Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XVIII

Llego a casa pasada las siete de la tarde. Las luces están encendidas, indicando que Mark está dentro. Al entrar dejo mis llaves sobre la mesa de centro y veo que Mark está tendido en el sofá mirando su celular.

—Creí que ya no llegarás—dice Mark sin mirarme—, la cena se enfrío.

Abro mis ojos. Si soy sincera, no creí que Mark hablara enserio respecto al esperarme con la cena.

—Lo siento, no creí que llegaría tan tarde—confieso—, no pensé que hablaras enserio sobre esperarme con la cena—un malestar que interpreto como culpa comienza a invadir mi cuerpo.

Mark se levanta del sofá y camina hacia la cocina, cuando ve que no lo sigo se gira para mirarme. —¿Vas a querer cenar o no? —pregunta con las cejas alzadas.  Yo asiento con la cabeza y como no me queda opción, lo sigo a la cocina. Mark da un par de vueltas, mete un plato al microondas y como no se que hacer, opto por sentarme en mi lugar habitual.

—Después de que se ustedes se fueron, Theo me invito a ver una película para pasar la tensión del momento, y no creí que acabara tan tarde—por alguna razón, siento la necesidad de justificar el por qué he llegado tan tarde.

—En realidad yo no pregunté nada—aclara Mark—Pero me alegro de que no hayas llegado más tarde, no me imagino buscándote por ahí—dice antes de tenerme un plato con pasta.

—Gracias—digo al recibir el plato.

—Después de verte hoy, supuse que te divertirías—una sonrisa ladina se forma en su rostro—, sobre todo si tenemos en cuenta que estabas con tu novio—de pronto su sonrisa desaparece, y es reemplazada por una expresión vacía, hasta puedo decir que parece enfado.

Coloco los ojos en blanco. —Sabes que Theo no es mi novio.

—Pero faltas no te ganan para que lo sea—me ataca.

Esta conversación me esta colocando de mal humor y no puedo evitar ponerme a la defensiva.

—Deja de ser tan inmaduro, para comenzar ¡¿Qué te importa a ti quien me guste?! —grito— y ¿qué tiene de malo salir con un amigo? —ya no siento hambre y en vez de llevarme la comida a la boca, comienzo a jugar con ella en mi plato.

Alzo mi mirada para ver la expresión de Mark, lo veo abrir la boca para argumentar algo, pero decide no hacer nada.

—Eso creí—digo con una sonrisa de satisfacción antes de llevarme una cucharada de pasta a la boca. Realmente no tengo ganas ni intención de iniciar una discusión con Mark, no después de que ambos hemos prometido tratar de llevarnos bien.

Entre nosotros se hace un silencio algo incomodo, Mark esta aun frente a mí y siento que no quiero seguir comiendo.

— ¿A dónde vas? —pregunta Mark cuando ve que me levanto. Enseño el plato de comida. —En primer lugar, gracias a ti se me quito el apetito—levanto una ceja—, y, en segundo lugar, no quiero verte la cara por ahora.

Me giro para llevar el plato al lavavajillas, pero como aún tiene una porción considerable de comida, decido dejarlo sobre el mueble de cocina.

Mark abre sus ojos ante mi sinceridad.

—Ahora si me disculpas—digo con sarcasmo—quiero ir a mi cuarto. Cuando dejes de ser un pesado, sabes donde estaré—camino con paso rápido hasta la salida de la concia.

—¡Espera! —grita Mark a mis espaldas. Si esto hubiera pasado hace un año atrás, jamás me hubiese girado, pero ahora, ya no lo puedo ignorar como antes.

De mala gana me giro, pero el poco enfado que he acumulado en los últimos minutos se esfuma cuando veo la mirada suave que tiene Mark. Ni siquiera me hubiera imaginado que Mark puede mirar de aquella forma tan indefensa.

—Okey—dice Mark—. Lo siento, es solo que me cuesta deshacerme de los malos hábitos. Me cuesta tratarte amablemente, no cuando han sido trece años de peleas continuas—se justifica—. Tú más que nadie debe saber la mierda de persona que soy.

Verlo frente a mi denigrándose de esa manera me deja muda. Admito que Mark es una persona difícil de tratar, pero he podido ver lados de él que nunca he visto y cada vez que mis prejuicios vuelven, mi mente recuerda la voz de mamá diciéndome que quizás Mark tiene una razón por la cual él es así.

Y aunque parezca extraño, en todo este tiempo, la curiosidad ha comenzado a crecer y siento ganas de poder comprender a Mark, ¿qué puedo decir?, soy una persona rara.

—Por favor termina tu cena, sabes que mi pasta quedó deliciosa—dice, y de la nada una sonrisa cubre su rostro. Asiento con la cabeza y cuando me doy cuenta, soy consciente de que le estoy correspondiendo la sonrisa.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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