Viviendo entre muertos

Capítulo XI: Trágicas escenas. Día 43.

¿Cuántas veces tienes que esperar para al fin tranquilizarte? ¿Cuántas veces tienes que llorar para olvidarlo? ¿Hay algo peor que dejar de sentir el latido de su corazón? Creo que no.
Estaba enfrente del espejo viendo el rastro de mi cicatriz en mi hombro. A veces, tenía pesadillas del profesor cortándose el cuello como una escena repetitiva en mi cabeza. Me despertaba a media noche asustada. Vi mi mano la otra marca y quité la mirada de ella antes de recordar esos horribles momentos.
Desperté porque Henri venía a buscarnos a todos, nos levantamos. Nos reunimos en una oficina del primer piso, tomé la mano de Ingrid en todo el camino. 
Las cosas han cambiado. Durante estos largos días, aceptamos la responsabilidad de tener que esparcir la cura en cuanto esté lista. Obviamente iremos más que solo nosotros, tendremos más acompañantes y esta vez sí son voluntarios. Muchos ponen el ejemplo de sus seres queridos como fortaleza para hacer esta gran hazaña, tipo: "si hago esto, tendré a mi familia a salvo con la cura y podre dársela a más familias, para que ellos estén tan seguros como la mía". Esperanza.
Hemos conocido a muchas personas en este corto periodo. Y estado haciendo mucho ejercicio con las chicas y hemos entrenado más estratégicas formas de poder matarlos más rápidos. Benjamin ha dejado de hablarme con el paso de los días. Intenta siempre no mirarme, pero sé que cuando me doy vuelta posa su mirada en mí.
Nos sentamos todos juntos mientras Henri encendía el proyector y apagaba las luces. Nos entregó una pequeña libreta llena de sus apuntes de esta operación.
-Logramos en la operación hacer una vacuna, estuvo muy fácil en realidad, demasiado...-Mostró unas fotografías del supuesto virus-. Arlette tenía sus defensas más desarrollada que lo normal, no pudimos copiarlo, pero gracias a ella pudimos hacer una vacuna que mate a ese virus que nos transforma en esto, ¿Entienden?. -Todos asentimos con la cabeza viendo la espeluznante imagen de un infectado en el proyector-. Al contagiarte ese virus convierte a todas tus defensas al cabo matándote en cuestión de horas. Ya pasó un mes, pero se me sigue haciendo impresionante...-Habló Henri como si hubiera ocurrido un milagro-. Lo siento. -Notó nuestras caras de impactados-. Desde ayer les estamos inyectando a nuestros estudiantes la nueva vacuna, y ahora a ustedes quería que la probaran. 
Al fin acabaríamos con esto, tendremos una vida normal y acabar con esto de forma más rápida. Su veneno entraba a nosotros con las puertas abiertas, pero ya tenemos la llave de la cerradura. Leí el cuaderno en las últimas hojas. Me di cuenta los detalles de la operación. 
-Ella...-Solté la libreta lanzándola levemente al frente-. Murió. 
-Era una consecuencia de la operación. Era la única forma para llegar a lo que estamos. -Henri mordió su labio inferior mientras me levantaba del asiento-. Se sacrifico por todos nosotros.
-Mataron a la única inmune. ¿Al menos probaron esto?
-Ya no es la única inmune. ¿Qué importa con el resto? Solo vamos.
Seguí leyendo mientras todos iban a la puerta.
-¿Qué le hicieron? ¿Cómo hicieron la formula?. -Pregunté-.
-Mm…-Henri miró a todos los presentes-. Sacamos un trozo de su cerebelo y lo mesclamos con otras fórmulas anteriores. 
He esperado este momento por días, pero me sentía tan insegura. Si esta oportunidad se hubiese dado antes. 
-Vamos para que terminemos con esto. -Dijo Henri y comenzaron a celebrar-.  
«¡Sí!» dijo parte de mí, «No» me dijo la otra.
