Viviendo entre muertos

Capítulo XXII: Desahuciados. Día 99.

Vi a Batman jugando sobre el pasto.

-¿Recuerda lo que te dije por última vez? Se fuerte, incluso me recordaste cuando creías que ibas a morir. Solo sigue siendo fuerte otra vez. No te eches la culpa de esto. -Él se veía tan tranquilo-. ¿Por qué no vienes a jugar conmigo?

Desperté con mi cabeza apoyada en el vidrio y cubierta por la chaqueta de Oswald. Comencé a soltar de apoco mi mano que estaba pegada con la sangre. Me quejé y me quité mi zapato, para sacarme el calcetín. Volví a acomodarme mi zapato y con el calcetín vendé mi mano. Los dejamos todo.

Os se vino a sentar junto a mí.

-Hola, ¿Cómo despertaste?. -Dijo, pero ninguna de sus palabras me llegaba. Asentí con la cabeza para que supiera que bien-. Todos siguen dormidos. Esto es tuyo.

Me entregó el hacha.

-Fue lo único que logré sacar.

Miré a todos lados y estaban todos. Rocco se colocó en medio y me lengüeteo la mejilla. Él autobús comenzó a parar. Todos despertaron de apoco. Conocía este sector.

-Lamento decirles que el estúpido de Wladimir se le olvido ponerle gasolina. -Dijo Antonio-. Vamos a tener que caminar hasta encontrar otro.

Esperamos un rato hasta que todos estuvieran bien despiertos. Bajé de las primeras. Este lugar ya lo conocía al derecho y al revés. Primero caminamos derecho hasta el monumento en donde ellos se detuvieron para admirarlo.

-Antes del terremoto del 2010 había un Alcón en la punta. Se cayó y nunca más lo volvieron a colocar. -Hablé-.

-¿Conoces este lugar?.

Miré de reojos a Ingrid.

-Si.

Entramos a ciertas casas aleatorias a sacar lo que sirviera, pero la mayoría estaban vacías. Había pocos infectados. Seguimos derecho hacia abajo.

Había dos caminos y seguí el de la derecha. Quería llegar al punto en el que pensé al principio.

-¿Podríamos caminar por este camino?. -Dije sin respetar ninguna opinión-.

Sentí que obligué a todos a seguirme. Camine al frente sola. Espere que todos llegaran a la primera villa.

-Busquen un auto. Aquí la mayoría tenían. -Dije-.

Caminé hasta la quinta casa tan particular, a la única a la cual había entrado. No había ni un solo auto en el patio. Alguien debió de estar aquí. Un infectado apareció de al fondo. Era mi vecina. Me acerqué a ella y le enterré el hacha en medio de su cabeza. Ingrid venia acompañándome. Ni siquiera entre abrumada de que apareciera un infectado, sabía que no había nadie ahí. Giré la manilla lentamente y entré a la cocina, Ingrid cerró la puerta a nuestra espalda. Revisé los muebles vacíos y la basura llena.

-Debió venir alguien aquí. -Dije-.

Al subir al segundo piso podía sentir el olor a viejo y las figuras se estaban poniendo polvorientas, al igual que los cuadros.

-Tu hermana se parecía a ti cuando eran más niñas. -Dijo al ver el primer cuadro de la sala-.

Caminé por el pasillo hasta llegar a mi cuarto. La cama estaba hecha y la ventana se encontraba abierta, cerrarla fue lo primero que hice.

-No lo recuerdo así. -Hablé-.

-Hace mucho que no estoy aquí. -Dijo Ingrid. Se recostó en mi cama, se acurrucó en la frazada-.

-Yo también. -balbucee-.

Comencé a ver todo lo que tenía en mi escritorio, mi diario, juguetes, libros y películas.

-¿Qué fue lo último que pensaste al estar acá?. -Dijo Íngrid sentándose en la cama.

-"no voy a cargar mi celular, de todas maneras, nadie me llama". -Susurré y sonreí falsamente-.

De mi escritorio saqué una pequeña figura de Batman que encontré en mi caja de cereal y la guardé en mi bolsillo. Fui a la habitación de mis padres y de ella quité una antigua y desteñida sudadera negra de mi padre. Fui a la habitación de mi hermana. El cajón estaba abierto y me agaché para meter toda pendra al alrededor y cerrarlo. Salí de ahí al terminar.

-Deberíamos quedarnos aquí por esta noche, o lo que podamos. -Hablé. Ingrid asintió-.

Atraje a los demás a mi casa. Teníamos nuevamente un techo sobre nuestras cabezas. Les presté ropa a los demás y ropa de mis padres para los otros, y otras. Pero, como siempre conservando el estilo, todas de negro. La mayoría permaneció en la sala de estar. Oswald trajo la guitarra negra de mi cuarto. Se sentó en el sillón junto a Jonathan. El borracho se sentó en el piso poniéndole atención a cada movimiento de Oswald al tocar el cuerpo y el mástil de la guitarra. Comenzó con una leve melodía mientras seguía caminando a mi cuarto.

-When you miss me close your eyes i may be far but never gone. -Atrajo mi atención. Fui donde él-...when you fall asleep at nigth just remember that we lay under the same stars. -Elevó la voz. Me crucé de brazos-…and hey, i know there are some thing we need to talk about, but i can't stay, so let me hold you for a little longer now. And take a piece of my heart, and make it all your own, so when we are apart, you'll never be alone...-Su voz comenzó a bajar-.




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