Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XXV

Siento que mis mejillas arden como el infierno.

Me levanto de mi sitio y me comienzo a alejar de la gente, la cual, me mira como si estuviera loca. Por alguna razón siento la necesidad de estar lo más lejos posible, quiero llegar a casa para poder lanzarme a mi cama y ponerme a llorar como la adolescente exagerada que soy.

—¡Hey! —. Dice la voz de Mark mientras me jala del brazo para que lo mire.

Su mero tacto hace que mi corazón comience a latir de tal forma que se puede confundir con un ataque cardiaco.

Trago saliva e intento sonreír, aunque fallo de una forma asquerosa.

Su mirada me estudia, pero por mi parte, trato de evitar el contacto visual para que no se dé cuenta de que quiero huir de él.

— ¿Estás bien? —pregunta con preocupación en la voz. Su tono de voz hace que mi pecho duela, pero esta vez le sonrío de forma y sincera, asintiendo con la cabeza.

—Solo estoy un poco cansada—miento. Estoy segura de que, si le digo que quiero huir de él, no me dejará ir.

—yo…— Mark titubea pasándose su mano libre por el cabello. Lo miro y se ve nervioso. —Sabes que yo no te besaría en contra de tu voluntad, te juro que trate de hacer lo posible para que salieras invicta—su sonrisa es triste—, pero no pude hacer nada.

Me le quedo mirando con la boca abierta, ¿Quién es este chico que está frente a mí? Porque es obvio que no es el chico rudo que conozco. ¿Dónde está Mark, el cretino que me hace la vida imposible? ¿Dónde está mi enemigo de toda la vida? Porque este chico tímido de ojos verdes que tengo frente a mí no es Mark.

Río, pero no es debido a alguna broma. Río debido a los nervios.

Si Mark fuese el mismo chico de hace un año, estoy segura de que yo estaría hecha una furia con deseos de sangre, incluso lo hubiese golpeado, pero no. Ahora ya no soy capaz de enfadarme con él, no después de los cambios que he visto. El Mark que yo conocía no es nadie en comparación con lo que he podido ver en este año. Y no digo que el cambio me desagrade, pero me asusta lo bien que me siento con él.

—No tienes que intentar disculparte—digo suavizando mi voz—, es mi culpa que haya pasado esto en primer lugar. Tú me advertiste, pero yo te ignoré—. Lo miro a los ojos y él me sostiene la mirada—. Soy yo quien lo siente.

— ¿Entonces no estás molesta? — pregunta con alivio en la voz.

Sonrío y niego con la cabeza.

—Claro que no, ya tengo dieciocho años—le recuerdo con una sonrisa—, se supone que soy dueña de mis propias decisiones, y según lo que recuerdo, y yo decidí besarte.

Mark abre sus ojos asombrado con mi respuesta, y rápidamente el asombro se transforma en una sonrisa radiante.

—Pero si me sueltas, creo que yo puedo ir a dormir—digo, señalando mi brazo que está sostenido por la mano de Mark.

El parece recién darse cuenta, así que lo suelta. Nuevamente se pasa la mano por su cabello, y compruebo que ese gesto denota nerviosismo.

Me quedo de pie, sin saber que esperar o decir. Ahora ya no siento la necesidad de escapar como hace unos momentos atrás.

— ¿Entonces, estamos bien? — pregunta Mark.

Asiento, sonriendo. —Si, estamos bien. Digamos que eso fue un beso de hermanos—me encojo de hombros.

El ríe, al menos es bueno que se lo tome con gracia.

—Claro, somos hermanos que se besan en la boca, pero supongo que esa es nuestra muestra de amor más grande—se ríe.

Me sonrojo ante ese comentario, pero debido a la oscuridad de la noche sé que él no lo puede notar.

—Será mejor me vaya—digo sin convicción.

—Claro, yo volveré a la fiesta. Iré a casa en un rato más—me responde él.

Asiento con un poco de decepción, pero es mi culpa en primer lugar al creer que volvería a casa conmigo.

Me despido con la mano y me giro en dirección a casa. Mi paso es lento debido a que en realidad si estoy cansada. Supongo que es debido a la adrenalina del momento. Solo quiero llegar rápido y poder disfrutar de la comodidad de mi cama. Agradezco a la soledad de la noche, así, puedo reflexionar sobre mis actos y mis extraños sentimientos.

***

La casa está en silencio debido a que es de madrugada y es obvio que mamá y Robert están dormidos. Con cuidado me dirijo a mi habitación. Me despojo de la poca ropa que llevo encima y me coloco mi pijama.



#4932 en Novela romántica
#386 en Joven Adulto

En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.