Henri fue el primero en salir de la sala. Cuando Eduardo iba tras él ambos entraron disparados y Henri cerró la puerta de inmediato. Las sirenas del lugar comenzaron a sonar haciendo un molesto ruido. Algo chocó con la puerta y gritos comenzaron a sonar de afuera. Justys tapó sus orejas al igual que Batman quien se acomodó bajo el ala de Oswald.
-¿Qué es eso?. -Preguntó Justys-.
-Son las alarmas de emergencia. -Henri-. La gente está corriendo como loca...-Se colocó serio-. Mierda. -Golpeó su cabeza-. 
Corrió a su computadora para ver las cámaras de seguridad luego de introducir muchas claves. Habían infectados entre nosotros. Uno de ellos fue alcanzado por dos infectados y fue destrozado rápidamente, le arrancaron un brazo dejando un mar de sangre. Al menos no se escuchaban los gritos de esa gente por el computador. Era una catástrofe. ¿cómo pasó esto? Pero pude fijarme que no eran personas de afuera. La mayoría traían batas o eran guardias. Henri desesperado comenzó a golpear su computador. La puerta comenzó a tambalear una y otra vez, los ruidos se hacían más fuertes.
-Hay que salir ya. -Dijo Henri trabando la puerta con una mesa. Benjamin y Eduardo corrieron a ayudarle-. Pueden olernos a metros cuando recién se transforman.
Estaba tan impactada que no sabía qué hacer. Vi a nuestro borracho que empezó sacando las latas clavadas a las ventanas. Estábamos todos ayudándolo mientras Henri lloraba en un rincón diciendo que no quería morir y remordiéndose por lo que hizo en su vida.
-Dame eso. -Le entregué a el borracho mi hacha-. 
Sacaron la lata y la ventana no se abría de forma normal, pero socorrimos a tirar una silla por ella. El objeto que puso Henri y los demás en la puerta se cayó luego de muchos empujones. Me devolvió mi arma.
-Vamos. -Dijo Ed y se lanzó por la ventana-. 
Asomé mi cabeza por la ventana y no era tanto, pero cayendo mal podría ser fatal en esta situación. Os me ayudó afirmándome antes de tirarme. Batman se lanzó luego de mí y lo atajé. Detrás venia Oswald e Ingrid, Sigrid y Francisca, y Henri lanzó a Rocco antes que se tirara él. Los sostuve en mis brazos para luego dejarlo a un lado y esperar a los que quedaban. Sigrid comenzó a jalar mi brazo para retroceder, pero ni loca dejaría a los demás. Escuché un grito de arriba y vi que de la nada cayó Justys de un duro golpe, fui a ella y tenía su pierna rota, se estaba poniendo mal en cuestión de segundos. Traté de llevarla en mis brazos, pero ella gritaba de dolor, los otros se estaban adelantando, especialmente Henri. Mi corazón comenzó a acelerar y fue como si tuviera el peso del mundo sobre mis hombros. Ella sujetó mi mano mientras lloraba.
Un infectado cayó por la ventana junto a nosotras y tiró de mi tobillo, tenía mucha fuerza. Trataba de morderme, pero lo alejaba de mi dándole patadas una tras otras, cada vez más fuertes. Benjamin apareció y le enterró su cuchillo en la cabeza razonado mi pie, Justys estaba tirada en el piso sin poder moverse de esta desafortunada situación. Francisca y Os comenzaron a dispararles a los infectados que caían por la ventana, pero no era suficiente. Benjamin tomó de mí dejando a Justys atrás.
-¿¡Qué haces!?. -Dije pataleando-. ¡Suéltame!
Me tiraba de la cintura lo más rápido posible mientras Oswald dispara y más caían, él tomo el brazo de Francisca para retroceder. Pataleaba para que Benjamin me soltara. Debía de volver por ella. Debía de hacerlo. Era mi amiga.
-¡Suéltame!. -Seguí gritando, pero él me tomó de las caderas para subirme en su hombro y echarse a correr-.
No me soltaba, no me dejaba volver por Justys, lo último que vi fue su brazo extendido a mí y muchos de ellos hiendo por ella. Mi corazón se retorcía poco a poco. Golpeaba la espalda de Benjamin entre los gritos de mi amiga. 
