Comenzaron a revisarme. Tomaron muestras de sangre y encontraron unas extrañas dosis de una droga que no lograban descifrar. Me sometieron a rayos X y descubrieron que nunca me había roto las costillas, como me hizo creer el médico que me atendió. Si es que era realmente un médico. Y la fractura de mi pierna no era tal, solo me había hecho un esguince que hace tiempo se había curado. Lo que sí resultó ser cierto fue el golpe de mi cabeza, con algún objeto fuerte y no por causa de un accidente de tránsito. La razón por el que sentía dolores en el cuerpo era por la droga, que afectaba mi sistema nervioso y producía esa sensación de dolor e inmovilidad en ciertas partes del cuerpo.
Cuando terminaron de revisarme, apareció el médico y me dijo:
- No sé bien dónde estuviste este tiempo, pero tu cuerpo contiene una extraña droga que pronto pasará a laboratorio para poder ser identificada con veracidad.
- ¿Entonces fui engañada? – Le pregunté - ¿Nunca sufrí un accidente de tránsito que fracturó mi pierna y costillas?
- Según los informes, no has sufrido fractura alguna. pero sí notamos señales de que fuiste golpeada en la cabeza. Quizás con algún barrote de metal, lo cual ocasionó que perdieras parte de tus recuerdos. Es solo una hipótesis. Cuando hagamos los exámenes correspondientes, podré realizar un diagnóstico correcto.
Cuando se fue, ingresó el conductor, quien se autodenominaba como mi verdadero guardaespaldas.
- He informado a mi cliente de tu paradero – Me explicó Miguel – Pronto estará aquí con nosotros. Mientras, me pidió que no te dejara sola ningún momento.
- Esto me suena a historia conocida – Le dije – Lo siento, son tantas emociones por un día. Me costará digerir el hecho de que, todo este tiempo, he vivido en un engaño.
- Te lo dije, el líder de la OCN es un psicópata. Jugará contigo hasta tu muerte. Lamento mucho lo que te pasó y pienso que deberían despedirme por mi incompetencia.
Tanto el Miguel anterior como el nuevo eran de personalidades muy diferentes. Mientras que el falso Miguel era frío, distante y atemorizante, el verdadero era cálido, jovial y conversador. Por alguna razón, en esos momentos, me sentía mucho más segura y confiada que antes, tanto que no tuve problemas en pedirle que me ayudara a recuperar mis recuerdos para poder resolver el caso.
- Te lo contaremos todo. Descuida – Me dijo Miguel – Mientras, descansa.
Intenté descansar, pero en vano. Solo pude cerrar los ojos y repasar los recuerdos de esos dos días. Poco a poco iba desentrañando el misterio, pero aún me costaba identificar los rostros. ¿Quiénes eran? ¿Por qué no logro recordar su aspecto físico? Solo recordaba las conversaciones, los lugares relevantes que frecuenté esos dos días, el acorralamiento, los nombres y los disparos. Y después estaba la morgue. Antes de que me doparan en el falso hospital, yo había identificado el lugar. Estaba segura de que era el mismo donde debía realizar mi trabajo. Entonces abrí los ojos y le dije a Miguel:
- ¡Debemos regresar a la morgue! ¡Deprisa!
- ¡Eso no será posible! – Me dijo Miguel – Por favor, ten paciencia. Tengo miedo de que, esta vez, terminen matándote.
- Pero necesito ir a ese lugar. Estoy segura de que podré recordarlo todo y resolver el misterio de una buena vez.
Miguel me miró a los ojos. Al final suspiró y me dijo:
- No puedo resistirme a esa mirada. Está bien, te acompañaré. Pero esta vez no iremos completamente solos. ¿De acuerdo?
Asumí con la cabeza. No tenía nada que perder. Al menos quería saber el por qué el falso Miguel asesinó a esas personas en mi presencia. Quizás formaban parte de un macabro plan para que no recuperase la memoria. Algo similar a una intimidación.