Viviendo entre muertos

Capítulo X: Mil preguntas. Día 36.

Ellos bajaron las armas y se acercaron. Un hombre muy alto, con un casco y un arma en la mano se acercó específicamente a el mandamás. 
-¿Son los de Valparaíso? -El mandamás bajó lentamente las manos y asintió con la cabeza-.
El militar hizo un gesto con su mano y todos bajaron sus armas, y nosotros nuestras manos alzadas. Al entrar el lugar estaba más organizado que nuestro refugio, todos iban de aquí a haya con papeleos y demás. Todos trabajaban, todos tenían algo que hacer, incluso tenía todo lo que fuese tecnología activados, era como si no supieran lo que pasaba afuera. Como si para ellos nunca nada pasó.
-Hola, me presento. Me llamo Henri. -Nos saludó a todas estrechándonos las manos un chico con anteojos de color de piel canela era delgado y traía su corbata mal puesta-. Estoy a cargo de todo aquí.
-Te ves muy joven. -Dijo nuestro amigo borracho que ni entiendo cómo ha llegado a este punto-. 
-Lo soy... ¿Quién es la elegida?. -Preguntó él y Arlette levantó su mano un tanto avergonzada-. Que fascinante. -Rodeó con su brazo su espalda cuando empezamos a caminar y le susurro cosas al oído que no alcanzaba a escuchar-. 
Nos llevó a un cuarto que tenía cámaras por todos lados, incluyendo la vista de afuera, podía ver como los infectados por la parte de atrás como chocaban con la reja que rodeaban el lugar.
-Tienen todo bajo control ¿Eh?. -Dijo Justys sentándose en la silla mientras giraba-. 
-Es el lugar más seguro de todos, nada ni nadie pueden entrar sin nuestro consentimiento. -Juntó ambas palmas de las manos-. Sus habitaciones están listas, nosotros nos encargaremos ahora de la chica. –Aclaró Henri-.
-¿Qué le harán? -Preguntó Benjamin cruzándose de brazos-. 
-Solo le haremos unos exámenes para ver sus anticuerpos y lograr desarrollarlo más rápido con alguna vacuna, o lo que sea en todos nosotros. -Replicó él hablando tan rápido que ni siquiera se podía entender-. 
-Suena sencillo. -Dijo Benjamin-.
-En realidad con lo que tenemos aquí. -Indicó todas las cámaras-. Estará listo pronto...esparcirlas se les hará difícil. 
«¿Quién diablos dijo algo de esparcir?» Pensé. 
-Espera. -Interrumpí-. ¿Qué dijiste?. 
El chico se queda mudo. Miré al mandamás que metía sus manos en sus bolsillos y dejaba caer los hombros. Lo miré con imprudencia y él rodeo los ojos.
-Al parecer tienes algo que decirnos. -Dije y me crucé de brazos junto a Ingrid-.
-Claudia las quería lejos. -Contesto él luego de suspirar-. 
-¿Por qué?. -Volví a hablar-.
-Iba a echar a muchos de la comunidad, pero ustedes son más indomables, y si saltaran a un volcán no les ocurriría nada, tienes esa suerte.
-No todos. -Le interrumpí-.
-…Y no podían echarlas porque ayudaban bastantes, decidió mandarlas a esto, y más que las miran con repelo a algunas. -Él me miró directamente-. 
《Que gran indirecta, señor》Pensé. 
-…Los otros solo fueron pura casualidad. -Añadió-.
-¿Nos querían echar?. -Dijo Francisca y el hombre asintió con la cabeza-. ¡Mi madre y hermano están ahí!. 
-Lo siento. -Dijo sin hacer nada más que dejar caer sus hombros-. Ella las tomaba como un obstáculo. No es mi culpa. 
Esto estaba mal. DEMASIADO MAL. ¿No podemos estar un tiempo en paz? Todo esto me tiene los pelos de puntas, ¿y ahora tener que viajar por todo el país? Debe de ser una broma de mal gusto. Claramente no lo haríamos. Esto llenó el vaso.
-No iremos a entregar la maldita medicina al estar lista. -Manifesté cruzada de brazos-. 