-¡Malditos desgraciados, vengan por mí!. -Dije, pero no ocurría mi deseo. Tenerla de vuelta-. Vengan…
Volví a caer en un mar de llanto. Ni siquiera quería ver quien estaba a mi alrededor.
Seguimos corriendo hasta estar lo suficientemente lejos de ellos, lo suficiente para dejar de sentir sus horribles quejidos. Francisca comenzó a llorar en los brazos de Sigrid, Ingrid se alejó para tratar de cubrirse su cara, Batman cubrió la suya en el abdomen de su hermano mientras sujetaba a Rocco. Benjamin me soltó y lo más rápido que pude le di un puñetazo tirándolo al piso, me subí sobre él y volví a golpearlo una, y otra vez sin detenerme. 
-ES TU CULPA. -Dije mientras lo golpeaba-. ¡ELLA MURIO POR TU CULPA!
-Era muy tarde...-Intento excusarse afirmándome las manos-.
-MALDITO, HIJO DE PUTA...-Alguien me tiró de los brazos alejándome de él-.
-Lo siento, Hannah.
-¡Cállate maldito imbécil!. -No hice más que comenzar a llorar, vi la cara de susto proveniente de Batman-. ¡Podíamos volver por ella! Y no lo hiciste...
Nuestra petiza ya no estaba. Me dirigí a Os para simular que lo abrazaría, pero al acercarme le quité el arma que siempre traía detrás de su pantalón. Me acerqué con furia a Henri y le apunté la cabeza. 
-También es tu culpa. -Dije-. ¿¡Que sucedido ahí dentro!?.
Él no decía nada, si no tiritaba. Me tenía miedo. Levanto ambas manos.
-¡Responde de una puta vez!. 
-No…no lo sé. -Le quité el seguro al arma-. 
-Basta, Hannah. -Dijo Ed colocándose en medio-. 
¿Esto era mi verdadera yo? ¿Es en lo que me estaba convirtiendo?
Esperé y sin antes mofar bajé el arma y la tiré a un lado. Sentía un nudo en la garganta y los ojos cristalizados. Sentía mi nariz mariposear, trataba de aguantar mi llanto.
Francisca vino a mí y me abrazo. Sigrid y Ingrid aparecieron después. El dolor era insoportable, nunca me había sentido así desde que vi a mi madre transformada y cuando perdí a Leo. Lo peor, es que quizás había otra respuesta en esta superposición. Si Benjamin no me hubiese llevado a mí, luego encontraríamos la manera.
No le dirigí la palabra a nadie aparte de las chicas. Caminamos de luto hasta encontrar una casa abandonada, la puerta estaba rota, alguien debe de haber entrado a la mala, alguien como nosotros. 
-Os y Benjamin, acompáñenme. -Dijo Eduardo-. Tú quédate aquí dijo indicándole a Henri, él asintió como un perro obediente.
Todas esperamos con los brazos cruzados que ellos dieran la señal de que el lugar era seguro. Sentimos que un vidrio se quebró, pero unos segundos después apareció Ed frente a la puerta. 
-Está limpio. -Dijo y todos entramos-. 
Estaba polvoriento y completamente saqueado. Este lugar estaba abandonado antes de esto.
Encontramos unas mantas en la parte de arriba. También bajamos dos colchones, Benjamin y Ed durmieron en unos sillones. 
-Tenemos suerte. -Dijo Henri cuando ya estábamos instalados-. Logramos sobrevivir. 
Lo miré con odio. 
-Te salvamos. -Aseveró Francisca-. 
Guarde silencio junto con los demás. ¿Ahora qué? Estábamos casi desarmados. Sin comida ni nada.  
-Tengo mucha hambre. -Dijo Sigrid sobando su abdomen-…Ojalá todo hubiese pasado luego del desayuno.
-Yo igual. -Dijo Ingrid-. 
-¿Como no nos preparamos? Perdimos a todos...a todo nuestro grupo completo. -Hablé haciendo gestos con mis manos. Miré a todos lados y pude notar que unos faltaban. Oswald y Batman-.
