Viviendo entre muertos

Capítulo XIII: un nuevo mundo. Día 46

Puede ver muchos colores, el polen atacaba mi nariz, me senté sobre el pasto y recorrí el lugar con mi mirada.
«¿Dónde estoy?» pensé. 
Era un bosque, estaba dormida sobre tulipanes rojos y bajo un brillante sol, traía un vestido blanco con botones claros. 
-¿¡Aló!?. -Grité-. ¿Hay alguien aquí? ¡Hey!.
Vi a alguien entrar al bosque comencé a seguirlos hasta llegar a un acantilado, pero ahí no había nadie. Mire abajo y había cadáveres uno sobre otros. Grite, pero nadie me oía. Comencé a retroceder, pero sentía que me empujaban, aunque me girara no veía a nadie.
-No, no, no… ¡No!. -Dije, pero lograron tirarme por el acantilado. Pero antes de caer desperté-.
Me incliné lo más deprisa que pude y todos me miraron impactados. Esto se sintió como un déjà vu.
-Que susto me has dado niña. -Dijo el borracho llevando la mano a su pecho-. 
Respiraba profundamente y moví mi hombro. Lo sentía tieso y un leve ardor en él. 
-Tranquila. -Dijo Rodrigo viniendo a mí-. No te has movido por mucho tiempo, tu hombro no está acostumbrado. 
Él lo destapó y noté como una venda lo rodeaba. 
- ¿Qué me has hecho?. -Susurré-.
-Te he puesto algunos puntos, luego te echaré un vistazo.
Miré hacia atrás y estaban todas las chicas durmiendo incluyendo al cobarde de Henri.
-¿Dónde están los demás?. -Pregunte y él levanto ambas cejas-. 
-No han vuelto de hace una hora. -Dijo sacudiendo su cabeza lentamente-. Debo ir con Bárbara, Alfredo fue con ellos y está más preocupada que todas. 
Él se alejó y vi a Benjamin durmiendo sobre el sillón bajo una manta, tenía toda la cara golpeada e hinchada. 
-Le han golpeado bastante. -Susurro Sinaí junto a mí-. 
-Merece más que eso...-Dije-. Pedazo de idiota. -Añadí-.
-Dijo que se negó a ayudarlos a encontrar y matar a más personas, igual que Oswald, por eso están tan heridos. -Habló cruzándose de brazos-.
No lo dejaba de mirar. Sentía mi sangre arder y mis manos apretaron la mesa. 
-Estaban todas muy cansadas. -Dijo intentando romper la tensión que tenía-. La curiosidad me mata, ¿Qué le harás cuando despierte?. -Notó mi mirada de odio-. 
-Lo matare. -La miré y me quité de su lado para dirigirme a la cocina-. 
-El que busque venganza que cabe dos tumbas. -Dijo Sinaí mientras me alejaba-. 
Al pasar frente a Ingrid ella abrió sus ojos lentamente. Saqué un trozo de pan y me senté junto a ella, lo partí por la mitad y se la di. Mi hombro lo mantenía quieto, pero me dolía mucho. Todo lo hacía con la otra mano. 
Al acomodarme se abrió la puerta muy fuerte y entró Alfredo apoyado del hombro de Eduardo, Os venía con Jonathan. Sentaron a Jonathan y todos despertaron. 
-¿Qué ocurrió?. -Pregunté mientras Ingrid me ayudaba a levantarme.
-Solo se tropezó y se dobló el tobillo. -Dijo Ed-. En realidad, no es nada. 
-Encontramos un auto. Ahora todos podemos irnos. -Habló Jonathan-. Nos vamos en unos minutos, tomen sus cosas. 
Fui con Francisca y unos bolsos que nos entregaron para guardar la comida. El plan estaba listo, volveríamos al refugio y nos mantendríamos al margen de todo. Saqué un cuchillo y lo guardé en mi pantalón. 
-Suban. -Dijo y fui detrás de Benjamin en la fila-. 
Iba muy lastimado. Mis manos tiritaban con las ganas que tenia de estrangularlo. No podía contenerme. La cara de Justys pasaba frente a mis ojos y…no supe cómo reaccionar. Me volví a llenar de odio, y estaba avergonzada. 
Tiré de su blusa y lo boté al piso. Todos quedaron atónitos. Le apunte con el arma, pero quede inmóvil. Benjamin  comenzó a retroceder hasta chocar con una pared. Se quejaba de dolor y sentía el ruido de sus huesos al moverse. 
-¿Qué haces?. -Me preguntó Francisca-.