-Ustedes...para eso vinieron. -Dijo el maldito nerd-.
- ¿Acaso tú has estado haya afuera? ¿Los has visto de cerca?...
-Si. -Me interrumpió-.
Fruncí el ceño.
-En el piso menos uno, tenemos a tres. Dos son hombres y una mujer. -Habló aquel erudito y tensé mi mandíbula-.
-¿Porque los tienen haya abajo?. -Pregunté algo nuevamente-. 
-Queríamos saber que ocurría, los trajimos y le quitamos los dientes en caso de que pasara, luego los examinamos abriendo su cráneo y esas cosas. –Dijo-. Toda la culpa la tiene la HCA.
-¿Qué es eso?. –Pregunto Justys-.
Se fue a su escritorio para abrir un cajón y del sacar unas carpetas cual tiró sobre la mesa. Me acerqué lentamente para abrirla y notar muchas fotografías.
-Empezó con el virus del HCA, todo comenzó con una de las enfermedades que más se estaba dando. -Nos mostraba imágenes-. Tanto como nosotros y animales se transforman de la noche a la mañana es una enfermedad cerebral. El cuerpo tiene dificultad en la musculatura, dejas de ver por uno o ambos ojos, vómitos de sangre, mareos, sientes escalofríos y tu piel se torna pálida. Luego de eso, tu cerebro muere por una hemorragia y se paraliza tu cuerpo, pero, luego de morir te levantas siendo como uno de ellos. Estas infectado. Están conscientes de todo debajo de esa hambre y sed de sangre. Los deja tontos. Es como si estuvieras en una máquina que tiene vida que no pueden controlarla, pero siempre estás viendo. Y como un muerto, comienzas a pudrirte y se contagia si es que alguno de los fluidos de un infectado entra a cualquiera de tus sistemas. –Hizo como si se cortara el cuello-. Pero, gracias a esta chica. -Henri se acercó a Arlette-. Ahora sabemos que algunos son inmunes son a la mordida, pero no a la enfermedad. 
-¿Quieres decir que la enfermedad le puede dar a cualquiera?. 
Henri asintió. 
-La enfermedad no es algo que este en el aire, pero la infección sí, los más propensos son los mayores de 65 años. Obviamente algunos tienes más factores de riesgos que otros. Quizás nunca te dé, pero a ella sí. ¿Entiendes?.
-¿Los animales también se pueden contagiar?. -Preguntó Francisca. Acaricié a Rocco-.
Todos estábamos con los brazos cruzados poniendo toda su atención en este tema.
-Depende del animal. -Dice-. Por ejemplo, tu perro. Indicó a Rocco-. Si lo mordieran solo "viviría" lo que vive esa raza de perro, me imagino que nos 10 años o más, a diferencia de los humanos de que si te mordieran "vivirás para siempre" obviamente, siendo un infectado. -Dijo él-.
Es un poco complicado de entender, pero fácil de analizar. 
Él nos llevó a nuestras nuevas habitaciones donde teníamos que compartir colchones. Os decidió dormir junto a mí y Batman ya que era el colchón más grande, Francisca se quedó con Ingrid, Justys con Sigrid y Eduardo compartió su cama con personas del mismo grupo. Nuestro mandamás se estiró en la cama. Cerró sus ojos y apoyó una mano sobre su pecho antes de cruzar sus piernas pretendiendo que no se movería de esa posición un buen tiempo.
-¿Ya se te calmo esa vena de su frente señorita preguntona?. -Habló aquel borracho aun lado-. 
No le mostrar interés a su comentario. Me iré a verlo y al parecer su botella de whisky esta media vacía. 
-¿Cómo volveremos a casa?. -Me dirigí al flojo de la cama-. El auto quedo hecho trisas. 
-No me digas. -Respondió sarcástico-. ¿No has escuchado todo lo que tenemos que hacer?.
-Esas absurdas ideas. No pasaré el resto de mi vida tras estas paredes esperando "una cura". -manifesté dejando caer mis manos-. Espero que tengas alguna idea de volver.
-¿Porque quieres volver?. -Se sentó en la cama para mirarnos-. Haya no te quieren, nadie te soportara.