-Quizás sepa lo que sucedió. -Dijo Henri agachando la cabeza-. La vacuna nunca la probamos, estábamos tan emocionados que solo la inyectamos. 
- ¿Tú también los has hecho?. -Pregunté-. ¿Te vacunaste?. 
-No alcancé. -Replicó-. Quizás la vacuna no mataba sólo a las células contagiadas, si no, a todas. Así mueres y te conviertes, debió de acelerar el proceso igual...creía que todo funcionaría. 
-Tengo unas ganas de matarte. -Manifesté-.
-Permiso...-Dijo Francisca y se levantó para alejarse a otra habitación con las manos en su cabeza-.
Ella y Justys eran amigas desde que tenían 10 años. No la culpo por sentirse así. Pero si culpo a dos.
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Aquella noche fue horrible, no había más que silencios incómodos. Teníamos una gran pena. Estábamos en la sala de estar sobre los colchones. Me pues a idear algún plan para salir de esta situación.
-Debemos de volver al refugio. -Dije interrumpiendo su conversación-. A nuestro refugio. 
-Es un viaje muy largo, Hannah. -Me dirigió la mirada Ed-. 
-Podríamos morir. -Dijo Henri-. 
-Nadie pidió tu opinión. -Le dije cortante a Henri y el cerró la boca luego de agachar su cabeza-. 
Aquél guardó silencio el resto de la conversación. 
-No creo que deberíamos de ir. -Dijo Oswald-.
-¿Por qué?. -Pregunté sobando mis piernas-. Ahí lo teníamos todo, una buena habitación, comida y ropa limpia. Era nuestro pequeño pueblo. 
-Lo dices como si yo tuviera la culpa de todo esto. -Dijo a la defensiva Os-.
-¿Qué? No. -Aseveré-. 
Oswald luego de esta situación tomó la decisión de levantarse e irse de la habitación. Benjamin se levantó para recostarse en su sillón y noté a Ingrid durmiendo en mis piernas. Masajeaba su cabeza.
Tenía tanto odio y pena en mí. Si esto hubiera pasado por causas naturales en aquellos días normales en los que solo mi plan era levantarme para ir al liceo. Me quedaría en mi habitación lo que quedara de mi vida. 
Me dolía mi tobillo y al levantar mi pantalón tenía un hematoma tomando un color morado y verdoso. Estaba marcada la mano de un infectado en ella. Aquellas cosas tenían mucha fuerza, especialmente cuando recién se convierten. Me quejé al quitarme mi sucio zapato. Benjamin se levantó y tomó el botiquín que encontramos en la habitación matrimonial. Sacó unas cosas para luego mover mi pie hacia él, me quejé, pero no le tomo importancia. En ningún momento me miró a la cara, solo hizo lo que creía su trabajo. Al terminar no le agradecí y volvió a recostarse. Sentía odio, quizás tenía razón, ya no había nada que hacer, pero algo dentro de mí dice que había otra opción. Siempre hay otra opción. 
-Hannah, tengo que decirte algo. -Me susurró Oswald al aparecer. Me pidió que lo siguiera por las escaleras-.
Fui con una habitación abandonada. Él abrió lentamente la puerta dejando ver a Batman quejándose sobre la cama. Me acerqué a él en cuestión de segundos, pero Os se me adelanto. Él subió lentamente la sudadera de Batman con sus tiritonas manos dejándome ver aquella fea mordida bajo sus costillas. Estaba pálido y con los labios morados. Tiritaba mucho aun abajo de cuatro frazadas.
Llevé la mano a mi boca y vi los cristalizados ojos de Oswald. 
-No sé qué hacer. -Me susurró y mordió su labio para no llorar-.
Me senté sobre la cama tomando la mano de Batman. 
-Me duele. -Se quejó Batman-. 
Lo callé sobando su frente. Miré a Os en donde solo escondía dolor. 
-Debes de decirle a los demás. -Opiné-. Especialmente a Ed. Él sabrá qué hacer. 
-Solo hay una cosa que hacer.
