Viviré en tus Sueños

Parte 8

— Sí sigues pasando es porque debes hacer algo más ¿Quieres seguir entrenando conmigo mientras averiguas qué es?  — le propuso Piccolo a Roxana.

Ella pensó que ya no podría seguir pasando a Dragon ball, creía que iba a ese otro mundo para deshacerse del peligro de Antonio, que por eso había encontrado el colgante. Pero si era así ¿Por qué volvió a pasar al morir ese tipo? Ahora que estaba frente al hombre verde, el dolor que tuvo al pensar que no podría volver a verlo, la hizo llorar.

— Yo no quiero dejar de venir, pero tampoco quiero seguir incomodándote, seguro tienes cosas más importantes que hacer que estar conmigo — el namek siempre era muy serio cuando entrenaban, tanto que la mujer llegó a pensó que no se sentía a gusto a su lado.

— Nunca me ha molestado estar a tu lado, me siento cómodo contigo.

— ¿De verdad no te importa seguirme entrenando?

— Para nada.

— Gracias, ahora más que nunca necesitaré mucha fuerza, tus técnicas de meditación me ayudarán mucho para mantenerme en calma — recordó la última conversación con su ex marido, la amenazó con no dejarla ver más a su hija.

— ¿Quieres contarme qué pasa?

— Bueno... — le relató toda su vida desde que se enamoró de su esposo, cuando descubrió que su hija tenía un retraso, que tenía miedo que no podría ayudarla, que muchos le dijeron que no serviría para cuidar a una hija con esa condición, como conoció a un tipo abusivo, Antonio, que la extorsionaba y por suerte para ella él murió — ahora tengo miedo porque quiero recomponer mi vida ¿Y si no puedo volver a tener a mi hija a mi lado? Ella debió ser lo primero para mí, siempre, pero me equivoque, no sé si ahora deba tratar de acercarme a ella, con mi madre y su padre está bien. Tal vez deba desaparecer de sus vidas para siempre.

— A veces uno toma malas decisiones, pero ahora que ya sabes que debes hacer, no dejes que nadie te aparte de tu meta.

— Gracias, tienes razón — por primera vez desde que la conoció, Roxana sonrió, al namek le encantó verla así — seguiré viniendo, y si es aquí entrenaremos ¿Te parece?

— Cuando quieras.

En su universo, la mujer, ya sin la presión del hombre que la extorsionaba, buscó un buen trabajo, era buena traductora, mecanógrafa y asistente, entró como ayudante de una secretaria en una gran empresa, pero por su compromiso con el trabajo, fue ascendiendo rápido, pudo al año empezar a pagar su casa propia, mientras hizo la petición al juzgado para tener la tuición de su hija, logró que la autorizarán a tener contacto con su hija, los exámenes de alcohol y drogas fueron siempre negativos, ya tenía una casa y trabajo estable, su ex marido no pudo seguir poniendo objeciones a que la niña pudiera ir a estar unas horas con su madre.

Cuando la pequeña Elizabeth tenía 6 años se le dio a los padres tuición compartido. Elías, el padre iba a tener a su primer hijo con su nueva esposa, que siempre criticaba que gastaban mucho en criar a esa "tarada", como le decía a la pequeña, y que su niño merecía tener una pieza para él, que si la niña se iba podrían tener la pieza que compartía con su abuela.

En el cumpleaños 7 de su hija, por fin la pequeña se fue a vivir con Roxana, por supuesto con su abuela María también, esa noche cuando se acostaron su hija quiso dormir con su madre, aprovechando que todas tenían un solo dormitorio, grande, donde la abuela tenía una cama para ella, y la madre y la hija tenían una de dos plazas para ambas, la niña se abrazó fuerte a su madre, así se durmieron, por eso ambas llegaron a Dragon Ball, la niña se admiró de todo, le encantó jugar con Goten y Trunks.

Ese día Piccolo sintió a Roxana en la Corporación Cápsula, cuando llegó ella estaba con Vegeta tratando de parar algunos de sus golpes, cerca estaban los niños jugando con una pequeña desconocida, era algo más grande que sus nuevos amiguitos, cuando termino la morena agradeció al Príncipe su tiempo, vio a su maestro y corrió a su lado.

— Hola Roxana.

— Hola ¿Cómo estás? Hija, él es quien me enseña artes marciales.

La niña lo vio y corrió a esconderse atrás de su madre, asustada.

— Mamá vayámonos, no quiero volver... — por poco se puso a llorar.

— ¿Pero qué te pasa mi amor?

— Tengo miedo del monstruo verde.

— Cariño, no digas eso, lo siento mucho — se disculpó con el namek, avergonzada.

— No te preocupes — Piccolo dio media vuelta y se fue al templo.

— ¿Por qué dijiste eso? Él es una buena persona.

— Me asustó mamá, no quiero volver si él está.

— Yo lo vengo a ver, por favor, entiende que lo quiero mucho, es una excelente persona.

Cuando volvió a su universo, Roxana se sentía muy mal por su amigo verde, fue él que más la ayudó siempre, además que desde que lo vio en televisión, cuando era niña, la mujer se había enamorado de él, por eso le dolió tanto la reacción de su hija al verlo. Aunque ahora ella estaba a su lado nunca le había dicho, ni se le había insinuado, quien querría estar con una perdedora como yo, se decía.

— Hija, si no quieres ir lo entenderé, pero yo seguiré visitando a todos mis amigos de allá.

— No vayas, ese monstruo te hará daño.

— Mi amor ¿Te acuerdas de la Bella y la Bestia?

— Sí — luego que lo pensó un poco — ¿Él es como la Bestia?

— Algo así, recuerda que nunca debes juzgar a nadie por como se ve. Si te parece te llevaré en una semana.

— No sé...

— Tranquila, si no quieres no irás más, solo quiero que estés tranquila.

Para ese momento sus saltos eran regulares, cada día de la Tierra era uno en Dragon Ball.

— Mamá quiero ir, pero... ¿De verdad no es malo el monstr... el hombre verde?

— Te lo juro hija, lo quiero mucho, se llama Piccolo.

Roxana le mostró a Elizabeth varios capítulos de Dragon Ball, de cuando ya el namek era amigo de los guerreros Z, así ella entendió que a pesar de cómo se veía no era malo, era un ser protector.



#32267 en Novela romántica

En el texto hay: miedo, esperanza, duelo

Editado: 14.09.2020

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