No tenía un poema preparado, pero sí muchas palabras.
Sé que nada podría ser suficiente como para agradecerte todo lo que has hecho por mí y por todo lo que hemos logrado juntos.
Este apartado está lleno de nuestras buenas experiencias a pesar de las peleas, roces e indiferencias. Hemos compartido tanto juntos, con bastantes cosas que nunca podremos contar porque es nuestro.
Desde pequeño me dijeron que no debía hacer otra cosa mas que cuidarte, enseñarte y protegerte. Me costó muchísimo porque no me sentía capaz de lograr tal cosa. Me odiaba por sentir que no podría con tal carga y me desquitaba contigo. Pero tú, a diferencia de mí, nunca te rindes, eres constante, eres decidido, eres dedicado y para frenarte, ni mil muros alrededor serían suficientes para contener la grandeza y la fuerza que habita en ti.
Te veo crecer, te veo madurar, te veo romper cada uno de tus límites, pero aún así, a veces llegas a ponerte altos tú solo por no sentirte seguro de tus decisiones. Con toda seguridad te puedo decir que no necesitas de nadie para tomar decisión alguna y ser mejor, porque, tú vas más allá de cualquier persona.
Tu capacidad de sentir empatía por el ser humano, es indescriptible porque deseas que todo sea justo, que todo se haga bien sin perjudicar a nadie. Pero esa empatía no se com-
para con la de los animales, a ellos los quieres más que a los de tu propia raza. Quisieras hacer todo por todos todo el tiempo, y eso no es lo mejor.
Lo mejor de todas tus virtudes es que lo harías todo sin recibir nada a cambio.
Hay algo muy cierto que dijo un hombre; un poco viejo, pero sabio. Que si un día estuvié- ramos muriendo de hambre y tú tuvieras una torta, me la darías porque serías feliz viéndo- me comer. Y hoy con seguridad te puedo decir que te mereces todas las tortas del mundo. Hoy te puedo decir que, te debo más de lo que tú a mí, y que me has enseñado más de lo que yo pude en todos tus años de vida. Por esta y por muchas razones más, somos una misma alma.