— No, para nada — se explicó Roxana — tenía miedo de no gustarle, mírame, tengo celulitis, estoy pasada de peso, soy muy bajita, ni por asomo me parezco a ustedes.
— Ay mujer, eres muy fuerte de espíritu, y si tienes que entrenar todo el tiempo que estás acá lo haces, eres muy responsable, eso es más importante para Piccolo que el físico ¿Quieres qué busque alguna forma para que puedas quedarte para siempre en nuestro mundo?
— No, gracias, en mi universo tengo a cargo a mi hija y mi madre, mi niña esta cada día mejor, pero debo estar allí para apoyarla. También está mi madre, me ayudó mucho. No puedo dejarlas a su suerte, es mi deber cuidarlas — en ese momento el colgante brilló, pero ninguna de ellas se dio cuenta.
Cuando calculó que era la hora de volver buscó a Piccolo.
— Debo irme, nos vemos — fue a besarlo en la mejilla por costumbre, pero él le tomó la cara y se lo dio en los labios.
— Espero que mañana puedas llegar directamente a la cascada — su mirada profunda la puso de nuevo acalorada — todavía tengo tu ropa allí, quiero entregártela, o tal vez me quede con más, ya veremos — sonrió maliciosamente.
— Nunca sé dónde llegaré, pero donde sea te buscaré, gracias por decir que somos novios, fue menos vergonzoso que la verdad.
— ¿Y quién dice que no eres mi novia?
— Pero ayer ninguno pidió... o dijo...
— Luego de lo que pasó, pensé que habías entendido que eres mi novia, a quien quiero a mi lado siempre.
— Te amo — dijo ella llorando de alegría.
Cuando él se quedó solo, Gohan se acercó a su maestro.
— Bien que se lo tenían guardado — dijo serio.
— No fue así, esto se dio solo ayer ¿Te importa? — se extrañó al verlo así.
— Solo que no pensé que un namek se pudiera enamorar de un humano.
— Nunca había pasado, pero eso no quiere decir que no puede ocurrir — su mirada se volvió por un microsegundo dulce, luego volvió a la seria de siempre — ¿Te molesta?
— No, solo que me parece muy repentina su decisión ¿Por qué no la trata un poco más y recién decide? Puede que como con ella, otra persona pueda enamorarlo.
— No pasará, sé que nunca podré sentir esto por nadie más, ya perdí muchos años que pude estar a su lado por no saber interpretar mis sentimientos ¿O acaso tú sentirías lo mismo por otra persona que no fuera tu novia, Videl?
— Tiene razón, cada uno ya tiene a su pareja, y debe seguir su camino — el joven se fue molesto.
Dos meses después cuando Roxana apareció en la cascada sin su niña, el namek notó que estaba extraña, triste.
— Hola Piccolo, te traje agua purificada, de la que te guste.
— ¿Le pasa algo a Elizabeth? ¿Está enferma que no vino?
— Ya no vendrá más — respondió angustiada la mujer.
— ¿Qué pasó? — se acercó y la abrazó al verla así.
— Ayer mi ex esposo, frente a ella, me pidió que volvería con él, su segundo matrimonio se terminó, por eso quiere intentarlo de nuevo conmigo.
El guerrero la miró serio, sabía que ella estaba conteniendo las ganas de llorar.
— Yo jamás volvería con él, aunque no estuvieras tú, a pesar que nunca me golpeó, siempre me decía que yo no servía para nada, que no le gustaba como cocinaba, todo lo que hacía estaba mal, y ahora, cuando conversó con mi niña le dijo que él era siempre muy amable conmigo y me ayudaba con todo en casa, que fui yo quien se quiso separar de él, todo es mentira, no reconoció que fue por decisión mutua.
— Entonces dile a ella eso.
— Pero...
— No comentas el error de ser la mala de la historia para que ella no se decepcione de su padre. Tu hija tiene la madurez suficiente para entender todo, no la sigas subestimando, tiene derecho a saber que pasó exactamente.
— Lo pensaré, gracias — Roxana se quitó un peso de encima, pensó por un momento no decirle nada a su novio, tenía miedo que la dejará para que volvieras con su ex esposo, ahora respiró más aliviada — nunca te dejaré Piccolo, te amo.
Al otro día tomó fuerza y decisión seguir el consejo de su amado, reunió a su hija y su ex esposo en su casa.
— Elías, debemos hablar, y quiero que Eli este presente.
— ¿Qué pasa? ¿Cambiaste de opinión? Será genial que volvamos a ser una familia, por Elita.
— Para cuidar de Elizabeth no necesitamos estar juntos — el hombre la miró decepcionado — quiero que conversemos que pasó exactamente para que nos separáramos, la niña escuchó tu versión, ahora me toca decir la mía.
Contó todo lo que él siempre le decía, que ella no era buena en nada, que cuando la niña nació con ese diagnóstico, Roxana no sabía si podría cuidarla, además se sintió culpable porque Elías le decía que tal vez ella hizo algo durante su embarazo, y por eso la bebé nació así. Con el tiempo la situación se hizo insostenible, así ambos decidieron separarse por mutuo acuerdo, que por todo lo que le dijeron ella sintió que no podría cuidarla, y por eso prefirió trabajar y pasar lo más que pudiera alejada de su niña.
— Tu abuela María fue quien se hizo cargo de ti, luego tuve la mala suerte de enamorarme de Antonio, y por eso tu padre te llevó con él. Pero como su nueva esposa no quería hacerse cargo de ti, mi madre te acompañó para seguir cuidándote.
La niña miró a ambos, no sabía a quién creerle, sentía que ambos le mentían.
— No quiero verlos más, déjanme en paz, son unos egoístas, solo piensan en ustedes — corrió a su habitación, allí estaba su abuela.
— ¿Qué pasa mijita?
— Guela María, no quiero ver a mamá ni a papá, me mintieron... — le contó lo que pasó — mamá solo piensa en ella, por eso no quiere volver con papá.
Se guardó que su madre pasaba a otro universo donde era la novia de Piccolo, una vez le contó a su mejor amiga ese secreto, la niña la trato de mentirosa, en ese momento se dio cuenta que los demás nunca le creerían. Elizabeth estaba muy molesta con Roxana porque por estar con ese ser no quería volver con su padre.