Vivir en las Sombras

VIII - EL DESTINO DE LOS TRAIDORES*

Desde el alzamiento de Pionners, los pocos sobrevivientes abandonaron el pueblo y se esparcieron por el reino y el continente. La vergüenza que sentían por haber sido engañados durante tanto tiempo, sumada al dolor por las pérdidas que pudieron evitarse, los obligaron a ir ligeros de equipaje; querían escapar cuánto antes de aquella tierra de dolor y sangre. No obstante, había algo que los acompañaba a dónde quiera que iban: su testimonio. Hicieron de su historia un propósito de vida, difundiendo la verdad sobre los vampiros, su forma de actuar, sus engaños y cómo matarlos. Las gentes de otros poblados los escuchaban incrédulos, pero con la suficiente suspicacia como para observar a sus vecinos bajo otra óptica. Fue así como empezó una cruzada para sacar a la luz a los vampiros, seguida de una verdadera cacería de brujas dónde caían justos y pecadores. De todas partes del mundo comenzaron a resurgir las leyendas de vampiros ancestrales que, bautizados con diferentes nombres, revelaban la presencia de larga data de estas criaturas sobre la tierra.

La gente comenzó a armarse y a sospechar de todo mundo, y los chupasangres sobrevivientes a la primera ola de locura prefirieron recluirse en pequeños asentamientos, manteniendo un bajo perfil, o abandonaron el continente en busca de tierras ignorantes de su existencia. Pero con el transcurso del tiempo, pequeños grupos armados empezaron a especializarse en la cacería de una especie única, llevando una tranquilidad aparente a la población, y acabando con la paranoia inicial que acabó con unas cuantas vidas inocentes. Algunos de estos grupos estaban compuestos simplemente por hombres violentos con sed de acción y fama, sus armas las constituían palos y cualquier otra cosa filosa; solo unos pocos se consideraban expertos en los últimos descubrimientos para destruir a su presa, ya fuera por pura superstición o basados en el viejo método de prueba y error.

En ciertas regiones se adoptaron distintas costumbres: como en el caso de Polonia, donde decapitaban los cadáveres de personas sospechadas de ser Wampir, luego colocaban la cabeza entre las piernas del finado para volver a enterrar el cajón. O en Europa Oriental, donde se llenaba la boca y cada uno de los orificios de los Upyr con ajo para que, al despertar, no pudiera abrir la mandíbula. O en Grecia, donde se combatía al Vrykolakas poniendo una cruz de cera entre los labios de los cadáveres, así como una pieza de cerámica con la inscripción "Jesucristo conquista", para que el muerto viviente no pudiera levantarse. Solo más tarde se popularizó la idea de combatir al vampiro con símbolos religiosos, clavar estacas en el pecho y quemar los cadáveres resultantes de la cacería.

Los años y la Historia siguieron su curso, y los ánimos de la gente se diluyeron, dejando otra vez en el olvido las leyendas de vampiros. Solo aquellos que se autodenominaban "cazadores de vampiros" permanecían en sus funciones, protegiendo (o al menos lo intentaban) a los más débiles.

Y de Pionners, esa tierra desolada y deshabitada, solo quedó un rumor que ya nadie podía confirmar.

Los años también pasaron para los Morris, pero la familia que Sir Joseph Morris soñaba ya solamente se componía por Amelia en el lugar de la madre, Iván en el lugar del padre, y Adam como su único hijo        

Los años también pasaron para los Morris, pero la familia que sir Joseph soñara ahora se componía por Amelia en el lugar de la madre, Iván en el lugar del padre, y Adam como su único hijo. Viajaban constantemente para no levantar sospechas sobre su peculiar estilo de vida. Anne no los acompañaba, ya que, luego de abandonar su hogar, separaron sus caminos para mantener al niño a salvo. Lo más difícil que hizo Anne fue encargarle a Amelia que lo criara y le contara toda la verdad a su debido tiempo. Sobre su paradero, la familia solo sabía que cada varios meses se acercaba lo suficiente como para observarlos, pero manteniendo las distancias para no ponerlos en peligro. Ellos tenían prohibido contactarla.

Pero, ¿por qué huía Anne? Desde que los vampiros al servicio del Ilegítimo tomaron el poder del territorio antes subyugado por el clan Morris, mantuvieron un perfil bajo y continuaron manejando el mundo desde las sombras como siempre lo hicieron, moviéndose de un lado a otro, evitando llamar la atención. Impunes, a salvo. Y la rutina de Anne era huir porque, conociendo la importancia que tenía la existencia del primer niño nacido de vampiros, sabía que no tardarían mucho en darles caza para hacerse con el mismo poder que buscaba sir Joseph y reclamar el trono para ellos. Ella rastreaba a sus enemigos y los mantenía lejos de su familia.

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Adam ya era todo un hombre, fuerte y decidido. A pesar de vivir en todos lados y habitar lejos de los poblados, él siempre encontraba con quién congeniar. Con el tiempo encontró amistades que le hicieron entender su propósito: debía convertirse en cazador de vampiros. Conocía la historia de su familia sin faltar un detalle y el recuerdo del ataque de sus tíos aún lo atormentaba en sueños. El joven empezó a frecuentar personas entendidas en materia de criaturas de la noche, que sabían que las armas convencionales no eran suficientes; esos a los que llamaban locos o fanáticos, que profesaban el fin de los tiempos si la población no se preparaba para una guerra sobrenatural de inmediato. Pero pronto se convenció de que no tenía chances de sobrevivir entre ellos, ya que no demorarían en descubrir quién era y la verdadera naturaleza de sus supuestos padres. Así fue que optó por alejarse y decidió entrenarse por su cuenta, contando solo con la ayuda incondicional de su guardián, Iván. Adam confiaba en que su madre siempre estaría cerca aunque no pudiera verla, no se preocupaba por ella porque era la persona más ruda que conocía; sin embargo se mantenía alerta al accionar de los otros cazadores por si acaso la atacasen.




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