Viviendo la Tristeza Infinita.

Coffee Time.

Eran las 5 p.m, estaba en un café tomando un café latte (Es irónico ya que no me gusta el café) mientras tomaba mi café, leía a Albert Camus. Releía la misma página una y otra vez ya que no podía captar absolutamente nada, quizás mi mente estaba en otro lado y sólo sentía una extraña sensación que cada vez me enfermaba más. No me sentía solo, obvio, en ese momento estaba solo pero ¿Estar con una persona significa no estar solo?, yo mismo me estaba desconociendo, una bocanada de sentimientos venia y se iba, cada vez me sentía mas incomodo.

Bajé el libro, tomé un sorbo de mi latte y me fui directamente al baño a lavarme la cara y a reflexionar acerca de lo que estaba pasando. Estuve mas o menos 15 minutos allí hasta que llegó un mesero a preguntarme si todo estaba bien, le respondí con un bajo y vacío "sí, todo bien". Llegué a mi mesa y me volví a sentar a leer.

-Creí que no te gustaba el café...- Dijo, la chica que recién se había sentado del otro lado de mi mesa-, Ahora me doy cuenta que lo que realmente pasa es que te da náuseas, nunca te pude conocer bien.

Claramente ya sabía quien era, pero mi mente se negaba a creerlo.

-No me da asco el café, lo que realmente me dan náuseas son mis pensamientos- murmuré con una vos fría.

-No recordaba lo odioso que podías llegar a ser, y ahora... después de tanto te encuentro en un café tomando algo que no te gusta mientras lees y me ignoras en el momento.

Ella era el amor de mi vida, la niña mas hermosa que nunca conocí, nuestro amor fue tan eterno que parece que solo duró un par de segundos. No sabia como reaccionar, mi mente, mis sentimientos y quizás también mi corazón me estaban jugando una muy mala pasada. Primero que nada, no sabia como sentirme, quería levantarme y abrazarla para nunca soltarla y al mismo tiempo quería levantarme, decirle que la odio, tomar mi libro e irme del lugar. En segundo lugar, se miraba tan hermosa como cuando me fui, sus ojos aun conservaban el mismo brillo y sin saber cómo, las palabras solo salían de mi seca y tímida boca.

-¿Que pasaría si el sol desaparece u explota?- dije mientras buscaba el valor para verla a la cara.

-Moririamos.- Lo dijo de una manera tan extraña, como si supiera a lo que quería llegar.

-Oscuridad, destrucción, eso pasaría, eso pasó.

-¿Pasó?

-Quizás te quiero decir que tu eras mi sol, o quizás lo sigues siendo, pero te fuiste y me quede en la oscuridad, con frio, extrañandote ya que solo soy un triste planeta.

-Un triste planeta en el que yo habitaba- me dijo ella con una bella sonrisa en el rostro.

-Y aun habitas- dije mientras la miraba-, solo que tambien eres mi luz y te fuiste... mi mundo está oscuro, sé que sigues alli pero no puedo encontrarte.

Hubo un silencio por varios minutos, aunque no fue para nada incómodo, ambos nos mirábamos y análizabamos cada imperfección del otro. Cada cabello, cada cicatriz, cada ojera, creo que podríamos haber pasado horas así.

Ella se levantó, me dio un beso en la mejilla y me dijo:

-No necesitas la luz de alguien para brillar por ti mismo.

Después de eso se fue, sin nada más que decir.

Empece a ir a ese mismo café cada fin de semana, yo mismo me mentía que iba a leer aunque en realidad iba con la esperanza de volverla a ver, porque descubrí que solo ella conseguía parar todo en mi, hacer que deje de pensar y sobre todo hacer que me deje de sentir en una oscuridad tan vacía.

Pasaron 6 meses y nunca la volví a ver, sentí que ya no controlaba mis emociones, sentí que todo ya estaba mas oscuro que mi taza de café caliente...

¿Cómo termina todo? 
Creo que la respuesta es sencilla, cuando algo se destruye lo menos que puedes hacer es tratar de repararlo. Me tardé un par de meses pero al final no pude restaurar mi mundo, pero si conseguí crear uno nuevo, lo hice mas grande y sobre todo seguí el consejo de esa persona y empecé a emitir mi propia luz, me di cuenta hasta tarde que estuve buscando algo que todo el tiempo estuvo en mi.

Fui a ese café una ultima vez, pero ya no pedí una taza de éste porque realmente odio el café. Compré una malteada para llevar, Me despedí del mesero y cuando salí a la calle me encontré con ella, sólo se quedo parada y en ese momento me sentí bastante seguro, fui hacia donde ella y le dije:

-Acabo de encontrar mi propia luz, pero tú... tú no dejes de brillar, que yo tampoco dejaré de hacerlo.

Sin esperar una respuesta seguí caminando y nunca más la volví a ver. 



#27768 en Otros
#8739 en Relatos cortos

En el texto hay: arte, ciencia, amor

Editado: 13.02.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.