Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO III

Marco el número de la única persona que sé me entenderá.

— ¿Mel?—su voz suena somnolienta.

Alejo el celular de mi oreja y veo la hora. Once y media de la noche. ¿Cuándo ha pasado el tiempo? Siento como si solo hubiesen pasado minutos. Ha debido quedarse dormida esperando un texto mío.

—lo siento por haberte despertado, pero no sabía a quién llamar—trato de sostener mi creciente crisis de llanto.

— ¿Estás bien?—pregunta y eso es lo que necesito para que las lágrimas rueden por mis mejilla una vez más.

— ¿Está bien si me quedo en tu casa?—pregunto hipando, pero ya sé cuál será su respuesta.

Siento ruidos a través del celular.

—Claro que sí, sabes que puedes venir cuando quieras—ella se escucha agitada y eso me hace sonreír, ya que sé que es lo que va a hacer.

—dime donde estas y te voy a recoger—dice a través del celular antes de colgar la llamada.

***

Teresa me tiende una taza de té calentito. —Dime, te escucho—. Ella tiene la mirada fija en mí y mi fatal aspecto de niña berrinchuda.

Relatarle todo suena tan loco como creo que es.

Teresa me escucha hablar y llorar, me abraza y consuela cuando lo cree necesario o cuando me falta el aire a causa del llanto y finalmente se frota los ojos como si tratara de un sueño.

—Esto está de locos, ¿tu mamá y el papá de Mark?—pregunta como si aún no terminara de creerlo.

Asiento con la cabeza ya que no sé qué más decir.

— ¿Y van a vivir todos juntos?—ella hace una mueca de espanto. Al parecer ella imagina lo mismo que yo.

—según la loca idea de Mark, sí—confirmo y me estremezco ante la idea de vivir junto a él.

Teresa se levanta de la cama y se dirige a su armario, saca un pijama de dos piezas azul y me lo lanza. Nos quedamos en silencio por unos segundos y luego habla.

—por ahora vamos a dormir y despejar nuestras cabezas, le envié un texto a tu mamá para decirle que estabas conmigo para que no se preocupara. Y como mañana no hay clases tendremos más tiempo para pensar en algo.

Le trato de dar una sonrisa pero fallo—esa es una idea estupenda—digo al final.

Teresa apenas ha tocado la almohada y ya está sumida en un sueño profundo, de por si es muy buena para dormir. Según ella, su mejor talento es dormir. Yo por mi parte no puedo decir lo mismo.

Es inevitable que mi mente no vuelva a los sucesos de esta noche. Ahora que estoy calmada puedo analizar mejor las cosas y ver que me he equivocado o mínimo se me ha pasado la mano, pero después de todo soy solo una adolescente de diecisiete años, es obvio que voy a actuar impulsivamente. Me siento traicionada.

Ella debió decirme sobre su relación. Si mamá me lo hubiera contado antes, creo que me hubiese molestado, pero no iba a interferir. Ni siquiera ahora voy a interferir. Como su hija quiero su felicidad más que nadie, y si su felicidad es el padre de mi enemigo, no me voy a negar, pero hicieron las cosas más difíciles al ocultarlo y luego soltado así, de la nada ¿o no tengo razón?

Con un suspiro de resignación cierro los ojos y dejo que el sueño me dé una realidad mejor que la que estoy viviendo es estos momentos.

***

Abro mis ojos y lo primero que veo es el rostro dormido de Teresa, incluso dormida parecer tener un rostro angelical y perfecto. Lo segundo que siento es un horrible dolor de cabeza que deduzco es a causa del llanto de anoche.

Con cuidado me levanto de la cama para no despertar a mi compañera que duerme plácidamente junto a mí, aunque después de pensarlo un poco, puede que ella no despierte incluso si hago una fiesta a su lado. Teresa duerme como una roca contra la adversidad.

Necesito una ducha y unas pastillas para el dolor de cabeza.

 He sido amiga de teresa desde hace más de doce años y conozco su casa como si fuera la mía y viceversa.

Camino en dirección al baño y encuentro las pastillas en el pequeño botiquín blanco que mi amiga tiene.

Tomo dos pastillas por si acaso y vierto agua en un vaso. Hago una mueca al sentir el sabor de las pastillas disolviéndose en mi lengua, me apresuro a tomar el agua y siento las pequeñas cosas redondas bajar por mi garganta. En serio odio cualquier tipo de pastillas, me dan asco. Ya con el problema de mi dolor de cabeza resuelto, llego a la conclusión de que necesito una ducha, camino hacia el armario de Teresa y alcanzo mi toalla de baño, miro hacia la ropa y tomo una muda de ropa que consiste en unos pantalones de correr y una playera color rosa que tiene las palabras “I HATE YOU” en la parte delantera. Paso mirando a mi amiga y ella sigue exactamente en la misma posición, dormida. Me hago camino hacia el baño y me saco el pijama. Dejo la ropa limpia y la toalla colgada al lado de la ducha, giro el grifo y el agua tibia comienza a mojar mi cuerpo desnudo. Los recuerdos de la noche llegan a mi mente pero los aparto lejos, no estoy de humor para volver a llorar como una niña pequeña. El día de hoy voy a fingir que nada ha sucedido.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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