-Me siento muy mal, Hannah. -A Batman le costaba mantener los ojos abiertos-. 
-Eres un guerrero. -No pude evitar no sollozar y apretar su mano-. No, un héroe. 
Oswald me obedeció, el llamó a Eduardo. Colocó un paño sobre la herida y la apretó fuertemente. Dijo que eso detendría la hemorragia. Las chicas se quedaron detrás de la puerta. Siempre estuve sentada junto a él y la gorra cual le regalé. 
-¿Voy a morir?. -Preguntó Batman-. No me mientan. 
Miré a Os y noté como el corrió la cara para terminar mirando por la ventana. Volvió a girarse para ponerse de rodillas a un lado de la cama. Tomó la pequeña mano de su hermano.
-Te iras con mamá, papá y el abuelo Oswald. -Dijo Os junto a él-. 
-Le mandaré saludos de tu parte. -Le dijo Batman a Os y el trago sus lágrimas. Batman se dirigió a mí-. Y le mandaré saludos a Leo de tu parte. 
No pude evitar reír y llorar al mismo tiempo de lo tierno que era. Formé una línea en mis labios cuando Oswald besó su mano. 
Batman comenzó a vomitar sangre ahogándose en ella misma. Al igual que Leonidas, Sigrid me entregó un paño y con el mínimo lado limpio, limpié su cama y quité la frazada sucia para dejarla a un lado.
-Se fuerte. -Me susurró Leo-.
-Nunca te voy a olvidar. -Le dije con un nudo en la garganta y solté su mano para ir a la entrada con las chicas-. 
-Quiero un minuto a solas con él. -Habló hacer cadoce a nosotros-. 
Asentimos con la cabeza llenos de tristeza y compresibilidad. Sigrid colocó su mano en mi hombro para bajar las escaleras. 
Fue en cosa de minutos. Estaba afuera de la casa marrón grande. Sola. Trataba de aguantarme las ganas de llorar, pero el vivo recuerdo sobre Leo no salía de mi mente. Eran cortas imágenes que se cruzaban delante de mis ojos. Comencé a jugar con la pulsera cuando sentí un disparo dentro de la casa. Los pájaros volaron de la comodidad de su árbol para -quizás- posarse en otro. Llevé mi mano a mi boca. Había un silencio absoluto. Llenaba la calle. Me hinqué sobre mis pies para cubrir mi cabeza entre mis brazos y llorar. 
En la noche nos recostamos todos, Francisca durmió junto a Ingrid en un colchón con Rocco y Sigrid. Oswald no salió en toda la noche de esa casi vacía habitación. Recosté mi cabeza en el colchón y miré al frente. Sentía mis ojos hinchados, tenía la mirada perdida y era como si no reaccionaria a nada de lo que viniera. Cerré mis ojos con cansancio. 
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Me desperté de las primeras. No vi movimiento aparente de ningunos de los chicos como el de las chicas, Rocco estaba con la pansa en alto. Ed roncaba como siempre. Vi que el sillón de Henri estaba vacío, me levanté para saber que estaba tramando este individuo. 
Fui donde la cocina donde lo encontré escribiendo, al parecer no notó que me acercaba porque al tocar su hombro pegó un salto con un bajo grito. Con eso no espantaría ni a un pequeño animal.
-Oh dios, Hannah. -Dijo tapándose la cara con su mano derecha-. No vuelvas a hacer eso. 
-¿Que escribes?. -Pregunté sentándome en una de las pocas sillas firmes a un lado-.
-Sólo...anoto cada cosa referente a ellos, es una adicción total. Es algo...
-Mágico. -Dije-. 
-Científico. -Me corrigió-. La magia no existe, todo viene de la ciencia. ¿Crees que volver de la muerte es algo mágico?. 
Me cruce de brazos.
-La ciencia y la magia son estúpidas porque te hacen creer mucho en una, solo pocos eligen las dos, luego te das cuenta que en muchos casos ninguna de ellas sirve. 
-Por eso están los milagros. -Dijo y volvió a anotar en su libreta-. ¿Crees en los milagros?. 
