Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XIX

Queridas, para que no se pierdan, vayan al capítulo XVI. Me equivoqué en subir los catítulos y me salté muchos y subí unos de más adelante :c pero ya corregí ese error, por eso para que se actualicen, vayan al capítulo que mencioné xD. Lamento haber cometido ese error :c

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MARK.

Contarles mi nueva situación familiar a mis amigos no fue tan mierda como pensé, incluso lo tomaron bien.

—Ahora podrás colarte en su cama—bromea Eric. Su comentario provoca que quiera romperle los dientes, pero se que no lo hace con mala intención. Eric nunca piensa antes de hablar.

Mi mirada y la de Michael se encuentran, el niega con la cabeza al saber lo que pienso, y asiento. Michael me advirtió que no tomarían mal mi repentina situación familiar.

Cierro los ojos y tomo aire. Ver a mis amigos reír hace que ría también. Es agradable no tener secretos con ellos, después de todo, son como mis hermanos.

Veo a Michael separarse del grupo, pero le resto importancia. De seguro se ha ido a un sitio más tranquilo, después de todo no es un tipo de fiestas. De hecho, el viene con nosotros para cuidarnos y asegurarse de que no nos mandemos una cagada.

Me froto las manos en los jean para ver si entran en calor, está fresco aquí afuera, pero se que pronto entraré en calor. Cuando decido que es hora de que comenzar a disfrutar la fiesta, les hago un gesto con las manos a los chicos indicando que iré por una cerveza. Ellos asienten con la cabeza y siguen hablando entre ellos. Me separo del grupo y entro en la casa, el ruido aquí es mas fuerte y ya hay mas gente que cuando llegué.

Esta no es mi primera vez en esta casa y por ende se donde esta casa cosa, cada habitación y cada rincón. Para comenzar a estar en sintonía, dirijo mis pasos hasta la cocina, allí hay unas chicas que están bastante calientes, pero a juzgar por la vestimenta (la que no deja nada a la imaginación) esas chicas solo vienen aquí por una cosa, y la cual no es bailar.

Trato de abrirme paso entre esas chicas y unos guarros que tratan de engatusarlas. Las chicas me miran y automáticamente tengo su atención.

Genial

Aun así, pongo mi habitual sonrisa y las ignoro para pasar de largo hasta llegar a la mesa que esta repleta de vasos plásticos color rojo. Tomo uno y salgo de la habitación con la misma rapidez con la que entro. Aun así, lo que llama mi atención es una multitud en la habitación continua. Frunzo el ceño y camino hasta esa misteriosa habitación, allí veo a una rubia que jamás había visto antes apoyada en el umbral de la puerta.

— ¿Qué están haciendo aquí? —pregunto con la sonrisa que las vuelve loca. Ella reacciona ante mi y apunta hacia el centro de la habitación. Mi mirada sigue su dedo índice. —strip póker—responde con una voz malditamente sexy. Mi sonrisa en enancha, esto sin duda se va a poner bueno.

***

¿En qué momento quedé solo en calzoncillos? No lo sé.

¿En qué momento es rubia y yo comenzamos a besarnos? Ni puta idea, pero no me molesta.

—Si quieres, podemos subir a un lugar más tranquilo—susurra la rubia en mi oído. Cierro los ojos, y por una fracción de segundo me propongo rechazarla.

—Sin compromiso—recalca antes de besar mi cuello.

—Eso suena bien para mí—digo mientras mis manos recorren su vientre desnudo. La sonrisa de la rubia se enancha. Ambos tomamos, yo me coloco los pantalones y me paso la playera sobre la cabeza. Esta me la coloco al revés, pero no me importa. Ella parece no sentir pudor por lo que me arrastra entre la multitud solo en ropa interior.

Me detengo al pie de la escalera.

—Sube tu primero—digo con mi habitual sonrisa de medio lado—, yo iré por algo de tomar.

La rubia me guiña un ojo y no duda en hacer lo que le ordeno. Mientras camino por la pista de baile, me coloco mi chaqueta de cuero. Algo me dice que es estúpido vestirme si pronto ya no tendré ropa, pero ignoro aquel consejo de mi sentido común. Frente a mi veo otra mesa con vasos y botellas de todo tipo de licor que puedas imaginar. Al menos no tengo que perder el tiempo yendo a la cocina.

Tomo dos vasos con vodka, me giro para volver con la rubia que de seguro esta tendida en la cama solo esperando por mí, pero el eco de una risa que conozco bien hace que me quede paralizado.

Dejo los vasos sobre la mesa y como si de mi vida se tratara, me abro paso entre la gente. No me importa si empujo a alguien, incluso no me disculpo por dar vuelta algunos vasos, lo que necesito es comprobar que la dueña de esa risa no es Mel.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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