En el rincón más apartado de un antiguo manicomio, donde los años han dejado su huella en las paredes agrietadas y los pasillos parecen susurrar historias olvidadas, se encuentra una pequeña habitación que, para Sofía Thompson, se ha convertido en un refugio. Con solo doce años, Sofía es una niña como cualquier otra, salvo por el hecho de que su mundo se ha reducido a los límites de este lugar, donde el tiempo parece haberse detenido.
Cada día, Sofía se sienta frente a su psicólogo, un hombre de mediana edad con expresión serena, que la observa con una mezcla de interés y paciencia. Las sesiones son tranquilas, casi rutinarias, pero hay algo en la manera en que la niña se sienta en la silla, con las manos apoyadas en su regazo, que crea una atmósfera peculiar en la habitación. Las luces, siempre un poco tenues, parecen atenuarse aún más cuando ella comienza a hablar.
Sofía cuenta historias. No son historias extraordinarias ni particularmente llamativas, sino relatos que parecen surgir de la vasta imaginación de una niña que ha pasado demasiado tiempo entre las sombras de un manicomio. Sus cuentos están llenos de personajes que habitan en mundos lejanos, escenarios que oscilan entre lo familiar y lo extraño, y un sentido de melancolía que parece flotar en el aire mientras habla.
El psicólogo escucha, toma notas de vez en cuando, pero sobre todo permite que Sofía se exprese. En sus relatos, la niña parece encontrar una forma de conectarse con algo más allá de las paredes de este lugar. A veces, sus historias son breves y simples, pequeñas anécdotas de personajes que viven vidas sencillas. Otras veces, son más detalladas, con giros inesperados y finales que dejan una sensación de tristeza o inquietud.
Para Sofía, estas historias son su forma de darle sentido a un mundo que se le presenta confuso y distante. Son cuentos que, a pesar de su tono a veces sombrío, parecen ofrecerle una suerte de consuelo. El psicólogo, por su parte, entiende que en estas narraciones, Sofía está explorando su propio interior, dando forma a los miedos, deseos y dudas que no siempre puede expresar directamente.
Las historias que Sofía cuenta no son algo distintas a las que cualquier otra niña de su edad podría inventar. Lo que las hace especiales, en todo caso, es la manera en que las narra, con una voz calmada y una mirada que parece mirar más allá del presente, hacia lugares que solo ella puede ver. En esos momentos, la habitación parece contraerse, como si las paredes escucharan con la misma atención que el psicólogo.
"Voces en la Penumbra" es una serie de relatos contados por una niña que busca, en medio de la oscuridad, encontrar un sentido a la vida. Sofía no pretende revelar grandes verdades ni desafiar las percepciones del mundo. Solo cuenta cuentos, uno tras otro, dejando que cada historia sea un reflejo de los fragmentos más perturbados de su mente, de los rincones que explora cuando se sumerge en su imaginación.
En esas sesiones, donde el tiempo se estira y el silencio se llena de palabras, Sofía encuentra su voz. Porque, al final, eso es lo que son estas voces: un eco de las almas, resonando en la penumbra que la rodea.
Editado: 25.10.2024