-Ella está muerta por tu culpa. -Dije- ¡Por tu culpa! La empujaste y la dejamos ahí, porque eres ¡un puto bebé llorón!.
-Hannah...-Dijo Ingrid y miré a la izquierda-. 
Algunos infectados comenzaron a aparecer. 
-Debemos irnos. -Me susurró Ed-. 
-Lo siento, ¿A quién preferías? ¿Ella o yo?. -Dijo Benjamin sin tratar de pararse. Solo tenía su mano sobre el cabeza. La respuesta era clara ¿No?.
Solo seguí apuntándole con el arma, por primera vez, no le tenía miedo a apretar el gatillo, ni tirar. 
-Mocosa, cálmate. -Dijo el borracho-. Tenemos que irnos. 
Apreté mi mano al arma y formé una línea en mis labios. No hice más que bajar el arma y respiré hondamente. Francisca se me acercó.
-Lo siento. -Volvió a decir Benjamin--.
Solté el arma y ella la sostuvo. 
-No vendrás con nosotras. 
Oswald se subió de los últimos antes que yo. Ed condujo lo más rápido que pudo sobre todos los infectados. Por la ventana vi como Benjamin se levantaba con sus pocas fuerzas para entrar en la casa. 
No dije nada. Solo mantuve los ojos cristalizados. 
-¿Era verdad?. -Me preguntó Francisca-. Lo que dijiste que hizo. 
Asentí con la cabeza. Su labio comenzó a tiritar y llevo la mano a su boca. Solo me qué pegada mirando al frente el auto que conducía Eduardo mientras nuestra camioneta la conducía Jonathan. 
En todo el viaje no hablamos, íbamos apretados con las ventanas abajo. Al menos no nos topamos a ninguno de ellos. 
-Está pateando. -Dijo Bárbara y Alfredo quedó pegado a su estómago-. 
Por alguna razón todos guardamos silencio.
Quizás me equivoqué, no debería haberles dicho lo de Justys, pero no quería guardarles secretos a las únicas personas que tenía y quedaban. Francisca sujetaba mi mano fuertemente mientras Singrid estaba apoyada en el hombro de Francisca. 
-Su familia va a estar ahí, solo diremos que lo atraparon los infectados ¿Bueno?. -Dijo Jonathan-.
-¿Porque debemos de mentir?. -Dijo Alfredo-. Técnicamente ella es una asesina, lo dejo ahí para morir, por mí la dejaría en el camino. 
-Por mi te cortaría la lengua...-Dijo Sigrid callándolo-. 
-Ellas han hecho más cosas que tú, han visto más cosas que tú, han vivido peores cosas que tu...aun no sabes cómo funciona esto. -Dijo Jonathan-. Hay personas con los que puedes toparte peores que los infectados, si no cumples sus reglas mueres, si no matas mueres, si no tienes un plan mueres, Alfredo. Ya te acostumbradas. 
-Quizás esas personas malas sean ustedes. -Parloteó nuevamente Alfredo-. Si así funciona no quiero jugar.
-Entonces morirás. -Dije-...y dejaras a tu mujer embarazada sola en un mundo de mierda, y si crees que nosotros somos los malos definitivamente no tienes un conocimiento de lo que hay ahí afuera. Nunca has visto tanta muerte en tan poco tiempo, solo te enceraste en casa...
-Yo también perdí personas. -Dijo a la defensiva-.
-Sí, pero tú no los viste morir. -Repliqué-. Tú no te has manchado las manos con tanta sangre. Si no sabes defenderte o quedas sin comida, morirás...viviendo entre muertos. 
Todos guardaron silencio. Nadie comentó luego de esa discusión. 
No somos los malos, ni los buenos, somos gente normal que trata de sobrevivir en el apocalipsis, pero sin dudar ahí cosas peores que los infectados, personas iguales a nosotros, aquellos que no quieren más que ver el mundo arder, esos son la peor parte de esto.
Pude ver el cartel de despedida. Volvíamos a casa, al fin. 
Dormí acurrucada de Francisca durante todo el viaje. Sentí como Jonathan frenó fuertemente. Abrí mis ojos de golpe.
-¿Qué sucede?. -Dijo Henri-.
-Nos bajaremos aquí. -Dijo Jonathan-. No me imagino que quieran que una manada de infectados vaya tras nosotros. 
Le obedecimos. Tomamos las cosas y fuimos caminando unas dos cuadras hasta visualizar el centro comercial. No fue difícil llegar.
Nos quedamos frente a la puerta y se abrió lentamente. Raramente no dispararon antes para ver si no éramos unos infectados como a Darling. Bueno, sé que ella debe estar vigilándonos.
