Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XXVI

Me he pasado los últimos días de mis hermosas vacaciones con mis amigos. O al menos esa es la excusa perfecta que me he inventado para no ver el rostro de Mark.

Lo sé, estoy actuando como una niña malcriada que le es más fácil huir de sus problemas que enfrentarlos. Con Mark hablamos y dejamos las cosas claras, soy consciente de que tengo mis pensamientos muy claros, pero aun no puedo ser capaz de verlo a la cara. El y su verde mirada me hacen sentir incomoda, aunque no de una mala manera, es solo, que siento que con esa penetrante mirada es capaz de ver mi alma.

Cuando llegamos a casa luego de pasar esas semanas en la playa, no he salido de casa de Teresa. Me he inventado una y otra excusa para no estar en casa, pero a su vez, también me la he pasado con ella porque de verdad la extrañe en nuestro viaje. Creo que jamás he pasado tanto tiempo sin ella. Pero todos sabemos que esa no es mi razón principal para estar en su casa.

Teresa cuando me vio, me abrazo a tal punto, que les aseguro que casi me deja inconsciente debido a la falta de aire. Ella no paraba de hablar y decirme lo mucho que me había extrañado. Creo que literalmente solo volví a casa para dormir. No sabía de lo mucho que necesitábamos ponernos al día.

Aun no soy capaz de decirle lo que ha pasado en la fiesta de la playa, me da mucha vergüenza hacerlo, y no sé cómo va a reaccionar cuando le diga.

Es domingo y también es mi último día de vacaciones antes de volver a clases. Estoy en casa de Teresa y realmente siento me siento incomoda viendo su linda cara y saber que le estoy ocultando algo tan grande como lo que estoy a punto de decir. Habría fallado como mejor amiga si no le cuento mi más oscuro secreto hasta ahora. Si no le digo lo que ha sucedido en esa fiesta, dudo que pueda llamarme su mejor amiga otra vez.

—Necesito contarte algo—le digo a Teresa con un poco de pánico en mi voz.

Ella quita la mirada del televisor para girar su cabeza y mirarme con el ceño fruncido.

—Te escucho—responde mientras alza ambas cejas en señal de curiosidad. Al verla tan pendiente de mí, hace que me coloque nerviosa. Inconscientemente trago saliva, ahora no se si es buena idea contarle.

Teresa sigue mirándome con sus penetrantes ojos grises. Verla tan curiosa hace que me acomode nerviosa en mi asiento.

No seas infantil, ya cuéntale. Me regaña mi ángel interno.

Haciéndole caso al lado bueno de mi conciencia, inhalo aire. Si comienzo a hablar voy a necesitar mucho aire, porque estoy segura de que no voy a ser capaz de detenerme.

—Bien, te conté lo bien que lo pasé en la playa, sabes que hice muchas cosas, también comí mucho—la miro a los ojos—, pero hay algo que sucedió y que aún no supero—. Teresa hace el intento de hablar, pero se lo impido con un gesto de mi mano.

>>—Mark y yo nos besamos—niego con la cabeza al ver como Teresa abre sus ojos—. No nos besamos por gusto, fue algo que sucedió a causa de un juego—digo lo más rápido que puedo. — Ese estúpido juego de la botella—comienzo a balbucear—. No es como que el haya querido besarme ni nada, pero la cosa es que nos besamos. —Teresa tiene la boca abierta y sus ojos pestañean muy rápido —Hablamos después de eso. Él me dijo que no había sido su intención, pero yo aun no sé qué sucedió en sí. No me puedo quitar ese momento de mi cabeza, ¿Qué hago? Necesito actuar como antes—estaba respirando aceleradamente.

Ella aún tiene esta mirada de shock en su rostro, pero sacude la cabeza y comienza a hablar mientras me zarandea.

— ¿Cómo es posible que hasta ahora me estés diciendo todo esto? —suena indignada.

Yo niego con la cabeza y me encojo de hombros, sonrojada.

—Estaba, corrección, estoy avergonzada.

Teresa aprieta sus manos en mis hombros y acerca su rostro al mío.

—Esto es algo que debiste de decirme antes de entrar a mi casa. Es es un detalle que definitivamente debiste contarme. —Sus ojos brillaban por la ilusión.

—Yo sabía que le gustabas—asegura más para sí misma que para mí. Teresa parece estar teniendo su propia fantasía en su cabeza, ya que lleva sus manos a sus mejillas y sonríe como una idiota.

Frunzo el ceño.

— ¿Acaso escuchaste lo que dije?

—Cada palabra—asegura muy contenta.

—Estás totalmente loca—digo entre risas.

—Pero tú tienes loco a Mark, el chico mujeriego que no se ha interesado por nadie jamás. —Parece que mi mejor amiga está teniendo una idea equivocada acerca de esta situación.



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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