Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO VII

En un abrir y cerrar de ojos se han ido cuatro largos meses.

Celebramos el cumpleaños de Teresa, el cual ha sido en septiembre y créanme cuando les digo que fue increíble, ella ya tiene cumplido sus diecisiete años. Su fiesta fue de lo más increíble, asistió casi más de la mitad del instituto. Fue épico, pero así como llego también se fue, y sin darme cuenta ya es diciembre y el invierno ha llegado, y junto a él, la navidad.

En casa todo está igual, yo sigo fingiendo que Mark y yo nos llevamos de maravilla, de hecho,  ambos hemos llegado al acuerdo de que en frente de nuestros padres, vamos a actuar como si fuéramos los mejores hermanos del mundo, y todo, para que ellos no se preocupen por nuestra pequeña guerra de odio. Aunque si les confieso, a penas ellos desaparecen, nos hacemos la vida de cuadritos. No digo que he podido vengarme por completo de Mark, pero si me las he cobrado con una que otra broma.

En todo el tiempo que ha pasado, me di cuenta de que la mayoría de las playeras que usa Mark son de color blanco (creo que le gusta ese color o no sabe de colores) pero el caso es que un día, un calcetín de color rojo (que por “casualidad”, noten el sarcasmo) se mesclo con sus preciadas playeras, y todas se tiñeron de color rosa. No digo que fue algo maduro de mi parte, pero si gracioso. Estuvo por todo un mes usando playeras rosa en casa. Debieron haberlo visto, su expresión de odio hacia mí fue hermosa.

Ah, y también fue rubio durante un tiempo (digamos que por casualidad confundió el champoo con tinte para cabello), eso sin duda fue mi mejor golpe. Poco maduro sin duda, pero el mejor. Creo que ver películas de comedia me ha ayudado a completar mis objetivos. Nunca subestimen a una chica que ve muchas películas.

Fue gracioso verlo ahí, todo preocupado por su imagen. Lo único que le quito emoción a mi broma fue el hecho de que a las chicas si les gustó de rubio. Eso lo volvió más arrogante de lo normal, pero su color solo duro unos días, después tiñó su cabello de negro nuevamente.

El sin duda sospecha que las pequeñas bromas fueron hechas por mí, pero no tiene como comprobarlo y nunca lo hará. Y en lo que a mí respecta, me he hecho la tonta.

Ya estamos a cinco días para navidad y en el instituto casi no tenemos muchas clases debido a la cercanía de las fiestas.

En casa reina el espíritu navideño, tanto así que los cuatro hemos decorado el árbol de navidad juntos como una gran familia feliz. Aunque de hecho, no me desagrado tanto como pensé (a excepción de que Mark fue parte de nuestra actividad).

El señor Davis, cada vez me agrada más, es un excelente hombre. ¿Cómo es posible que Mark sea su hijo? No lo comprendo del todo, pero es un misterio que no quiero resolver.

Yo aún tengo miedo de Mark, y lucho con el fuerte impulso de amenazarlo de muerte si se atreve a decirle a alguien sobre el hecho de que vivimos bajo el mismo techo, pero, el aun no le ha dicho nada a nadie y aunque no lo crean eso me molesta de cierta manera, en el instituto nadie a excepción de Teresa sabe, ni siquiera a Theo le he contado. Y Rezo en lo más profundo de mi corazón porque se mantenga de esa manera.

Entre Theo y yo no ha habido ningún progreso, pero sí nos hemos vuelto muy unidos, hacemos un gran equipo los tres, nunca creí que entre los tres se forjara una gran amistad (aunque yo quería más).

Theo al final si logró entrar al equipo de futbol americano, estuvo tan feliz que nos invitó un helado para celebrar. Y con Teresa comenzamos a ir a sus partidos para animarlo (de hecho, yo comencé a ir, ella de por sí ya asistía desde antes a los partidos), y de hecho me sorprendió el hecho de que  ese deporte llamara mi atención, es un poco brusco, pero interésate de ver.  Aun no me aprendo su posición, pero lo que sí sé es que Mark lo hizo sufrir y sudar mucho para que lograra entrar, pero incluso el no pudo decir que no a sus capacidades de atleta y a regañadientes lo admitió. Y sé que no se arrepiente de haberlo aceptado, ya que Theo resulto ser bastante bueno jugando.

—Han pasado cuatro meses y aun no has hecho ningún progreso con Theo—dijo Teresa al mismo tiempo que se lleva un trozo de pizza a la boca.

Me encojo de hombros—No puedo forzar las cosas, además somos buenos amigos, estoy feliz con eso—mentí.

—No deberías de conformarte con eso. Él es un chico simpático y guapo. Se te va a escapar de las manos.

Teresa y yo estamos en mi casa haciendo un trabajo de ciencias, pero hace veinte minutos lo acabamos y terminamos comiendo pizza y hablando de chicos.

—Tampoco podemos forzar las cosas, solo lleva cuatro meses aquí. Es imposible que se enamore de mí en tan corto tiempo—digo resignada.

Teresa pone una expresión triste—Yo creo que es tiempo más que suficiente para enamorarte de alguien. A veces puede ser amor a primera vista.



#4963 en Novela romántica
#383 en Joven Adulto

En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.