Se abrió la puerta y apareció Claudia en ella con los brazos cruzados. Nos miró de pies a cabeza. 
-No te desaceras de nosotros tan fácilmente. -Dijo Jonathan y ella sonrió falsamente-. 
-Entren. 
Los guardias construyeron doble puertas por el tiempo que nos fuimos. Las cerraron y al entrar todo fue diferente. 
Las personas no más hablaban de temas en común. La organización era más repartida en cada uno, los militares no estaban caminando entre todos, como si para ellos lo de haya afuera no podría entrar a su mundo. Claudia nos llevó a su oficina.
-Ha habido muchos cambios desde que se fueron, para este corto periodo hemos evolucionado bastante. -Dijo ella sentándose frente a todos nosotros-. 
-¿Ya no aterras a las porque no te obedece o los expulsas?. -Dije-. 
Ella me miró de reojos y volvió a dirigirse a los demás. 
-Aún tenemos electricidad y agua, aunque no cualquiera la recibe, cada uno tiene su porción. -Dijo y me cruce de brazos junto con las chicas, comenzó a mirar a todos- ¿Qué le ha sucedido a Justys, Batman y Benjamin?. 
Todas nos miramos, pero ninguna quería contestar. 
-Que dolorosa noticia. -Claudia sacó sus propias conclusiones-. Sus padres estarán devastados. ¿Quieres que se lo diga yo?. 
-Es lo menos que puede hacer. -Contesté-. 
Ella guardó silencio e hizo entrar a José. 
-Podrías llevar a los nuevos a la misma habitación que tenían las chicas antes de irse por favor...
Edgar, Rodrigo, Bárbara y Alfredo se los llevaron mientras a los otros nos dejaron con los brazos cruzados en esa horripilante habitación. 
-Hay un grupo de una gran cantidad de número que está arrasando con todos. Se consideran reyes a sí mismos...
-Quiero dejar bien claro esto. -Interrumpí-. No volveremos a salir. 
No sé qué cara puse, pero Claudia se veía muy intimidada. Jonathan siguió hablando y al terminar retrocedí y todos salieron junto conmigo. Fuimos a dar una pequeña vuelta. Al parecer la gente aún no olvidaba nuestros rostros porque nos miraban de reojos.
-Todas las tiendas locales han cambiado. -Dijo Francisca-. 
-No están los militares en todos lados, pero están vigilando desde arriba. -Dijo Sigrid refiriéndose desde en tercer piso-.
-Ya no hay lugares vacíos, en donde estaban los muebles tapando ahora vive gente. -Dijo Ingrid y recordé aquella ves que nos escabullimos dentro-.
Apareció Os con Rocco en sus manos y se lo quité en un dos por tres.
-Hey, pequeño. -Dije acariciándolo mientras el movía su pata y dejaba colgada su lengua a un lado-.
De lejos visualicé a la madre de Benjamin que se acercaba muy apresurada a nosotros. Su esposo venia detrás. Aun no decía ni una palabra, pero ya me sentía tartamudear. 
-Él...-Dijo aquella mujer con la voz temblorosa-. ¿Dónde…?.
-Lo siento. -Le interrumpí frunciendo el ceño-.
Miré a Francisca de reojos y agaché la cabeza. 
-Estábamos corriendo y él se sacrificó por nosotros. -Mintió Oswald por nosotras-. 
Ella pegó un grito y antes de caer en un mar de llanto su esposo se sentó en el piso con ella mientras la abrazaba y calmaba. Os tomó mi mano y nos sacó a todas de ahí. No podía dejar de mirarla. 
La peor parte de ser un doctor debe ser el decirles a los familiares que él o ella ya no seguirán junto a ellos, nunca más. Se rompió mi corazón al ver a esa mujer así. Me sentía muy culpable, no debí de haber hecho todo eso, pero aun así sentía parte de mi alma que se reía.
Al llegar a nuestras habitaciones las chicas entraron y solté a Rocco, pero Os me detuvo sujetando mi mano. 
-¿No te ves muy bien?. -Dijo-. 
-Fue estúpido lo que hice. -Contesté en cogiéndome de hombros-. Es algo muy malo. Me siento mal.
-Quizás lo merecía. -Dijo arrugando su frente-. Él fue estúpido, no te sientas mal por un gallina. -Me envolvió en sus brazos-. Él te hizo sentir mucho peor.
-Su madre...están todos devastados. -Dije apoyada en su pecho-. 
-El padre de Justys igual. 