-Lo que necesitamos esta haya. Algunas de nosotras necesitamos volver. Aún quedan partes de nosotras. -Vi como Francisca se pasó roja de rabia y Justys apretó sus nudillos-. 
Él cerré sus ojos frustrados y volvió a recostarse. No respondió, hizo una mueca.
-No creo que volvamos a ese lugar nuevamente, no lo aremos. No pienses más estupideces. -Concluyó-.
Tensé mi mandíbula. Salí a dar una vuelta y perderme entre las oficinas, Benjamin me persiguió, pero lo perdí entre medio. Miré a mi derecha y veía que Oswald venía a mí, lo esquivé entre la multitud. Choqué con alguien, antes de pedir disculpas miré al frente y me encontré con la cara de Benjamin. Llevó sus manos a mis hombros. 
-Hannah. -Escuché de atrás y era Oswald-.
-¡Podrían dejarme tranquila!. -Dije quitándome de los brazos de Benjamin molesta-. 
¿Qué clase de imán tenía para atraer a estos locos? Solo quería un minuto, un minuto para hablar conmigo misma, un minuto para pensar que hacer. Tenía que volver, quería volver. «Tenía que volver por el bien de mis amigas» -me dije- «no hay motivos, debes de estar en el lugar más seguro del mundo. ¿Porque no volvemos? Así los hacemos sufrir» pensé. 
-¡Ya basta!. -Grité llamando la atención de los de mi alrededor-.
Tocaron mi hombro y me giré, era Francisca. La abracé al momento de ver su rostro. Estaba colapsada. Todo esto me tenía patas arriba. 
-No debemos de volver. -Me susurró-. Estamos mejor aquí. 
《No mientas》Pensé.
Levanté ambas cejas con preocupación. Sentía sus manos frías atravesando mi ropa. Creo que esto es lo mejor, si a ella le parece bien a mí también. 
-Cálmate. -Susurró a mi oído-. 
Dimos una vuelta por el pequeño sector en donde podíamos andar, le expliqué todo sobre Oswald y Benjamin, esta maldita rueda de la fortuna me aburría. ¿siempre será una pelea sin fin? ¿Todo esto?
-No dejó de pensar en mi madre. -Dijo ella quedándonos frente a una ventana-. Quiero mucho a mi hermano. Al menos alcancé a despedirme ¿no?. -Sonrió falsamente con los ojos cristalizados-. 
-También extraño a los míos. -Hablé-. sé que esto fue hace días, pero, ¿Que dijiste o pensaste cuando Benjamin llegó y no yo? 
-Estaba almorzando cuando ellos entraron cubiertos de sangre. Me levanté con Ingrid y lo miré. Él corrió la mirada y retrocedí. En cuestión de segundo comenzó a contar la historia y yo esta: ¿Como cree que ibas a estar aquí? O sea, son unos 11 kilómetros. Te demorarías 2 horas y media para llegar. Entonces le obligué a decirme en donde estaban y con las demás fuimos a buscarte. Te buscamos por mucho rato hasta encontrarte. 
-Si lo recuerdo. 
-"Fue apropósito". Eso pensé cuando me lo dijo. También pensé que te había perdido. -Apoyé mi cabeza en su brazo-. 
-Recuerdas cuando éramos tan tímidas al hablar con cualquier persona que se nos acercara. -Sonreí y comencé a jugar con la pulsera que tenía-. Nunca creí que algún día estaríamos matando infectado y disparar armas como el pan de cada día, un sueño de la lista hecho realidad. -Reí. Francisca tocó la pulsera-. ¿Era de Leo?. 
Asentí con la cabeza. 
-Claudia me la entrego. Han sido muy gentiles todos por esto. Lo extraño demasiado. -Dije-. ¿Qué crees que hubiese pasado si Ed no nos hubiera llevado en su auto?. 
-Seguramente estaríamos pérdidas. -Respondió alzando ambas cejas-. ¿Qué crees que hubiese pasado si nosotras no nos hubiéramos conocido?. 
-Probablemente estaríamos con alguien más. -Dije-. Seriamos diferentes. Quizás ya estaríamos todas muertas.
