Camile Valentine
Miraba por todas partes el uniforme. Era el uniforme de la secundaria a la que iría. No era feo pero... ¿Era el correcto? ¿O acaso mi mamá se equivocó al decirme el color de mi uniforme? Creí que era blanco con dos rayas rojas en el dobladillo de la falda y dos rayas rojas en la manga del saco, pero ahora de repente es... ¿Azul marino con moño rojo y camisa blanca a manga larga?
Es algo... Sospechoso. Quizá esa fue la primera pista que me dio el "mundo" para que me diera cuenta de que no era mi mundo el tal.
— ¡Camile! ¿Por qué tardas tanto? ¡La comida se enfría! — gritó mamá con ese tono histérico que la distingue de cualquier mujer.
— ¿Eh? ¡Voy! — grité al volver en sí y me puse el uniforme lo más rápido que pude para salir de mi cuarto al pasillo y del pasillo a la sala. Para resumir, vivo en un departamento con mis padres.
— Cielos ¿Por qué tardaste tanto? — refunfuñó mi mamá.
— Lo siento — suspiré — oye, mamá ¿Mi uniforme no era blanco con rojo? — me atreví a preguntar.
— ¿De qué demonios estás hablando? Es azul — dijo confundida al mismo tiempo que me ponía el emparedado en la mesa.
— Gracias — murmuré — pero tú me dijiste que el uniforme era blanco — me rasqué la cabeza.
— ¿¡Me has llamado mentirosa!? — exclamó.
— ¡No, no, no, no! — exclamé nerviosa — lo siento, creo que me he golpeado la cabeza o algo así — me rasqué la cabeza y suspiré.
— Creí que hacía falta que yo lo dijera — dijo ella y puso los ojos en blanco.
Luego de comer, fui a mi habitación y tomé mi mochila, agarré una libreta de dibujo, mi celular, mi cartera y mis llaves, metí lo anteriormente mencionado y cerré la mochila.
— ¡Me voy! — grité y abrí la puerta yendo directamente al elevador.
— ¡Espera! — gritó la voz de una chica a través del elevador, ya que este se iba a cerrar. Puse el pie para que la puerta se detuviera, logrando ayudar a la chica a entrar a tiempo — gracias — suspiró pesadamente y jadeando.
— Huh... Sí, de nada — dije mirándola de arriba a abajo. Parece tener mi edad y también tiene el mismo uniforme que yo. Parece que es de algún otro piso, pero... ¿Por qué tomó el ascensor de este piso? Nunca en mi vida me la he cruzado — por cierto ¿Vas a la misma escuela que yo?
— ¿A la academia Newcastle? ¡Sí! — dijo y yo tosí de risa indiscreta... ¿Academia Newcastle? — ¿Eh? ¿Te pasa algo? — bueno, mi mamá solo me inscribió a una secundaria al azar, ni siquiera me dijo el nombre de esta.
Alzó el rostro y parecía una chica muy, muy, muy bonita.
Tenía el cabello castaño grisáceo y ojos grises, piel blanca y suave y facciones muy finas.
No.
No hay manera de que haya olvidado un rostro tan hermoso.
— ¿Recién te mudaste? — pregunté.
— Vivíamos en un departamento del complejo departamental, pero la renta del apartamento número 212 era más barata y el vecino de ese departamento se mudó hace unos días — explicó — Soy Alice Dawson.
¿Los Benson se mudaron? ¿Cuándo?
— Ya veo — articulé y corté la conversación, desviando mi mirada pensativa hacia arriba.
Qué día tan raro.
— Por cierto, no me dijiste tu nombre ¿En qué año vas? ¿En qué apartamento vives?
— Soy Camile Valentine. Vivo en el 213 y voy en primer año de secundaria — expliqué.
— ¿En serio? ¡Yo igual! — exclamó — ya que seremos vecinas ¿Por qué no me dejas ser tu amiga? No tengo ninguna — dijo con una sonrisa de lamento.
Qué coincidencia, yo igual.
Pero... ¿Cómo sé que no está tratando de jugar conmigo? ¿Desde cuándo las chicas lindas NO tienen amigos?
— No sé... — dije insegura.
Ella me miró por unos segundos y bajó el rostro, como con pena.
Genial. Por mi paranoia ahora me siento culpable.
Pero bueno. Bien dicen que mejor prevenir que lamentar.
Cuando salimos del ascensor, salí a toda prisa.
Ya había cruzado dos cuadras, así que volteé y no estaba. Ante esto, suspiré y me reincorporé.
— ¿Eh? ¿Por qué te detienes? ¿Te lastimaste el tobillo? — me preguntó con... ¿Preocupación? ¿Por qué se preocuparía por mí?
— N-No — dije moviendo las manos, en señal de negación.
— Apresúrate, ya van a ser las 8 — me dijo y tiró de mi mano, acto seguido se puso a correr.
— E-Espera — ¡Corre muy rápido!
— ¡Llegaremos tarde! — me dijo.
Ya qué.
Tras cinco minutos corriendo «cosa que fue como media hora para una otaku que solo lee novelas y cómics como yo y nunca sale» llegamos a la escuela.
Era un edificio pintado de azul y blanco con ventanales gigantes que se verían incluso desde mi departamento «después de todo, vivo en el octavo piso» y muchos, muchos árboles.
O soy una idiota por nunca haber visto este gigante edificio, o de verdad hay algo raro con este día.
— Joder — solté y en seguida volteé con horror hacia Alice, que para mi sorpresa, en lugar de escandalizarse, me dio una sonrisa muy encantadora.
— ¡Vamos! — me dijo y volvió a jalarme.
— No. Espera — dije y me solté de su agarre.
— ¿Mmm? ¿Qué pasa? — me miró confundida.
— Tú... ¿En qué piso vivías antes? — pregunté.
— Huh... En el 9no piso ¿Por qué?
— ¿Desde hace cuánto?
— Desde hace 10 años ¿Puedo preguntar porqué?
— Sé que sueno como acosadora pero ¿Tú sacas la basura los lunes?
— Sí ¿Y tú?
— También ¿Vas por el basurero de la derecha o de la izquierda?
— El de la izquierda — se rascó la nuca — ¿Por qué? ¿Hice algo malo?
— Mmm no, solo te pregunto por que pensé que en algún momento nos debimos de haber cruzado ¿No crees?
— Cierto — dijo ella igual de pensativa que yo.
— Última pregunta ¿En qué apartamento vivías?
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Editado: 28.10.2022