Él tenía razón, como dirían, ojo por ojo, diente por diente. Pero aun así con esas palabras no quitaban mi tristeza por ambos. Y sin olvidar a Batman. Oswald se mostraba muy fuerte, pero sé que, por dentro esta como un vaso a la orilla de la mesa, se cae, se rompe. 
-Hannah...-Apareció Francisca atrás de mí-. Podemos hablar un poquito. 
Me fui con ella a lo recóndito del centro comercial. 
-Se lo merecía. -Dijo a mi defensa-.
Ella me miro de reojos. 
-Han estado pasando tantas cosas que no puedo asimilarlas. Ella murió al frente de mí. -Habló Francisca-. 
-Las cosas se pusieron feas, pero ya estamos aquí, en casa, donde nadie nos moleste, nos tenemos a todas, y no nos vamos a ir a cualquier otro lado ¿Está bien? Ella se fue, lloramos y muchas cosas más hicimos, pero, ella se fue...-Traté de tragarme todas las mentiras que me dije, pero era imposible. Aun así, no asimilaba la verdad-. 
Guardamos silencio por unos minutos mientras pude sentir una lagrima caer por mi mejilla, saqué cualquier rastro de ella. 
-Somos las personas más fuertes de todo el mundo…-No evite no tocar mi pulseras-…y quizás, cada acción trae una consecuencia y nosotras recibiremos la mejor. 
Mi alma y corazón se partían en dos.
-Somos buenas personas en un mal mundo. -Dijo con su voz temblorosa-.
-Exacto.
No podía dormir. Había tanto silencio, me hacía recordar cosas que nunca dije, pero las tenía en la punta de la lengua, pero las evité para no generar más conflicto. Tantas peleas en las que no participe para rebelarme contra alguien. Tantas personas y momentos en las que sentí que eran mis enemigos. Momentos en los que nada importaba de lo que hiciste tu pasado. Estos eran los momentos en lo que nada de eso importaba, nada. Solo quieres que la gente que te quiere este a salvo. Nos cuidamos mutuamente, eso el algo bueno. Espero que esto siga así por mucho más tiempo. 
Me quedé un buen rato en posición fetal mientras cerraba mis ojos para intenté recuperar algún sueño. Estos días han sido horribles. Perdimos a tres de nosotros, pero solo uno tenía motivos de morir. 
Ya pasaron 47 días desde todo, tengo buena memoria. Desearía no tenerla. Extrañaba dormir tranquila, no recordaba así este lugar. 
Me levante, me coloque una bata y me quede en la orilla de la salida de la habitación. Los guardias pasaron y me saludaron como si fuéramos grandes conocidos. 
Me quedé un buen rato observando y de lejos pude ver como Claudia acurrucaba al pequeño niño que perdió sus ojos, aquel que vimos en el bosque. Me recuerda a Batman, eran grandes amigos. Aparte de odiar el tener que morir por un infectado, es saber que cualquier cosa puede ser tu muerte. Una enfermedad, contagios, personas y desconfianza, había muchos factores de muerte. Es horrible pensar así. También la gente hizo un "en memoria" en una pizarra que estaba escrito lleno de nombres de valientes que morían en batalla.
Volví a recostarme y Os vino a mí. No dijo nada, si no, solo se recostó. Me acomodé poniendo mi cabeza en su pecho y me rodeó con su brazo. Me acurruqué hasta quedarme dormida. 
Esta noche no tuve ninguna pesadilla.
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Desperté cuando la luz golpeó mi cara. Me levanté y Francisca me miraba. Quizás abrí mis ojos porque sentía que ella me observa. Miré a Oswald y él estaba durmiendo con la boca semiabierta. Miré a Francisca y nos pusimos a reír sin hacer ruido. Aún estaban todos durmiendo, Ed tenía a Rocco junto a él y Henri tuvo que dormir "cómodamente" en el sillón porque ninguno de nosotros quiso acomodar su cama para estar con él. 
Me senté y sentí como Os tomó de mi mano para que no en parar. 
-Sigue durmiendo conmigo. -Balbució-. 
Volví a meterme a la cama y él me rodeo con su brazo. Me recosté dándole la cara y aún seguía viendo como él estaba con su boca semiabierta. 
-Deja de babear. -Dije y el soltó una risa pequeña-. 
-Al fin podemos quedarnos dormidos en tiempo que queramos. Podría quedarme aquí el resto de mi vida. -Reí-. 
Pasaron quince minutos para que Os volviera a quedarse dormido y trate de levantarme. Llevé una toalla y fui a las duchas. Pude al fin tomar una ducha de agua caliente. Me pues ropa limpia y me encontré a Sinaí en los camerinos. 
