Narrador omnisciente
Estar aquí no era algo que le gustaba a ella, sus pies se movían con lentitud por un pasillo mientras sus ojos buscaban alguna puerta que la sacará de la mansión sin tener que usar la principal.
La idea de salir por la puerta de la cocina era la idea perfecta, pero tendría que esperar que todos durmieran.
Había decidido por la segunda opción ya que esa era la más segura.
Tendría que cocinar algo para la bestia de la cual no sabía su nombre, aunque no fuese algo que le preocupase ya que según su plan está noche sería libre.
¿Donde iría? Ni siquiera ella misma tenía una idea para eso.
Solo quería salir y sentirse libre, y de eso ella se encargaría.
Unos pasos resonaron en toda la casa haciendo que se pudiese nerviosa.
—¿Que haces aquí?—pregunta Abraham—deberías estar comenzando con el postre, vamos—termina de decirle.
Los nervios que antes la invadían ya se había ido, la idea de ser descubierta andando por ahí y quien la hubiese visto fuese la bestia no era algo que le gustase mucho.
La cocina de la mansión era enorme, ni siquiera la del gobernador del pueblo le hacía competencia a tal lugar.
—Tienes una hora para terminar el postre—dice Abraham dejándola sola en la cocina.
La idea de hacer un pastel de limón llegan a su mente, a todos en el pueblo le encantaban, no debía hacer mucha diferencia, eso pasaba por su mente.
Comenzó a buscar los limones e ingredientes para comenzar hacer el pastel.
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El pastel ya estaba listo y solo faltaba ser entregado a su futuro dueño.
Los nervios la abrazaba con fuerza haciendo que comenzará a dar vueltas como loca.
—me vas a marear—dice Adam.
Se detiene y no pasa un segundo para que Martha entrase a la cocina.
—es hora—dice quitándose el adelantar.
Si antes ella estaba nerviosa lo estaba aún más, sabía a la perfección que ella no le caía bien a la bestia y tener que estés frente a el nuevamente ers aterrador.
Asiente lentamente tomando en las manos la bandeja con el postre que había preparado.
Sus pasos se dirigen lentamente hacía el.
Al llegar al comedor un caliente placentero la golpea asiendo que se sintiese segura mezclado con un exquisito olor a tierra húmeda y chocolate.
Cada paso que daba la acercaba más a ese olor, por un momento pensó que ese provenía de la comida pero era obvio que no lo era de ahí.
Tomo el cuchillo corto con suavidad el pastel mientras seguía estando embobada con el exquisito olor.
Un suave gruñido de satisfacción sale de los labios de la bestia y por un segundo piensa que el también había dolido eso, pero todo se destruyó cuando los ojos de ambos se conectaron e hicieron que la Bestia gruñera pero esta vez de insatisfacción.
Su cuerpo abandonó la silla para luego salir del comedor a pasos rápidos dejándola confusa.
Deja todo en la mesa antes de ir directo donde Martha.
Estaba nerviosa, pensó que la Bestia le gritaría y en lo peor del caso le cortaría la cabeza sin compasión pero no fue así, simplemente se fue.
—¿Todo bien?—pregunta Martha.
—no, no lo sé, estaba sirviendo el postre y el simplemente se fue—le informa mordiendo su labio inferior.
—iré a preguntarle qué pasa con el, coman mientras no estoy—dice Martha desapareciendo por la puerta.
Sus ojos ven la puerta que da con el jardín y ahí está su pase a la libertad.
Adam y Abraham se marchan dándole el espacio que necesitaba para irse.
Sus pies se dirigen con lentitud temiendo ser descubierta.
Tomo entre sus delicada mano la cerradura fría de la puerta abriéndola lentamente.
Al abrirla lo suficiente para salir el aire frío de la noche la azotó sin piedad.
Temía por pescar un resfriado pero su deseo de salir de aquella mansión era mucho más grande.
Sus pies caminaron a pasos rápidos hacía el centro del jardín en busca de una salida.
Absolutamente todo estaba cubierto de árboles sin ninguna hoja asiendo que tomase un perfil aterrador.
Sus pies comienzan a caminar hacia el centro mientras su corazón latía a mil, por alguna razón u otra su cuerpo se tenso y quiso detenerse pero sabía que cada segundo le costaba.
Sus ojos encontraron un salida hacia el bosque, dándole la señal que esa sería su salida.
Comenzó a correr directo a eso e intentó abrir las rejillas pero el candado que las resguardaba estaba cerrado con llave.
Su única opción era saltarla.
El primer pie en subir fue el izquierdo para luego sujetarse de las barras de metal para poder subir el derecho sin caerse.
Subió dos líneas de barras más para luego tirar, algo que me costó doblarse el tobillo.
Un gemido de dolor se escapa de sus labios del dolor en su tobillo.
A puras brega se levantó del suelo para luego intentar correr, era difícil hacerlo ya que tenía el tobillo dolido y había muchos árboles secos en el suelo.
Por un segundo sintió la necesidad de volver a la mansión para volver a sentir ese perfecto caliente y olor a tierra mojada y chocolate como lo había sentido antes, pero sabía que eso no iba a pasar.
Sus pies se movieron más rápido, cada vez se adentraba más hacía el lugar.
Llegó a un punto donde ya no había luz, apenas la luna iluminaba el lugar.
Un miedo abrazador la cubrió deseando jamás haberse escapado, estaba sola, en un lugar desierto ya que los árboles no mostraban señal de vida, entonces comenzó a llover.
Sus ojos se cristalizaron y comenzó a mezclar sus lágrimas con la lluvia, se abrazo asi misma recostándose sobre un tronco seco mientras apretaba con fuerzas sus ojos deseando no estar ahí.
Se preguntaba que había hecho, siempre fue la mejor en la clase, fue obediente, siempre intento ser el orgullo de su padre aunque el siempre fue un alcohólico.
Su frágil cuerpo se desliza por el tronco dejándose caer en el suelo mientras se coloca en forma feto.
«solo quiero ser feliz» piensa