…Recuerdo un día antes de la mortandad.
-¿Mañana puedo faltar al liceo?. –Pregunté dejando mi pan sobre la mesa-. No tengo ganas.
-Nunca tienes ganas. –Mi padre bebió de su taza. Lo miré de reojos-.
-No puedes faltar. –Replicó mi madre-.
-Já. –Rio con sardonia mi hermana-.
Hice un gesto molesto. Suertuda, ella si faltaría por sus exámenes médicos. Me eché sobre la silla.
-El despertó de la muerte, yo lo vi…-Dijo un testigo del hospital-.
La noticia de ciertas personas extrañas invadía la televisión nacional. que se dieran más casos de personas como estas era perturbador, pero nadie le daba la real importancia que quizás merecía.
-Esa gente está loca, hablan puras estupideces. –Dijo mi madre-. Les gusta asustar a los otros. Antes los medios de comunicación hablaban las desventajas de vivir en una comunidad pobre o como entre las mismas personas se arrebataban por lo que uno trato trabajo, no solo la versión que ahora conocen.
-…se dijo que encontraron a tres personas afuera de nuestro país que se trasladaron de aquí, pero el gobierno lo mantiene en secreto cada una de las aseveraciones más lógicas. ¿Quieren proteger, u ocultar la verdad?. –Habló la reportera-.
Mi madre apagó el televisor. Caminó hacia ella para encender la radio.
-Entonces…¿Mañana puedo faltar?.
Mi padre negó con la cabeza.