-Te ves feliz. -Dijo y sonreí-. Merecemos esto. 
- ¿Tú crees?. 
-En realidad...-Dijo-. A veces creo que solo tenemos solo mucha suerte. 
-Yo también. -Contesté-. 
-Para cualquier cosa que quieras sabes dónde encontrarme. -Dijo y asentí-. 
Las personas ya se estaban esparciendo en todo el lugar. De camino a la habitación me encontré a José que me dijo que Claudia me buscaba en su oficina. Fui a ella en donde la encontré en pijama. Ambas nos sentamos y me sirvió una taza de café mientras ella tomaba una taza de té verde. Sus manos tiritaban. Se veía muy nerviosa.
-Siempre tomo de esto en la mañana. -Dijo-.
-Mi hermana lo tomaba en la noche. -Hablé revolviendo la taza-. 
Tomé un sorbo de mi café, estaba delicioso.
-Más personas han llegado y la comida se está agotando...
-No saldremos de aquí. -Le interrumpí-. Ya lo había dicho ¿No?.
-Lo sé, pero nuestros voluntarios se ven que solo los acompaña la fé...las personas con ustedes tienen a más "posibilidades" de volver. Se sienten más seguros cuando lo hacen. 
《¿Personas como nosotros? ¿Acaso ya nos estamos diferenciando del resto? 》Pensé. 
-Dije que no. -Respondí de inmediato-. 
-Las personas ya creen en ustedes. Les tienes respetos. Es como si hubiesen regresado de la muerte. 
-Lo hicimos, volvimos del maldito infierno. -Repliqué-. No saldremos de aquí. 
Ella no podía obligarme. Claudia me sonrió falsamente y me pidió salir de su oficina. 
Caminando choqué sin querer a la chica que una vez golpee, la que me trato de asesina al no poder salvar a su padre. 
-Lo siento -Dijo ella muy rápido-. 
Me miró y agacho su cabeza para pasar junto a mí. La gente de al rededor me miró y al notarlo todos voltearon a terminar lo que hacían. 
Volví a nuestras habitaciones en la que Francisca y Ed ya estiraban sus camas. Os se sentó en la cama e intento abrir sus ojos. Me senté junto a él. Se levantó al baño. Cuando se fue estire la cama como los demás. El día sería más aburrido de lo normal. 
Francisca, Sigrid, Íngrid e incluso Conny fuimos a escribir el nombre de Justys en el "en memoria" y sobre su nombre estaba Benjamin y más abajo Batman y dibujamos su símbolo a un lado. La gente volvió a mirarnos raro. Conny volvió a su grupo con sus padres y de repente apareció la madre de Francisca que casi se la tragaba a besos. Ella decidió que volvería a su pequeña habitación con su madre y hermano. 
En medio de nuestro desayuno apareció Claudia e hizo que todo el mundo le pusiera atención. Venía con un grupo de hombres. 
-Buenos días a todos...-Dijo ella-. Ya muchos conocen como funcionan las cosas, no podríamos quedarnos aquí sin que estos diez muchachos fuesen nuestros nuevos voluntarios, hoy saldrán a buscar nuevos alimentos para dar a cada una de estas bocas una vez más. 
La gente comenzó a aplaudir. Miré extrañada a la multitud. 
-Buena suerte. -Dijo Claudia y todos seguían aplaudiendo-. 
Ser voluntario en estas cosas quedas siempre como algo; un suicida o un héroe, pero ya diciendo ser un voluntario quedas completamente como un loco. 
Conversábamos sobre todo el cambio que recibió el lugar y aquel grupo de voluntarios se nos acercó y tocó mi hombro. Me giré y los veía a ellos muy sonrientes. 
-Hola. -Dijo un hombre calvo-. Me llamo Ithan. Soy el guía de mi grupo. 
-Sabes que es una misión suicida. -Dijo Ingrid-.
-Mmm...quería preguntarles si tenían algún consejo para nosotros.
-Apunta y dispara. -Aseveré-. No pienses mucho. 
-No confíes en muchos, ni siquiera a tu grupo. -Dijo Os-.
Ellos asintieron. Antes de que de largaran llame al calvo, lo hice acercarse un poco. 
-Tu nos conoces. ¿No es cierto? -Susurré y el asintió con la cabeza-. ¿Tienes alguna idea de porqué todos nos miran como si fueses algo peligroso?. 
-Regresaron del infierno. -Dijo-. No cualquiera lo hace. 
Creó que la gente exagera. Todas podríamos sobrevivir ahí afuera con algo de ingenio, fuerzas y esperanza. Con eso, puedes hacer lo que sea. 




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