No era la pregunta más difícil de responder. Pero, nunca he presenciado uno. Nunca he ganado la lotería, o visto algo fuera de lo normal. Siempre he querido ver un milagro. Más si es uno mío.
-Si todo esto termina. El dolor, presente y futuro desaparece. Por siempre, creeré en los milagros. 
-El día que hallemos la cura, será mi milagro.
Me levanté y fui nuevamente a nuestro lindo dormitorio. Ingrid estaba sentada en la cama y Francisca recién despertando, movía su cuerpo a todos lados. Los ronquidos de Ed pararon y esa era la señal que despertaría pronto. 
No hicimos nada durante todo el día, no salimos de la casa y no teníamos nada de que comer, por suerte aún nos quedaba una linterna con batería que encontramos junto con otras velas con fósforos, pero las linternas no nos servían de alimento.
Aun pasaba por fuera de la puerta en donde estaba Oswald y llegaba al punto de levantar mi mano para golpear la puerta, pero, había una parte de mi cual sabía que al ver su cara mi mente se pondría en blanco. Así que recurría en alejarme.
Con las chicas estuvimos sentadas en medio de la sala. Para pasar el rato. No había ni un tema. Tampoco estaban las ganas. 
-Estamos bien jodidos. -Manifestó Francisca tirándose sobre el colchón-.
-No puedo para de pensar en ella. -Dijo Ingrid-. Siento algo dentro de mí. Duele.
-Yo tampoco puedo dejar de pensar en ella. -Aclaró Sigrid-. 
-Todas pensamos en ella. -Aseveré mirando el piso antes que a ellas-.
El silencio otorga. Oswald seguía sin salir de la habitación, yo nos estaba asustando. Los demás se acercaron a nosotras. 
-Este es el plan. -Dijo Ed-. Cogeremos un auto y volveremos a nuestro refugio. Fácil. 
-¿Está muy lejos?. -Dije Henri-. Don de Valparaíso, ¿Cierto?. 
-Sí. -Replicó Benjamin colocándose de puntillas-.
-Porque mejor no nos quedamos aquí. -Dijo con una sonrisa temblorosa-. Estamos bien aquí. 
-Esto es una porquería. -Dijo Francisca sentándose-. Estoy hambrienta. Y no tengo un buen humor cuando estoy hambrienta. 
Él agacho la cabeza luego de esa amenaza.
-Mañana buscaremos un auto y volveremos a casa. -Informó Ed y todos asentimos con la cabeza-. 
La puerta de arriba sonó y le dirigimos la mirada a Oswald quien bajaba por las escaleras. Podíamos ver la silueta de Batman envuelto en unas sabanas en los brazos de Oswald.
-Necesito…ayuda. -Susurró Os-. 
Con las chicas y Ed fuimos al patio trasero. Cuando Os dejo el cuerpo de Batman vino a mí y colocó su cabeza en mi cuello para comenzar a llorar, al mismo tiempo que Ed sepultaba al niño. 
Creo que estos sucesos de la vida te dejan marcado para tener más cuidado. Para saber que no estás solo, para hacerte fuerte. Ojalá hubiera otros métodos para demostrarte cada una de estas lecciones. Y que siempre hubiese un regazo en el cual llorar.
Aún era de noche y no podía dormir como siempre. Fui al segundo piso con mi hacha a un lado y pasé por fuera de la habitación en una de estas trágicas de escenas de esta semana. Podía ver la almohada con su mancha roja y el arma sobre el escritorio. Seguí caminando por el pasillo hasta entrar en otra habitación. Revisé todos los cajones y en uno de ellos encontré un álbum de fotos, me senté sobre un sillón dándole la espalda a una ventana.
Había una niña pequeña con sus padres, se veían todo muy felices en todas las fotografías. Estaban una de su boda, ella traía un vestido muy pomposo con corte de corazón, tenían una de sus vacaciones con el cartel de "Bienvenido a Miami", y otra con muchas personas, me imagino que eran sus familiares, pero, entre ellos, estaba sonriente Benjamin. Tomé la fotografía para verlo bien y lo acerqué en la ventana para alumbrarlo con la luz de la luna. Mis ojos no me engañaban. Al girarme y acomodarme en los cómodos cojines vi a Benjamin en el marco de la puerta. Di un brinco del susto y llevé mi mano sobre mi pecho para rodear los ojos. 
