Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XIII

Estoy aun en el suelo, mis lágrimas aún siguen saliendo, pero mis sollozos se han detenido. Por fin soy capaz de dejar salir todo, por fin ejercí mi derecho a desahogarme.

—Oye ¿estas viva?—pregunta Mark desde el otro lado de la puerta.

Levanto mi cabeza y seco las pocas lágrimas que aún se deslizan involuntariamente por mis mejillas.

— ¿Qué quieres?—pregunto con la voz ronca debido a los sollozos.

—Estas viva, eso es bueno—dice Mark tratando de bromear.

Involuntariamente una sonrisa se forma en mi rostro. —Eso no responde mi pregunta—digo de vuelta.

Mark no me responde. Con un esfuerzo trato de levantarme del suelo, mis piernas y mi trasero hormiguean en protesta por la incómoda posición en la que me encontraba.

Con curiosidad abro la puerta para ver si él está ahí, pero la luz me encandila la vista, obligándome a cerrar los ojos.

—Si creí que cuando te levantabas estabas fea—dice con una media sonrisa en su rostro, —retiro lo dicho. Después de llorar es cuando más fea estas.

Le golpeo el brazo, pero mi intención es en modo de broma.

—Deja de fastidiarme—trato de `poner fastidio en mi voz, pero no lo logro.

Mi intento de parecer molesta solo hace que su sonrisa se enanche.

—Ven—dice Mark mientras jala de mi brazo.

Frunzo el ceño mientras soy jalada, por alguna razón no tengo ganas de volver a la oscuridad de mi habitación.

— ¿A dónde me llevas?—pregunto mientras bajamos las escaleras.

—Cierra la boca y sígueme—dice él sin mirarme.

Sigo con el ceño fruncido, pero una chispa de emoción comienza a crecer. Mark toma las llaves de la casa y me ordena esperarlo en la sala. Miro a mí alrededor y me doy cuenta de que mamá y Robert ya no están en casa.

De pronto aparece Mark con dos cascos, me tira uno.

—Espérame en la entrada, iré por la moto.

—Deja de hacer ese maldito gesto—Mark apunta a su frente—te vas a arrugar y te vas a ver más fea aun.

Coloco los ojos en blanco.

—Si ese es tu modo de darme ánimos—bufo, — déjame decirte que de verdad apestas—. Cruzo mis brazos bajo mi pecho.

Mark deja escapar una risa, y eso me asombra a un nuevo nivel, digo, no es una de esas risas con las que estoy familiarizada. Esta es una sonrisa genuina, esa en donde se enseñan los dientes y te dan ganas de reír también. En cierto modo creo que…me gusta.

— ¿Te vas a quedar ahí parada como tonta o vas a venir conmigo?—Mark me saca de mi pequeño trance.

—Más te vale que no me lleves a algún sitio raro, o te mato—le advierto.

—No te preocupes, solo te llevare a un lugar lejano y te dejare abandonada—me guiña un ojo.

Esas palabras traen amargos recuerdos y borra de mi rostro cualquier rastro de sonrisa.

—No sería la ´primera vez que me abandonas—digo, recordando mis hermosos quince años. Cuando en una de las excursiones de curso Mark me aparto de nuestro grupo y me dejo abandonada por más de una hora. Al profesor le costó mucho encontrarme.  

—No recordaba eso—dice Mark en un susurro. De pronto todo su cuerpo se pone rígido, evitando mirarme.

—Créeme, eso es algo difícil de olvidar para mí—digo con palabras amargas.

Ambos nos montamos en la moto bajo un ambiente incómodo. No es mi intención haber arruinado el ambiente, de modo que doy un largo suspiro y aparto de mi mente cualquier pensamiento negativo.

—Espero que sepas manejar bien esta cosa, no quiero morir el día de mi cumpleaños—digo tratando de aliviar el ambiente.

—Soy un experto, como en todo lo que hago—dice Mark con ese tono característico de arrogancia—Te aconsejo que te agarres fuerte, voy a ir muy rápido—grita Mark.

Sonrió aunque sé que él no me puede ver. Con indecisión paso mis manos alrededor de su torso, pero en cuanto acelera, mi agarre aumenta haciendo que pegue mi cara el su espada.

A medida que el viento agita mi pelo, cosquillas comienzan a subir por mi estómago, jamás había subido a una moto y la sensación llena de adrenalina cada parte de cuerpo. No creí que la sensación fuera tan deliciosa.

Mark parece saber dónde llevarme, ya que no duda en ningún giro. En un abrir y cerrar de ojos estamos llegando al centro de la ciudad, por alguna razón supuse que nos detendríamos aquí, pero Mark no hace ninguna parada, llevándonos hacia las afueras de la ciudad. No es mi intención, pero una alarma comienza a encenderse dentro de mí. El no piensa llevarme fuera de la ciudad y abandonarme allí, ¿verdad?



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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