Mofó.
-¿Entonces que harás con Os y Benjamin?. -Dijo mirándome, pero corrí la cara-. 
-Son como cuervos volando sobre su presa. -Hice una cara graciosa y Francisca rio-.
Volvimos a nuestras habitaciones. Me tumbé en mi cama hasta que Benjamin apareció y se tumbó junto a mí.
-¿Todo está bien?. -Dijo mirándome pero yo no me dirigí mi vista-. 
-Si. -Dije cortante-.
-¿Estas enojadas?. 
-¿Debería estarlo?. 
No se tardó en darse cuenta de mi ánimo así que se alejó, note que Os me miraba cada diez segundos de reojos. 
《Dios mío》Pensé y cubrí mi cara con mis manos.
Todas las chicas estaban en un círculo con las personas que nos acompañan a las cuales no conocía, ellos estaban haciendo unos atrapa sueños con lana, Oswald estaba leyendo un libro, Benjamin estaba durmiendo a ronquidos y nuestro borracho igual. Se abrió la puerta y me encontré a Henri asomando si cabeza.
-Se me había olvidado decirles que aquí tenemos un pequeño gimnasio. -Dijo él-. Creo que mantenerse bien físicamente es algo necesario en estas épocas, cardio y esas cosas. 
Me levanté rápidamente y me acerqué a él. Apoyé mi cuerpo en la pared.
-Henri…-Dije ya a centímetros de su cara-. Este lugar está muy aburrido, porque no me llevas a la planta inferior, donde estas tus...mascotas.
-Te refieres a los...-Asentí con la cabeza antes de que terminada su frase-. Si te llevo a ti todos querrán ir. 
-Vamos. -Dije-. Solo yo y Os, será nuestro secreto. 
Él quedo pensativo y al final accedió. Llamé a Os cual vino aturdido junto a mí. Nos llevó a la plataforma de abajo y al llegar abrió la gigante puerta azul.
-Bueno, esta es mi sala de juegos. -Dijo Henri entrando y alzando sus brazos-. 
El lugar era gigante, había muchas personas con delantales blancos. Sostuve el brazo de Oswald. Nos acercamos a una vitrina que tenía a uno de ellos vivos que golpeaba el vidrio, pero a nadie le importaba. 
- ¿No les da miedo a que salga? -Pregunté-. 
-Si trabajas con miedo nada funciona. -Dijo adelantándose a nosotros-. Hemos estado trabajando aquí desde que todo esto sucedió. Estábamos aquí en el momento que ocurrió esto, solo dejamos pasar a personas que estén familiarizaras con algunos de nosotros. 
-¿Tienen a todos sus familiares aquí?. -Pregunté cuando un hombre paso por enfrente de nosotros llevando un cerebro en sus manos-. Uhg.
-Luego te acostumbras. -Habló Henri-. Solo dejamos a personas que sirvan de algo, no aguantamos flojos.
De lejos vi a Arlette con una bata sentada en una camilla ella nos saludó agitando su mano en el aire. Respondí igual. Una mujer que estaba con ella -que creo que lo fue la doctora- cerró unas cortinas a las cuales no reflejan lo de ahí tras ellas. 
En un cubo de cristal había una cabeza de un infectado y alguien con guantes lo movía de un lado a otro para analizar. 
-Lo primero que hacemos es quitarles los dientes en caso de emergencia. -Explicó Henri-.
-Pero si la mordida no es la única forma. -Manifestó Oswald-. 
-¿Qué quieres decir?. -Henri metió sus manos a sus bolcillos-. 
-Hace como una semana un chico se transformó y asegura no a ver sido mordido. 
-¿El día que me perdí?. -Me aleje de él para mirarlo detalladamente. Os asintió con la cabeza-. Él tragó sangre de un infectado. Yo estaba cuando pasó. -Henri se puso pensativo y miró el techo-. 
-Contacto de fluidos. -Seguimos caminando-.
-Hey, espera. -Lo detuve-. Cuando veníamos aquí, vi a uno de ellos diferente al resto. Él tenía los ojos rojos. En vez de esa capa blanca que se coloca sobre ella, él tenía los ojos normales, solo que su iris era rojo. -Arrugó su frente-. 
