Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XXI

A juzgar por la expresión con la que Mark mira, creo que está incomodo, pero eso no significa que esté de mal humor. De hecho, se muestra agradecido con todo. Eso me hace levantar la ceja y que ese bicho curioso despierte.

Pero cambiando de tema, debo de decir que el pastel que hizo mamá estaba delicioso. La decoración es sencilla, pero es lindo, después de todo es el pastel de un chico.

Cuando acabamos de comer, mamá se prepara para llevarse la vajilla a la cocina. Frunzo el ceño, ella y sus hábitos de limpieza.

—Robert y yo debemos volver a trabajar, lamentamos dejarlos solos—dice mamá mirando el reloj que tiene en la muñeca. Suspiro al comprender que sus profesiones requiere de bastante tiempo.

Mi lado lógico me dice que debo de aceptar, después de todo Mamá es enfermera con turnos de doce horas y Robert es Medico, ya bastante agradecidos estamos con poderlo ver. Pero mi lado infantil y dependiente de mamá me hace hacer un puchero. ¿de verdad no pueden quedarse un rato más?

— ¿De verdad no se pueden quedar? —pregunto esperanzada.

Mamá niega con la cabeza.

—Sabes que no podemos. Ya bastante suerte tuvimos con que nos dejen salir por estos momentos—dice mamá con tono amable—. Agradezco que la directiva nos autorizara a salir durante, pero el compromiso fue que debíamos volver a cumplir con el resto de las horas.

Asiento como si entendiera la situación, pero por dentro no puedo evitar sentirme triste. Mis ojos se encuentran con los de Mark, mi primer reflejo es sonreírle, pero me sorprendo cuando él hace lo mismo.

Ok, al menos creo que tenemos algo en común. Ambos estamos siendo abandonados por nuestros padres. Me dice mi voz interna.

Con Mark despedimos a mamá ya Robert, eso más o menos como a las nueve de la noche.

—Supongo que ahora nos tocara terminar la celebración a solas—digo mientras camino a la cocina para sacar una abandonada botella de tequila que vi hace algún tiempo, y la cual estoy segura nadie recuerda que existe. Mientras saco los vasos de cortitos (ni siquiera sé porque tenemos ese tipo de vasos en casa), oigo unos pasos. Me giro con la botella en las manos.

—Woow, yo que tu dejo eso donde estaba—dice Mark con los ojos abiertos.

Frunzo el ceño y me río.

—No me digas que tienes miedo de beber alcohol conmigo—bromeo.

Mark niega con la cabeza, pero por su expresión puedo ver que se está debatiendo. ¿tan mala compañía soy? Ok, hasta yo se la respuesta a eso. Mark después de unos segundos me sonríe con su típica sonrisa ladina.

—No es por mí por quien me preocupo. Hasta donde yo sé, soy muy bueno tolerando el alcohol, cosa que no puedo decir lo mismo de ti—su tono burlón me hace reír.

—Ve por los limones—le digo a Mark mientras busco la sal. El me mira con cara de “¿estás hablando en serio?” pero no me cuestiona e incluso obedece mi orden.  Cuando tenemos todo listo, nos vamos al cuarto de estar y dejo todo sobre la mesita de centro. Mark, como si me leyera la mente, coge los cojines y los tira al suelo para que nos sentemos.

Ambos nos tomamos el primer trago de tequila al mismo tiempo. Hago una mueca cuando siento el licor correr por mi garganta. Cuando veo a Mark este me está mirando de forma divertida.

— ¿De verdad puedo confiar en que somos amigos? —me pregunto a mí misma. Cuando veo que Mark abre los ojos, me doy cuenta de esas palabras salieron de mi boca en voz alta.

Mark, me está mirando con sus verdes ojos de manera intensa, lo cual me hace sonrojar. Aun así, el asiente, dando respuesta a mi pregunta.

Sonrío, no sé por qué, pero sonrío.

—Quiero saber sobre ti—confieso avergonzada, pero me niego a que mis ojos no dejen los de Mark. Estoy decidida a conocerlo, tanto por mamá como por mí. No quiero estar atada a la mala imagen que tengo de él. Siento que hay más de él, que hay algo más que debería de ver.

De pronto, una idea viene a mi mente.

—Haremos un juego, la persona que gane, le preguntará algo al otro—digo entusiasmada.

Él niega con la cabeza, pero sonríe. Al parecer él está de acuerdo.

Sirvo los siguientes cortos de tequila. Mark reparte el limón y la sal. Ambos nos miramos y con piedra papel o tijera decidimos quien es el primer ganador.

No me lo espero, pero pierdo en el primer intento. Okey, esto no está saliendo como imaginé, pero no demuestro mi descontento y como buena perdedora, acepto mi derrota.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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