Voces del Viento

Capítulo 4: Detención

La mente, la mente, la mente…

No podía dejar de pensar en las palabras de Heather enlazadas al recuerdo de su intimidante mirada.

La mente es muy poderosa, tan poderosa que ni los científicos pueden descifrar sus mayores secretos. No sabemos cómo influyen las circunstancias de la vida marcadas de forma indeleble o cuán determinantes son los factores genéticos que se manifiestan al pasar de los años (según yo). La mente nos afecta a todos de manera diferente, controla nuestra percepción del mundo y la forma en la que interactuamos con la realidad. Puede haber ocasiones en las que nuestra mente llega a engañarnos o tal vez no sea un engaño, sino solo algo que los otros no perciben y eso puede ser atemorizante, podemos llegar a notar, que dejamos de ser nosotros mismos, entrar en pánico, sentirnos perseguidos, acosados, vivir un infierno y es entonces cuando entran los psiquiatras con sus etiquetas, los diagnósticos de diferentes tipos de trastornos mentales. Ellos (los médicos) siempre estarán ahí (al igual que la enfermedad), activos o latentes.

Cuando “Nuestros Demonios” se apoderan de nosotros y descubrimos que hay algo que no todos saben, algo que nadie cree o que no piensan en ello; los demonios, viven dentro de nuestra cabeza, nos van debilitando poco a poco, muchas personas tienen lo que yo llamo “barreras mentales”.

Las barreras mentales pueden ser interpretadas desde diferentes ángulos, como “murallas” o “paredes”, esas paredes o barreras, no existen realmente, es algo que creamos para protegernos internamente y cuando nos debilitamos emocionalmente, ante la mínima debilidad… es cuando la mente ataca, se aprovecha y nos sigue debilitando, es cuando nuestros demonios se presentan. Nos joden mentalmente, nos hacen vulnerables ante todo. Es un largo proceso que va acabando con nosotros, hasta que toma completo control y nos destruye. Perdemos nuestra identidad, nuestras amistades, nuestro mundo.

Heather, dijo las mismas palabras que yo, hace un tiempo… yo sabía que algo pasaba con ella, digo, era obvio. Tal vez inconscientemente por eso me llamó la atención, porque pude sentir que algo pasaba con ella y… no lo sé, solo siento que tengo que ayudarla. Una parte de mi quiere alejarse, por miedo a fallar. Me aterra que ella llegue a confiar en mí, pero a la vez quiero que lo haga. Todo es tan contradictorio, es una guerra interior.

Observo a mis nuevos amigos conversar desde sus respectivos lugares y luego a la profesora que trata de hacer que se callen. Sonrío un poco cuando noto que Jesse tiene los labios pintados de azul y Ariana trata de pintarle los ojos. Estábamos en la clase de Arte todos juntos, creo que empiezo a sentir lástima por la profesora.

—Hey, te noto muy callado —me dice Matt en voz baja como para que solo yo lo escuche— ¿Todo bien?

—Sí, solo estaba pensando —le digo— ¿Sabes? Me da lástima la profesora —Matt ríe y asiente. Me quedo pensando unos segundos en que, él es muy gracioso, no es tan loco, como lo son Ariana y Jesse, si se puede comparar.

—Juro que, si no se callan y se ponen a pintar en sus lienzos, los mandaré a detención y saben que no me gusta hacer eso —Jesse y Ariana se miraron y empezaron a pintarse entre ellas.

—Como buenos amigos que somos, no dejaremos que se hundan solos —dejo de observar a esos dos, para responderle a Matt, pero antes de que pueda decir algo, un pincel golpea mi cara— Lo siento, es el estúpido código de amigos que inventó Ari —me río y hago lo mismo con Matt. Ahora tiene una gran mancha verde en la mitad del rostro.

—¡Bomba amarilla! —chilla Ari y nos llena de pintura, en efecto amarilla y acaba manchándonos por completo.

—Rayos, mi mamá se molestará —espero que eso no suene tan de nene pequeño.

—¡Ari! Eso no vale — grita Matt.

—Matt, el rubio te queda horrible —escucho decir a Jesse.

—Es todo. Ustedes cuatro, se van de mi clase —la pobre señorita O’Donell trata de no gritarnos. Los cuatro nos dirigimos a la puerta tratando de no reír— vaya lo siento por usted, Andrade —me dice la profesora.

—¿Qué puedo decir? profesora, amigos son amigos —me disculpo con la mirada y salgo por la puerta. Ella me sonríe, no está realmente enojada, después de todo. Solo está haciendo su trabajo.

Caminamos por los pasillos, “buscando” la sala de detención, en realidad solo estamos caminando por ahí para perder el tiempo. Probablemente nos vaya peor si nos encuentran rondando por los pasillos, pero ya me da igual, nunca he sido el mejor alumno, pero tampoco un chico problema o al menos no en la escuela.

—Matty ¿listo para ser castigado? —pregunta Ariana a su hermano.

—Sí y todo es tu culpa —le contesta con una sonrisa.

—Código de amigos —replica Ariana y Matt pasa su brazo por sus hombros.

—Te amo, idiota —Ari se ríe. Esta es una escena tierna, bastante.

—Ow, que tiernos —Jesse rueda los ojos.

Caminamos unos segundos en silencio y digo segundos, porque ni siquiera llego a ser un minuto. La tranquilidad se rompió cuando Matt le hizo una zancadilla a su hermana y luego esta lo pateó.

—Ya eres uno de nosotros, Leo —me habla Ari y puedo ver que lo dice con sinceridad.

—La idiota tiene razón, ya no te librarás de nosotros —comenta Jesse.




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