Vivir en las nubes

Un buen trato

Después de la llamada con Matías solo pude tratar de descansar. Al menos hasta verlo de nuevo al día siguiente en clases de matemáticas. El único lugar vacío que quedaba para el chico nuevo era justo a mi lado. Después de un rato que empezó la clase un pedazo de papel hecho bolita cayó sobre mi mesa, al abrirlo me encontré con una letra un poco inclinada. 

-Hey, no entiendo nada ¿me ayudas? 

Miré hacia el chico y sonrió, una sonrisa irónica se formó en mi rostro para después girarme como si no hubiera pasado nada. Unos segundos después otro papel. 

-Por favor, ayúdame ¿si?

Negué sin siquiera mirarlo, ¿porque debería  ayudarlo? ¿Es que no conocía a alguién más para molestar? 

Un papel más, y luego otro y otro que me golpeó en la mejilla, solo que estos no tenían nada escrito, era simplemente por molestar, al principio consideré sus actos terriblemente inmaduros, pero luego de otro papel me llegó una idea absurda a la cabeza y escuché la voz de mi inconciente. Así que seguí con el juego que él empezó. Empecé a imitar lo que él hacía: lanzar papelitos el uno al otro. Cada papel que lanzaba sme hacía sentir mejor, cuando golpee su ojo con el suave papel, una leve risita se escapó de mis labios, y tras tallarse el ojos, me miró con los ojos entrecerrados decidido a cobrar venganza por mi acto. Empezaba a ser divertido, aunque el profesor de matemáticas no compartió nuestro pensamiento. 

-Ambos afuera, les haré un examen especial a ustedes, -dijo en un tono sarcástico- parece que lo saben todo ¿no? Pues ahora así será. 

La diversión terminó. Salimos bajo la atenta mirada de nuestros compañeros y una aún más atenta de las chicas del salón. 

-¡Solo quería tu ayuda! -dijo enojado Matías. -Reprobaré ese examen, no entiendo nada de lo que hacen y ahora tendré un examen más difícil. -Y antes de poder contestar, replicó- Y es tu culpa. 

-No fui yo la que empezó con la guerra de papeles. -le recordé. 

-Pareces niña chiquita -me dijo. 

-Tú no eres muy maduro que digamos. -contesté, miró hacia otro lado, y empezó a caminar. -Hey aún tenemos que arreglar lo de mi computadora. -Le recordé haciendo que una vez más me mirara y acortara la distancia. 

-Y tu tienes que arreglar lo de matemáticas. -dijo ahora burlón. -Ese es el trato: me ayudarás a pasar matemáticas, mientras te quedarás con mi laptop, y cuando haya conseguido el dinero arreglaremos la tuya. Ambos felices. 

Miré atenta sus facciones, era un chico guapo, y eso nadie podría negarlo, pero tampoco negaría que era un poco molesto. El problema era que no tenía muchas opciones, así que pensé en lo que me propuso por unos segundos hasta que finalmente sonreí y le tendí mi mano. 

-Trato hecho. 

Ambos sonreímos conformes y yo seguía mirandolo fijamente. ¿Había dicho que su sonrisa lo hacía más guapo?  Nos quedamos callados mientras caminábamos hacia la salida, igual matemáticas era nuestra última clase. Cuando llegamos a la salida me detuve y él siguió caminando, unos pasos después se detuvo y me llamó.

-Anne ¿me ayudarías ahora para matemáticas? Podemos estudiar. -Lo miré una vez dudando, y es que el chico me provocaba curiosidad y duda. -Anda, -me animó -Pongamos el trato en marcha. 

Sonreí ante sus palabras asintiendo y lo alcancé, Matías sonrió de vuelta y nos pusimos en marcha. 




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