenado, y unos cuantos minutos después ya estoy preparada para ir al instituto. Con tiempo que me sobra, me dirijo a la pequeña mesa de centro de nuestro living y garabateo una nota para cuando mi madre llegara:

Procura comer algo.

Te quiero.

 

Dejo la nota donde mamá la pueda ver, tomo mi abrigo y Salgo de casa.

Las ventajas de vivir en una ciudad pequeña como la mía, es que nada queda lejos y aun así tenemos de todo. Desde un centro comercial, hasta un parque de atracciones (es pequeño pero aun así sirve para pasar el rato)

El instituto me queda a quince minutos a pie desde mi casa, por lo que siempre me voy caminando acompañada de mi fiel amigo: el celular.

Saco los audífonos de mi bolsillo y los conecte a mi celular, no sin antes pasar por el horrible infierno de desenredarlos. Doy el máximo de volumen y el sonido de la música inunda mis oídos dejándome aislada del resto del mundo, debo admitir que la caminata siempre se me hace más agradable con música.

Después de seis canciones y media me encuentro frente a mi casillero, deposito los libros que usaré a lo largo de la jornada y una sonrisa comienza a formarse en mis labios al sentir una presencia tras de mí.

—Llegas temprano— dice una voz conocida.

Me doy la vuelta con una sonrisa. —Corrección, yo siempre estoy a la hora, tú eres la que está temprano esta vez.

Mi mejor amiga sonríe y ya con eso mi día se alegra, el rostro sonriente de Teresa es algo que disfrutas de ver, sobre todo por las mañanas, todo lo contrario a mí.

Ella levanta los hombros indiferente. —Jaque mate— dice mientras hace una cara graciosa para hacerme reír.

Nos encaminamos a nuestras clases y de inmediato muchas personas comienzan a saludar a mi mejor amiga.

—Aun no puedo creer que seas tan popular—pongo falso sarcasmo en esa afirmación y ruedo los ojos para poner más drama. Pero en realidad si sé.

Teresa es mi mejor amiga desde que ambas vamos al jardín de niños, pero también es la chica más popular de nuestro instituto, pero no la juzguen solo por eso. Ella no es la típica zorra que trata mal a todo el mundo o una de esas chicas que se acuesta con todos los chicos que se le cruzan en el camino (de hecho Teresa aún es virgen). Tampoco juzga a las personas por sus apariencias, ella es amable y dulce.

Es obvio que también posee belleza, no de puro gusto es la más popular. Su belleza es deslumbrante; posee un hermoso cabello rojo natural, el cual lo combina con unos hermosos ojos grises y piel aterciopelada, al que le añade tres sexys lunares bajo su ojo izquierdo.

Creo que si hubiera nacido hombre ya estaría enamorada hasta la médula de esta chica.

¿Alguna vez he sentido celos de ella y su belleza? Pues no. Nunca. Es obvio que estoy a años luz de ser tan guapa como ella.

A diferencia de ella yo tengo el cabello color chocolate y unos ojos color marrón (como casi la mayoría del mundo) mido un metro sesenta y cinco y ahí acaba mi descripción.

No les voy a decir que poseo un cuerpo de diosa que está oculto bajo un look de nerd, por qué no lo tengo (ni un cuerpo de diosa, ni el look de nerd)

Pero estoy orgullosa de decir que tengo suficiente busto como para rellenar mi sujetador. No poseo unas curvas envidiables pero si las necesarias para que puedan distinguir que soy mujer, solo puedo decir que si me aplicara maquillaje haría que me viese un poco más decente ya que al menos no tengo un feo rostro, común, pero no feo. Siendo más precisa, les puedo dejar claro que no soy una de esas chicas que los chicos se voltearían a ver dos veces. Soy una del montón y no me apena decirlo.

Creo que ya me he desviado del tema ¿en que estaba? Ah sí claro, pues nunca he sentido celos de Teresa, somos mejores amigas y lo que no tiene una, lo posee la otra y ya está. Somos perfectas estando juntas.



#3167 en Novela romántica
#167 en Joven Adulto

En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.