Mark me mira expectante. Trago saliva y me obligo a apartarme de él, si me quedo cerca no voy a ser capaz de pensar.
Mark se queda en su sitio, mirándome, esperando a que diga algo.
¿Qué se dice en esta situación? no sé, nunca sé qué hacer y eso me da mucha rabia. Las palabras no salen y yo solo puedo quedarme en mi sitio, muy quieta y con la mente en blanco.
—Por favor no me mires así y dime algo—dice él.
Frunzo el ceño. — ¿Así como? —pregunto pestañeado muchas veces.
—Como si no me conocieras, como si quisieras salir corriendo.
Niego con la cabeza, pero eso es exactamente lo que quiero hacer en este momento.
— ¿Cómo quieres que reaccione? ¿Cómo quieres que te mire? —pregunto con miedo—esto es algo que me tiene desconcertada.
Él se acerca a mí de nuevo, pero yo retrocedo un paso.
—Te acabo de decir que me gustas y ¿no sabes cómo reaccionar?
Asiento.
—Solo dime si sentiste algo.
Me sonrojo, es obvio que sentí algo, pero no sé que nombre darle a esos extraños y nuevos sentimientos que se arremolinan dentro mío.
—Estoy ebria y no puedo pensar, sobre todo no puedo responder coherentemente.
El me mira herido.
—No crees lo que acabo de decirte—dice con la voz ronca.
Niego con la cabeza.
—No sé qué creer, me acaban de destrozar el corazón, no sé cómo reaccionar ante tu confesión, hace un año podríamos habernos matado de ser posible y que hoy, estés frente a mí—niego nuevamente con la cabeza—, no sé qué decir—por alguna razón, siento ganas de llorar.
—Pero las cosas cambiaron—dice el—ya no nos odiamos más.
Asiento, pero no digo nada.
—Entiendo, sabía que algo como esto podría pasar—ríe sin humor.
— ¿Algo como esto? —pregunto.
Mark me mira a los ojos.
—Ni yo mismo me lo puedo creer, eres totalmente distinta a los tipos de chica que he conocido. No eras para nada mi tipo—ríe—, pero aun así no sé cómo me fui a enamorar de ti.
Esas palabras me llegaran muy dentro.
—Pero no te preocupes—sonríe—, no me daré por vencido, hare que te enamores de mí y que seas tú quien ruegue por un beso mío, porque no te besare hasta que tú me lo pidas—su sonrisa es demasiada confiada para mi gusto.
Abro mis ojos.
— ¿Qué quieres decir? —pregunto asustada.
Él me sonríe con absoluta confianza.
—Hare que te enamores perdidamente de mi—él se acerca—. Hare que pienses en mi a cada minuto del día, que sea yo la primera persona en quien pienses cuando te levantes. —se acerca a mis labios dejando pocos centímetros, Mark muy bien podía besarme si el quería—quiero que te vuelvas loca por mí, pero no te besaré—dice y yo trago saliva.
Después de esas palabras el retrocede dejándome expectante.
—Ven—dice con una sonrisa—, por ahora hay que ir a casa.
Yo me quedo con cara de “¿qué demonios?” pero lo sigo sin decir ninguna palabra y con mi corazón latiendo a ml por horas.
Cuando llegamos a casa, todo está en silencio, ambos procuramos no hacer ruido, ya que nuestros padres se encuentran dormidos.
Yo por mi parte subo en silencio, quiero escapar cuanto antes de la mirada tan fija de Mark.
— ¿Puedes dejar de mirarme por favor? —pregunto un poco histérica.
El ríe. —Siempre te he mirado de la misma manera o ¿puede ser que ahora eres más consiente de mí?
Coloco los ojos en blanco, pero aun así no digo nada. No sé qué responder.
—Buenas noches, Mark—digo antes de entrar en mi habitación.
—Sueña conmigo—dice él antes de que cierre la puerta en su cara.
En mi habitación, me derrumbo en mi cama unos minutos, no sé si lo que sucedió fue real o solo un producto de mi imaginación. De forma instintiva, me llevo el índice a mi labio inferior, el recuerdo del beso llega si ser llamado, me gustó, sin duda me gustó ese beso, pero ¿Por qué?