-Nunca he visto algo así.
Las ventanas estaban ocultadas con latas y palos de madera.
-¿Porque se esconden tanto?. -Pregunto Os-.
-Si trabajas con miedo nada funciona. -Volvió a repetir Henri llevándonos a la salida-.
«¿"Miedo" a qué?» Pensé.
-Bueno. -Eso fue lo único que hacemos aquí dijo él abriendo la puerta-. Espero que le haya entretenido, adiós. 
-Adiós. -Dijimos ambos dándole la espalda-.
-Hannah, lo de los ojos rojos... ¿Está segura que no fue algún reflejo de la luz?. -Preguntó sujetado a la puerta-.
-Casi me caigo del maldito coche, estoy muy segura.
Él formo una línea en los labios antes de darnos una sonrisa y cerró la puerta dejándonos ir. Miré de reojos a Oswlad y no estaba convencido de lo que dije.
-¿No me crees?. -Dije deteniéndome-.
-Es que...-Rasco su brazo. Nervios-…Toda mi vida me han obligado a creer en cosas que no puedo ver o cosas así, pero nunca logré en convencerme, por eso no puedo creerte.
- ¿Siempre fuiste la oveja negra de la familia?. -Pregunté-.
-No sabes lo lamentable que es. Especialmente en media. Los chicos...no son agradables. Te menosprecian por tus errores y tu árbol familiar. 
-La gente es horrible. Especialmente porque no eres como ellos.
Caminamos hasta la otra puerta, pero antes de rozar la manilla con la yema de mis dedos, se abrió rápidamente logrando ver a Benjamin. 
-Aquí estas. -Habló empujando disimuladamente a Oswald a un lado y dándole la espalda-. Te he buscado por todos lados. 
Me crucé de brazos y fruncí el ceño al igual que Oswald, tensó su mandíbula. Sentía como mi cara se ponía como tomate. Ugh. 
-Los dejaré solos. -Dijo Oswald antes de salir por la misma puerta en donde apareció Benjamin-. 
-¿Por qué?. -Pregunté cuándo Os cerró la puerta a su espalda-. ¿Porque me buscabas? ¿Porque no me dejas sola? ¿Qué quieres?
-Acaso no te das cuenta. -Se acercó más a mí para tomar mi mano-. Me gustas. 
Le solté las manos y brinque hacia atrás, pero hizo un movimiento rápido y tomó de mi nuca y me beso. «¿y a este que le pasa?». Me separé de él y reaccioné dándole una bofetada sin pensarlo un segundo, el quedó atónito mientras mis ojos se cristalizaban. 
-¿¡Acaso he hecho algo mal!?. -Preguntó con los brazos abiertos. Le volví a dar una bofetada por idiota, pero en la otra mejilla-.
-No me gustas...-Manifesté con un nudo en la garganta-. ¿¡Estás loco!? ¿Qué te ocurre? Perdí a mi novio hace dos semanas.
-Eso lo tengo muy en cuenta. -Rio, pero borró toda sonrisa al mirarme directamente a los ojos-.
-¿Qué tienes en la cabeza que crees que quiero estar ahora contigo? Te aprovechas de la situación. Eres un egoísta -Quitó la mirada de mí-.
Fui directamente a la habitación de nosotros y vi que todo seguía en la normalidad. Saqué todo rastro de agua de mi cara.
-¿Saben dónde se ha ido Os?. -Pregunté-.
Todos negaron con la cabeza. Rocco se quedó junto a mí. Lo tomé en mis brazos, estaba tan pesado. Luego de acariciarlo un poco tomé su correa y lo amarré a ella, salí de la habitación para darle un paseo. Él estaba tan alegre mientras caminábamos, quería oler todo, quería morder todo. No lo encontré en ningún sitio. Quería morir. Es como si Benjamin abriera mi cabeza y gritara dentro de ella, y mi pequeña yo estuviera escondida en un rincón. 
De una puerta semiabierta escuche unos sollozos. Me acerqué a ellas y puede ver la sombra de un hombre triste. Empujé la puerta con mi mano abriéndola lentamente, y vi a él en una esquina, a nuestro borracho. 
