Viviendo Con El Enemigo

CAPITULO XLVIII

Y como si mis plegarias fueran escuchadas, mi fin de semana se pasó volando. Empacar y seleccionar solo lo importante es algo mas difícil de lo que creen. Tuve que debatirme mucho sobre qué era lo necesario para mi vida universitaria. Al final, me llevo tres maletas y cinco cajas de cosas, y eso que dejé muchas de mis pertenencias.

El camino a la universidad no se hace tan largo como lo creí. Pero lo que no calculé fue a gran cantidad de alumnos que se mudarían el mismo día que yo. Cuando me bajo del auto veo a decenas, no, centenas de estudiantes caminando de aquí para allá con un millón de maletas, al final, creo que hice una elección mucho mas selectiva que algunas chicas que vienen con las de diez maletas, ¿acaso es eso posible?

Niego con la cabeza.

—Los universitarios dan miedo—dice Mark a mi espalda.

Los nervios comienzan a acentuarse en mí, pero les resto importancia. El hecho de estar fuera de mi zona de confort no tiene nada que ver con los miles y miles de estudiantes que se pasean vigorosamente por el campus.

—Querida, tenemos que buscar tu dormitorio—dice mamá.

Asiento. Me acerco a una chica castaña y lata que posee una polera que dice “guía”, ella está con un megáfono dando instrucciones sobre la división del campus.

—Disculpa, estoy buscando los dormitorios de la facultad de ciencias y arte—digo con nerviosismo.

La chica me mira y me da una sonrisa radiante. —Claro, si sigues derecho y luego doblas a la izquierda, encontraras a una chica con una camiseta igual a la mía, pero de color morado, ella es la encargada de tu departamento, tienes que darle tu nombre, carrera y te hará entrega de tu llave.

Asiento con una sonrisa antes de despedirme y volver corriendo hacia mis madres y Mark.

—Tenemos que ir para allá—señalo con mi índice hacia la dirección que me indico la chica de hace un momento. —allá esta la líder de mi facultad—digo sin dar más explicaciones.

Vuelvo a hacer todo el proceso de consultar. La chica de playera morada es rubia y de ojos castaños que no deja de sonríe en ningún momento. Pregunta mis datos y luego de verificar, me entrega la llave de mi dormitorio y un folleto con las instrucciones sobre mi credencial universitaria y diversas charlas introductorias.

Mi habitación esta en el tercer piso, para ser exacta mi cuarto es el numero treinta y tres. Cuando llego, la habitación esta vacía. Mamá, Robert y Mark me ayudan a subir mis cosas. Respiro hondo e inhalo el olor a limpio que emana la habitación, ella, esta perfectamente dividida con una cama, un velador, un escritorio y un closet muy amplio, el baño igual es amplio y también esta dividido para que tanto yo como mi compañera de cuarto dejemos nuestras cosas.

Nos tomamos una gran parte de la tarde ordenando mi habitación, cuando terminamos soy un suspiro, es casi idéntica a mi habitación de casa, lo cual me da un aire acogedor, al menos no me sentiré tan sola.

Mamá y los demás bajan, ya va siendo hora de volver a casa, solo que yo no regresaré con ellos, desde hoy, este es mi hogar. La universidad de Georgia no queda tan lejos ya que es el mismo estado, pero queda a siete horas en coche de mi hogar, lo que quiere decir que para ir, necesito tener tiempo y digamos que siendo universitaria, la vida estudiantil es mas agitada, pero prometí ir para festividades y feriados o cualquier día que tenga tiempo libre.

—Te amo bebé—dice mamá dándome un fuerte abrazo.

—Te amo más, gracias por acompañarme, iré a penas me den vacaciones—digo reteniendo las lágrimas.

Ambas nos separamos de nuestro abrazo y ahora es Robert quien me estruja entre sus brazos. —No dudes en llamar a casa si necesitas algo, nosotros estaremos siempre disponibles para ti.

Sonrío ampliamente. —Solo estoy yendo a la universidad, no me estoy yendo del país—digo haciendo reír a los demás.

Mis ojos se encuentran con los de Mark. El no se ve triste, al contrario, su sonrisa es amplia, como si quisiera decirme algo. El abre sus brazos y corro hacia ellos. Necesito memorizar como se sienten sus brazos a mi alrededor, ya que no lo voy a poder abrazar cuando quiera.

—Te amo—le susurro mientras huelo su peculiar aroma.

—Te amo más—dice antes de tomar mi mentón para que lo mire. Mis ojos se llenan de lagrimas al saber que no voy a disfrutar de compañía tanto como quisiera. Quiero grabar su mirada en mi memoria.

El me deposita un tierno beso en los labios antes de alejarse de mi para entrar en el coche.

—Te amo, nos vemos pronto—dice Mark antes de cerrar la puerta. Yo me quedo de pie viendo como el auto se aleja. Pero de pronto mi ceño se frunce, ¿Por qué ha dicho que nos veremos pronto?



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En el texto hay: juventud, amorodio, amistad

Editado: 28.12.2019

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