— ¿Quieres pasar? — preguntó Bulma sonriendo — estar en el patio es incómodo, está algo frío — tenía a su hijo en brazos, que empezó a llorar suavemente.
Roxana le pidió permiso a la madre y lo meció de forma lenta, el pequeño se durmió sujetando la camiseta de la mujer. Entraron a la cocina, allí la científica, luego de tomar asiento, le hizo la pregunta que le interesaba.
— ¿Cómo haces para aparecer así, eres una Kaio o una diosa?
— No, para nada, soy una simple humana.
— No tan simple, nadie hace eso de aparecer y desaparecer.
— En realidad no es normal — acomodó al pequeño en la cuna que había a su lado — yo soy de otro universo, o dimensión, como quieras decirle, cuando me duermo en mi mundo, aparezco en este.
— Vaya, interesante ¿Siempre te ha pasado eso? ¿Despiertas cansada?
— Nunca me había pasado, empezó hace un tiempo, creo que es por un colgante que encontré, supongo que él me deja pasar donde ustedes. Amanezco muy descansada y con energía.
— ¿Colgante? No tienes ninguno.
— Lo sé, cuando me duermo y estoy aquí no lo tengo, yo pensaba que era un sueño, hace unos días... me caí — le oculto su encuentro con Piccolo — y el moretón que tenía en la mano al despertar estaba allí — mostró parte de la piel morada que le quedaba en una de sus muñecas.
— Muy interesante, así como llevaste la herida ¿Has tratado de pasar cosas de aquí para tu dimensión?
— ¿Cómo? — no se le había ocurrido hacer esa clase de experimentos.
— Mira — le pasó una servilleta muy linda que tenía en su regazo, la visitante entendió y lo guardó en un bolsillo — ahora que te vayas veamos si llega a tu mundo. Si puedes mañana tráeme fotografías o un video de tu colgante.
— Esta bien, lo intentaré — siguieron conversando, Roxana al final le contó de Dragon Ball, que era un anime en su mundo, le pareció muy curioso a la científica, hicieron juntas el almuerzo, luego la visitante jugó con el pequeño toda la tarde, hasta que sintió que se iría, con el tiempo podría sentir cuando iba a despertar.
— Intentaré volver mañana — se despidió de Bulma.
— Nos vemos entonces.
En ese momento Vegeta iba entrando a la casa, vio a la acompañante de la madre de su hijo desaparecer, como vio que la científica estaba tranquila, supuso que era algún experimento de ella, se dijo que nunca entendería cómo funcionaba su mente.
Al llegar a su mundo Roxana revisó, la servilleta estaba en su bolsillo, la mujer sonrió, en la noche se durmió con su celular en uno de los bolsillos de su chaqueta. Por suerte llegó a donde la Corporación Cápsula, allí estaba la dueña esperándola.
— Que bueno verte de nuevo — Trunks, que estaba en sus brazos, quería que lo tomará — parece que mi hijo te quiere mucho.
— Es muy lindo, se parece a mi Elita — su vista se puso melancólica, se acordó cuando su pequeña estaba en sus brazos, antes de que todo lo malo hubiera comenzado en su vida.
— ¿Quién es Elita? — preguntó curiosa Bulma.
— Mi hija, se llama Elizabeth, hace mucho que no la veo, tu hijo es muy fuerte e inteligente.
— Teniendo en cuenta quien es su padre, lo de fuerte dalo por seguro, y bueno, inteligente como yo... jajaja como dice mi padre, somos la pareja perfecta para tener hijos ¿Pudiste traerme lo que te pedí?
— Si, acá traje las imágenes — le pasó el celular.
— Vaya, veo que tienen tecnología parecida a la de aquí — pero luego que lo revisó — me equivoque, está algo atrasada.
— Es que no es de los más modernos, es algo anticuado incluso para mi mundo — se sonrojó avergonzada.
— No te preocupes, te lo devuelvo en un rato más.
Bulma dejó a Roxana jugando con el bebé, en eso la recién llegada sintió una mirada penetrante en su espalda, volteó discretamente, era el príncipe de los sayayins. Era más alto que lo que ella creía por la serie, de 1.68 o 1.70 cms., se quedó un rato mirándola, luego siguió a la cápsula de entrenamiento.
Ya cuando el niño estaba durmiendo volvió la madre.
— Gracias por cuidarlo, acá tienes — le entregó un iphone moderno — ¿Es cómo los que hay en tu universo?
— Sí, es precioso.
— Ya lo configure con tu número, además le puse el mío, supongo que es como los de última generación de tu planeta — le guiñó el ojo — revise el material que me trajiste, creo que tiene unas inscripciones, por favor vuelve a tomarlo con esta cámara, es de mejor calidad.
— Gracias ¿Podría ver a Vegeta entrenar? Quiero aprender sus técnicas.
— No creo que quiera ayudarte.
— No es necesario ni que él se dé cuenta, solo debo verlo.
— Si se trata solo de eso, ven — la llevó a un cuarto donde se veía en varios monitores al guerrero.
— Genial — Roxana movía sus ojos como si fueran fuego oscuro, brillaban.
— ¿Puedes verlo moverse? — preguntó Bulma, ya que ella no lograba ver más que algunos movimientos.
— Lo veo todo, mira — se movió un poco e hizo varios golpes, aunque lógicamente no tan rápido como el hombre — no sé porque, pero puedo repetir los golpes, nunca había tenido ninguna instrucción en artes marciales, y ahora con solo ver algunos movimientos puedo repetirlos, supongo que para eso vengo.
En eso llegó Milk, embarazada de Goten, acompañada de Gohan.
— Hola Bulma.
— Hola como están, les presento a Roxana, viene de otro universo.
— Un gusto — la morena recién llegada hizo una reverencia, al estilo oriental.
— Igual — la visitante trató de imitarla.
— Que les parece si almorzamos todos juntos.
Las mujeres aprovecharon de conversar, Bulma le contó del anime Dragon Ball y de las diferencias que había entre el anime y sus vidas, mientras el medio sayayin jugaba con Trunks.
— ¿Así que Goku te dejó cosas de valor? — preguntó Roxana, extrañada.
— Sí, me trajo oro, y gemas para que no nos faltará nada mientras él no estaba, invertí el dinero que me dieron por ellas, y he logrado tener una pequeña fortuna, no tanta como mi amiga aquí presente, pero me da para tener un buen pasar, vivo en el terreno que me regalo Bulma, así Gohan puede ir a una excelente escuela de esta ciudad — suspiró triste — igual echo de menos a mi Goku, obvio, pero por lo menos estoy tranquila al no tener que preocuparme del dinero.