-¿¡Que estás haciendo mocosa!?. -Dijo él-. ¡Vete!
Entré sin su consentimiento y cerré la puerta despacio. Siempre me gusto hablar con gente que no me conocía, o sea, no alguien que fuese un peligro, porque ellos no conocen tu pasado, no creen estas teorías falsas. Solo prestan atención a lo que dices y a cada detalle para no perderse en tu historia.
-Las personas deben de hablar de sus problemas con alguien. -Me senté a un lado y coloqué a Rocco al otro. Era tan obediente-...Y no veo que tengas muchos amigos aquí. 
Aquel tomó un sorbo de su frasco, trató de ignorarme, pero noté como me miró de reojos. A lo mejor creía que me iría.
- ¿Qué hacías antes de todo esto?. -Pregunté-. 
Agachó su cabeza y coloco los ojos en blanco. Me alejé un poco, su olor era un poco -bastante- maloliente. Pegué las piernas a mi pecho, él no contesto nada. Mordí mi pulgar por este incomodo silencio.
-...Tuve un hijo que quería mucho y a una esposa. -Atrajo mi atención-. Trabajaba de gerente en una pequeña empresa, sentía que lo tenía todo, pero un día lleve a mi mejor amigo a mi casa para cenar, cosas que cualquier amigo haría ¿no? Pero, él no era un buen amigo. Un día llegué a mi casa de haber traído a mi hijo de la escuela y los encontré revolcándose en mi propia cama ¿qué crees que me dijeron?. -Soltó una risa para luego formar una línea en sus labios-. "No es lo que crees, amor"...no es lo que crees, amor...-Repitió, pero más bajo-. ¿Acaso ella que creía que pensaba? -tomó nuevamente y trago de su frasco-.
Lo extendió a mí y lo recibí para probar un poco. Limpie la boquilla antes sentir como mi cara se arrugó y el ardor en mi garganta.
-Siempre pasa la primera vez. -Dijo como si sintiera mi dolor-.
-No es la primera vez. -Soltó una risa al igual que yo-. ¿Qué fue de tu hijo?.
-Luego de divorciarme, me convertí en lo que soy ahora, ella no me dejaba verlo, pero él me seguía hablando por chat, me contaba todo, incluso el día que mi ex mejor amigo comenzó a vivir con ellos...-vi una lágrima correr por su mejilla-. Perdí mi trabajo y quedé en la calle, me avergoncé de mí mismo y olvidé todo. 
Me sentía mal por él, Rocco se sentó junto a él. Siempre, dentro de cada persona hay una historia que contar.
-Que perra...-Dije-. La vida es injusta. 
-¿Cómo estas después de tu perdida?. 
Tragué saliva. 
-Mal. -Respondí seca-.
-Todas estarían así. Se declaran amor eterno, bla bla bla, y uno...no se da cuenta como las cosas desaparecen de un día a otro. Es como la neblina, arrasa sin saber con lo que pueden y luego, se va. -Arrugó su frente-. No debí de haberle dejado ir, nunca dejes ir a alguien pequeña mocosa, o sin antes despedirte.
Lo miré directamente a los ojos y noté un brillo en ellos. 
-¿Vas a decirme porque tiene los ojos hinchados?. -Asentí con la cabeza y sonreí-.
Al final del día dormí un poco más tranquila que cualquiera. Es como si toda esa mala vibra salió de mi en esa pequeña charla.
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Deben de haber sido a media noche cuando escuché los sollozos de Rocco, me levanté para abrirle la puerta y dejarlo entre abierta. Me acurruqué con Rocco a la cama. Miré a Ingrid que estaba despierta, sonrió con malicia.
-¿Es raro dormir con Os?. -Susurró-.
-Sí, no es el mismo calor que otro. 
Sonreí falsamente. 
-Hemos tenido suerte. -Dije y extendimos nuestras manos para finalmente juntar nuestras palmas. Me distancie para acomodarme sobre el colchón-. 
-Mucha suerte. -Balbuceé antes de dormir-.




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