MARK
La navidad siempre era un asco. Sobre todo porque me hacen recordar cosas que no quiero.
—Ya casi está listo—anuncia la Señora Clark desde el primer piso.
—Ya vamos—grita Mel desde su cuarto.
Yo estoy tendido en mi cama fingiendo escuchar música, pero en realidad no hago nada más que escuchar como Mel hace ruidos extraños que proviene de su habitación.
¿Qué tanto hace allá adentro?
La siento salir de su habitación, después de todo ella duerme justo al frente de mi habitación, es difícil no escucharla.
—Oye tú, ¿no oíste que mamá nos llama?—la cabeza castaña de Mel esta asomada en mi puerta.
Me saco los auriculares y levanto las cejas— ¿decías?—pregunto con una media sonrisa.
Ella me blanquea los ojos—Hay que bajar, la cena esta lista.
—Aja, ya vete—digo en tono molesto.
Ella me mira con disgusto y luego desaparece cerrando mi puerta.
Estoy irritado, y no solo es con ella, con todos. Odio la maldita navidad. Y no, no la odio porque el maldito viejo de traje rojo no me dio un maldito regalo cuando era un crio. La odio por la simple y única razón de que me recuerda a la mujer que se supone es mi madre. Además, no estoy acostumbrado a estar rodeado de más gente, solo es eso.
Y para la buena suerte de Mel, ella está lo suficientemente cerca de mí como para ser quien reciba todo mí odio. Lo siento, bebe. No soy un santo y no pretendo que me entienda, solo debe hacer lo que mejor sabe hacer: ser el centro de mi mal carácter, el cual por cierto es una mierda.
Después de calmar mi mal genio, me decido por bajar.
—Pensé que no bajarías—dice la señora Clark con un evidente tono de alivio en su voz.
Como no tengo ánimos de sonreír, solo me siento junto a Mel.
Mi mirada va hacia la mesa; hay tres tipos de ensalada, un vaso para cada uno y como no, también hay ponche.
Puedo sentir una cierta tensión en la mesa. Papá me mira con desaprobación y Mel, ella solo ignora la situación de una forma muy poco convincente. De pronto el techo es un tema de gran interés para ella.
—Bien, sé que esto es algo nuevo. De hecho para mí lo es, ya que durante doce años solo fuimos Melody y yo. Pero me alegro de estar aquí con ustedes—dice la señora Clark provocando que todos la miremos.
Ella nos sonríe de una forma tan genuina que me provocaba una cierta culpa que me cabrea por dentro.
Quiero distraer mi mirada de sus puros y felices ojos por un segundo, y funciona a la perfección, ya que mi mirada cae en un par de piernas que no he visto desde segundo año. Las piernas de Mel están al descubierto hasta un poco más arriba de sus muslos. Trago saliva. De hecho, por mi mal genio no me percaté de lo malditamente caliente que se ve. Su pelo esta ondulado y lleva un vestido entero de color azul que deja a la vista su espalda.
Trago saliva nuevamente por las cosas que me está provocando. Creo que necesito echar un polvo urgente, de lo contrario no vería a Mel como una chica caliente. Mel es de todo, pero jamás atraería mi atención sexual.
—Entonces ya que estamos aquí, pues hay que comer—dice mi padre provocando que la señora Clark y Mel rían.
Minutos después todos estamos con un trozo de pavo en nuestros platos. Mi padre esta embobado en una plática con la mamá de Mel.
En cuanto a mi compañera de al lado, ella está sumida en sus pensamientos. Lo sé por solo con ver su cara y en como juega con su comida.
Vuelvo a mirar sus piernas y me pregunto sobre la forma en que reaccionaria si pasara mis manos por ellas ¿se molestará? ¿Saltaría del asombro? Me provoca risa al imaginarme sus diferentes reacciones.
Debo decir que en cierto momento comencé a disfrutar estar con ellos.
La cena de esta noche está tranquila, nada en comparación a años anteriores. Todos los años papá siempre está trabajando para estas fechas, así que para mí nunca han sido importante este tipo de fechas. Navidad, año nuevo, ni siquiera mi cumpleaños es importante, son solo un día más.
A los doce años le rogué a mi padre para que me dejara vivir con mamá, como todo niño, deseaba estar junto a ella. Que estúpido fui en ese entonces. Bueno no me arrepiento, así fue como descubrí que ella no me quería.
Pase casi todo un año con ella, aunque no exactamente con ella, ya que me dejaba con la vecina y nunca estaba en casa. Ella era más de fiestas y hombres. Cuando papá se dio cuenta, nuevamente me llevo con él. Y todo eso sucedió para estas fechas.