-Eran mis tíos...-Dijo mientras tranquilizaba mis palpitas-. Ese día fue la boda de ellos, todos estuvimos como locos. Una semana antes de todo esto ellos se fueron de vacaciones familiares. Por eso la casa sola. Recuerdo el día que llamaron a casa, mi madre estaba devastada.
Él se sentó junto a mí y no le dirigí la ni una palabra. Torné mi cara seria y me hice unos centímetros al lado.
-Me gusta esta foto. -Dijo quitándola de las manos-. Se la llevare a mi madre cuando vuelva. 
-¿Porque nunca hablas de tu familia?. -Pregunté-. Nunca me dijiste que hacían antes de esto. 
-Nunca fui muy cercano a mi familia...siempre me comportaba de mala manera o hacia lo contrario a lo que me pedían, era un desgraciado...huía de casa con mis amigos a fiestas con chicas desconocidas, fumaba y bebía mucho. -Dijo mirando la foto, soltó un risa-. Aquella mujer me sostuvo siempre, mi tía. -Apunto a la novia-. Me gustaría estar con ella ahora...-Me miró y nuevamente no me dijo ni una palabra-. Te pareces a ella, sus pieles pálidas y ese bonito cabello claro -evité sonreír y corrí la cara.
Él me miró y se levantó de la cama para dirigirse a la puerta. 
-Lamento todo lo que te hice sentir. Fui...un...desgraciado, de nuevo -susurró las últimas palabras.
Miré hacia el piso y sentí como ya no estaba su presencia en esta habitación. «Basta de sentirte así» no quería sentir lastima por él, ni por nadie quien no lo mereciera. 
Luego de ver todo el álbum, lo dejé sobre el piso a un lado, dejé mi hacha bajo el sillón y me recosté sobre el en posición fetal. Los ojos se me comenzaron a cerrar, estaba todo tan silencioso. Esa noche me dediqué a llorar pensando en mi familia, Leonidas, Justys y ahora Batman. 
Soñé que estaba dentro de una casa, estaba todo el ambiente muy oscuro y terrorífico. Me acerqué a la puerta, pero no se abría, ni las ventanas ni las puertas de dormitorio. Subí al segundo piso donde entré a una habitación de algún pequeño niño. Me acerqué a la ventana y esa tampoco se podía abrir. Me detuve y miré por ella, de la neblina de afuera vi como muchas sombras comenzaron a acercarse. Muchos infectados venían lentamente tanto como otros rápidos, pero uno en particular era totalmente diferente, no podía verlos con detalles, pero pude notar que no traía ningún atuendo mostrando su morada piel, que no tenía vello, pero sus dientes eran todos puntiagudos, era un esqueleto envuelto en piel de estatura promedio, podía notar aquellos ojos rojos de lejos mirándome. Corrí al primer piso y todas las puertas se abrieron de golpe dándome un susto de muerte. Ellos estaban más cerca. Abrí una puerta, pero estaba una pared de ladrillos obstaculizando todo el paso. La puerta principal se cerró de la nada y sentí rápido como comenzaban golpear miles de veces, uno tras otro. Me escondí en el closet y me quedé agachada entre los abrigos. Sentí como cayó la puerta principal a mi derecha y fuertes pasos acercándose a mí. 
-Ya estamos cerca. -Escuche un susurro cerca de mi oreja y me agarraron mil manos para arrastrarme en un pasillo largo y oscuro hacia atrás-. 
Desperté de golpe aun en el sillón y escuché unos disparos de abajo. Tenía una pequeña taquicardia y estaba un poco asustada, y llena de miedo. Me levanté y me escondí tras el sillón por inercia. Sentí el rechinido de la puerta y como cargaban un arma, sentía aquellas botas viejas golpeando el piso. Guardé silencio aquel minuto de susto tapando mi boca y cerré fuertemente mi cerré los ojos.
