Me alejo de Mark para poder obtener algo de aire. Avergonzada levanto mi mirada y cuando veo que el me esta sonriendo, solo puedo devolver la sonrisa, como una tonta.
—Por favor, te pido que no salgas corriendo—dice Mark con el ceño fruncido.
Niego con la cabeza. — No iré a ningún lugar, a menos que quieras que me vaya—digo mientras finjo darme la vuelta, lista para irme.
Mark me jala del brazo y me atrae hacia él. — No te dejaré huir como antes—dice mientras me estrecha en sus brazos, yo con un poco de indecisión cruzo mis brazos por su torso, correspondiendo su abrazo.
—No creí que el día en que te abrazara de esta manera llegaría—dice mientras se le escapa una risa.
Levanto mi cabeza para ver su rostro. —¿Qué quieres decir? —pregunto confundida.
Mark suspira. — Te odiaba, eras la persona que más me desagradaba en el mundo. Con tus notas perfectas y tu estilo desaliñado, nunca creí que te vería como algo más que mi objeto de burlas—el me mira a los ojos—, y ahora, ahora me tienes totalmente loco por ti—dice como si eso fuera lo más mágico del mundo—me tienes loco—repite mientras sus labios se acercan nuevamente a los míos.
Una corriente me recorre el cuerpo al momento en que sus labios se juntan con los míos. Nos hemos besado ya muchas veces, y cada vez es una nueva sensación, tal vez es porque ya he aceptado mis sentimientos o quizás es solo porque es Mark quien me besa.
Ambos nos separamos.
—Te quiero—dice mirándome a los ojos.
Me sonrojo otra vez, y de pronto tengo la sensación de mil mariposas revoloteando dentro de mi estómago. Esta es la primera vez que un chico me dice algo como esto.
Trago saliva, aun no puedo responder a sus palabras y Mark parece entender.
—No es necesario que me digas lo mismo, con que hayas admitido tus sentimientos es más que suficiente.
Sonrío. —Creo que ya va siendo hora de volver a casa. Mark asiente, ambos comenzamos a caminar, pero ahora todo diferente, el entrelaza nuestras manos, haciéndome sonreír aún más.
Sin duda, algo ha cambiado entre nosotros, y solo espero que esto se mantenga por mucho tiempo más.
Llegamos a casa y como nunca, mamá está ahí, preparando la cena.
Frunzo el ceño, esto es extraño. — ¿Saliste temprano del trabajo? —pregunto con curiosidad, se supone que el turno de mamá acaba a las ocho, y solo son las seis de la tarde.
Ella nos sonríe. —No me sentía bien y como Robert es un exagerado, creyó que lo mejor era venir y descansar.
Sus palabras me alarman. —¿Este mal? ¿Te sucedió algo? —pregunto mientras camino hacia ella y la analizo de pies a cabeza.
Mamá comienza a reír. —No es nada, solo me desmayé—dice como si eso fuera algo muy normal.
— ¿Te desmayaste? —pregunto asustada.
Ella acaricia mi rostro. —De seguro no es nada, Robert y tu son igual de exagerados, pero para que ambos estén más tranquilos, mañana iré a hacerme algunos exámenes. No es nada grave—asegura con una sonrisa—, lo prometo.
Me giro hacia Mark, y al igual que yo, puedo sentir su preocupación. Si de algo estoy segura, es de que el aprecia mucho a mamá.
***
Son pasada las nueve de la noche, ya todos cenamos y cada uno está en su cuarto, solo que yo aun no estoy lista para ir a la cama.
— ¿Se besaron? —pregunta Teresa después de escuchar todo lo sucedido.
No me aguante las ganas y llamé a Teresa en un impulso para contarle lo que sucedió con Mark, ya que ni yo aun lo puedo asimilar.
—Te acabo de decir que nos besamos—digo mientras estóy tendida en mi cama—, aún no puedo creer que esto sea real, quiero decir, nos odiábamos a muerte, nada de ese odio fue fingido—digo mientras los sucesos de años anteriores vienen a mi mente— ¿y si esto es otra de sus bromas? —pregunto insegura.
—Eso creo que es algo que el antiguo Mark haría, él ya te conoce mucho mejor, no creo que después de haber vivido contigo durante más de año el vaya a hacer algo feo—me consuela Teresa—, él sin duda te quiere, no sé cómo lo hiciste, pero él es todo tuyo—bromea—. Pero en serio, me alegro de que por fin hayas reconocido tus sentimientos.
En cierta forma yo igual estoy feliz, no puedo borrar la estúpida sonrisa de mi cara, pero se borra cuando me doy cuenta de que aún nos queda un tema por tratar: nuestros padres.