18 de enero de 1948
Nació en: Zaragoza
Hijo/a de: Andrés y Alicia
"Eras un hombre guapo"
Pienso mientras miro la foto del DNI de Andrés.
"Seguro que gustabas mucho a las chicas. Lástima que no supiste cuidar de ellas"
Pongo el DNI en el monedero y cierro el cajón.
"Nunca entenderé cómo una persona puede mal aprovechar su vida. Lo que daría yo por disponer de una, poseer un cuerpo que sea mío, mi rostro, mis manos y mis pies. Sentir con mis propios sentimientos y tomar mis propias decisiones. Lo que daría por ser dueño de mi propia muerte"
Me sobresalta el sonido de mi móvil. En la pantalla veo un 93 seguido de unos cuantos números.
- Diga?
- Hola papá. Te llamo desde el trabajo. Esta tarde me pasaré por el Hospital. Lo siento pero no he podido convencer a Javier.
- Lo entiendo. Te estaré esperando - noto un nudo en la garganta.
- Sigues en la planta 13 ¿verdad?
- Sí, aquí estoy.
- Hasta luego papá.
- Nos vemos hija.
No es mi cuerpo, no es mi familia, ni son mis sentimientos. Pero en cambio puedo sentir lo mismo que él sentiría, aún sin conocerlos, ni tener recuerdos.
La mañana transcurre como siempre. El desayuno de siempre, los médicos de siempre y la medicación de siempre. Incluso el compañero de la habitación de al lado se ha vuelto a atragantar.
Andrés hoy es nuestro último día juntos. Qué te apetece hacer? Damos un paseo?
Me siento en la silla de ruedas y voy hacia el ascensor. Dentro siempre hay médicos intercambiando opiniones sobre algún paciente. Me siento muy identificado con ellos. Sé lo que sienten al intentar salvar una vida y la frustración consecuente si fracasan.
Me siento en el mismo banco de ayer y veo atardecer. Todos son bonitos desde aquí abajo.
A unos escasos metros está el amigo de Andrés. En sus brazos hay una niña de unos 4 años y otro niño más pequeño le está quitando la venda del pie.
Al lado están su mujer y la madre de los niños.
Me mira y me saluda con la mano.
"Qué envidia me dais humanos y a la vez qué tontos sois. Estáis siempre buscando la felicidad cuando la tenéis tan cerca"
Empieza a hacer demasiado frío. Me levanto y subo a mi habitación. La bandeja con la cena está encima de la mesa. Me siento esperando lo inevitable. De pronto una cabeza asoma por la puerta.
- Hola papá. Íbamos a venir antes pero el tráfico a estas horas es horroroso, ya sabes...
- Íbamos? - pregunto esperanzado.
- Sí, Javier ha decidido venir al final. Está aparcando.
"Andrés voy a poder hacer realidad tu último deseo. Podrás descansar en paz"
Paula se quita el abrigo y lo deja encima de la cama.
- Hoy hace mucho aire. Casi se nos vuela el coche - comenta mientras se coloca bien el pelo despeinado.
- ¿Estáis bien? ¿Y los niños? - pregunto sin entrar en detalles.
- Estamos bien. Silvia un poco resfriada, ya sabes, en el colegio lo pillan todo. Y Gabriel ya está dando sus primeros pasos. Los he dejado con Iván - mientras habla saca su móvil y comprueba que no tiene ninguna llamada perdida.
¿Tú cómo estás papá? - pregunta mirando el espacio ausente en mi pierna derecha.
Entra Javier a la habitación.
- Bien. Estoy bien. Ahora que estáis los dos me encuentro perfectamente - digo mirando a Javier.
- Bueno aquí estamos. Qué es aquello tan importante que tenías que decirnos? - pregunta Javier sin más preámbulos.
Con un gesto les invito a sentarse en la cama.
- Como sabéis estoy en la etapa final de mi vida. Vida que no he sabido vivirla.
Miro hacia atrás y veo a un hombre que no ha sabido amar, ni a sí mismo ni a los demás.
Lo que daría por volver a empezar para hacer las cosas debidamente - noto cómo mis ojos se ahogan en lágrimas y hago un esfuerzo para evitar que se derramen - pero ya es demasiado tarde. Ahora sólo hay tiempo para el arrepentimiento.
No puedo más que pediros perdón. Perdón por no ser un buen padre, perdón por todos los momentos en los que me habéis necesitado y no he estado. Perdón por haber hecho sufrir a vuestra madre. Perdón por - y las lágrimas brotan al no poder retenerlas más. La voz se me ahoga y soy incapaz de seguir. Me tapo la cara con las manos para ocultar mi vergüenza. No puedo hacer otra cosa más que sollozar.
De repente noto una mano sobre mi hombro. Una mano fría y cariñosa. Levanto la mirada y ahí está Paula, cubierta de lágrimas. Me da un beso y me abraza.
Javier se levanta y hace lo mismo.
Es en este preciso instante cuando salgo de tí. Mientras me elevo noto cómo desaparecen todos los sentimientos y el vacío vuelve hacia mí.
No marcho sin antes mirar hacia atrás y ver a un Andrés emocionado abrazo a sus dos hijos.
"Te dejo para que puedas despedirte de tus hijos y de tu cuerpo"
"No vine para salvar tu vida, sino para salvar tu alma"
Y, sin más, desaparezco