-¡No hay nadie aquí!. -Escuché mientras esa voz varonil se alejaba-. 
Asomé lentamente mi cabeza para ver si aún alguien seguía ahí pero no se encontraba nadie. Escuché unos gritos de afuera y miré por la ventana. Vi a todas las chicas eran tironeadas y levemente empujadas por hombres y mujeres armados, Benjamin lo llevaban a rastras. Deben de haberle golpeado mucho, Henri con las manos en la nuca y Oswald afirmando a Rocco apuntado con un arma en la cabeza, los subieron a un autobús. Vi al último salir y que le indicaba que no quedaba nadie. El que me imaginaba que sería el jefe miró hacia arriba y me escondí entre las cortinas. Volví a asomarme y vi como aquel autobús se dirigía al norte. Siempre derecho.
Tomé mi hacha guardada y bajé lentamente las escaleras sin muros en la costa y vi todo revuelto en el piso, los sillones dados vuelta y los colchones que dieron un largo viaje por la sala. Estaba atónita. Ya no quedaba nada. No estaba en duda la idea de tener que encontrarlas y volver. Solo tenía que pensar en qué clase de lugar podrían estar. Se notaba que era un grupo grande. 
Volví a subir y me encontré en la habitación de la pequeña una mochila de Hannah Montana. La bajé y eché en ella un cuchillo de la cocina y unas tijeras, también guardé el botiquín de emergencias que estaba bajo el mueble tirado. Me cambié ropa con algunas prendas que quedaban y remangué mis mangas.
Miré por la ventana antes de salir y no veía nada moverse, ahí fue cuando salí. Era obvio lo que tenía que hacer. Una vez escuche a mi madre decir: pierdes más si no lo intestas a que intentándolo. 
Quería recuperar a mis amigas. No quería seguir en este viaje sola.
Ya no controlaba el hambre que tenía. Caminé por las calles más cercanas y solitarias del lugar. Estaba perdida. Había autos abandonados por doquier, el polvo ya se acumulaba, sobre todo. Me metí en unos ellos y encontré una barra de cereal que comí con tanta delicadeza y delicia. Aunque estuviera añeja y casi derretida. Me quedé un rato captando el momento hasta que sentí unos pasos. Me agaché y vi una sombra de una chica voluptuosa pasar sola. Caminé de puntillas lentamente a ella y cuando estuve lo suficientemente cerca le di un golpe en la parte de atrás de su rodilla tirándola al piso, me subí sobre ella y puse el mango del hacha en su cuello. Quizás sabia en donde estaban mis amigas. 
-¿¡Dónde están las personas de la casa a tres manzanas!?. -Ella no contestaba, solo luchaba-.
Tenía mucha fuerza, tanta que casi me tira a su lado. 
-Suéltala. -Escuché atrás de mí-. 
Sentí como un arma se enterraba en mi cabeza. Me levante lentamente con las manos en alto y en una de ellas el hacha. Di vuelta y les dirigí la mirada. Era un viejo apuntándome con un arma, aquella chica se levantó y se colocó junto a él. Tras él había una señora igual de voluptuosa que la otra chica, sostenía a una niña de unos tres años. 
-No voy a hacerles nada. -Dije. Sus manos tiritaban al igual que las mías-.
Apuntó sentí como quitó el seguro. No pude evitar cerrar los ojos.
-Casi matas a mi nieta. -Dijo aquel hombre-. 
-Sergio, basta. -Dijo aquella mujer-. Es una niña. 
Vi como achicó sus ojos y bajó el arma. Pude respirar otra vez. ¿De qué me servía llegar muerta donde mis amigas? 
-¿Qué haces aquí?. –Preguntó aquel hombro metiendo su arma en sus pantalones-.
-Busco a mis amigos. –Dije-. Unos hombres se los llevaron.
Todos guardamos silencio mientras me analizaban completa. 
-Entonces estamos en el mismo quipo. –Extendió su mano hacia a mí y la estrechamos con gusto-.




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