Voces del Viento

Capítulo 5: Abstractos

Viernes por fin, podré estar perdiéndome a mí mismo, pero… sigo siendo un adolescente que odia de forma infinita la escuela. En fin, escuela es escuela.

Ayer no vi a Heather, se me hizo raro, fui a buscarla en los lugares habituales y no estaba, en la cafetería tampoco. Me preocupé un poco, pero sé que está bien, no debe ser nada. ¡Oh! y los chicos quieren salir esta noche a celebrar que sobrevivieron la segunda semana de clases, desde la vuelta de vacaciones de verano. Excusas, solo quieren salir.

Travis y yo recibimos un sermón por haber tratado mal a la miserable de Hanna, yo moría por decir lo que sabíamos, pero no pude. No pudimos. En parte creo que está bien que no hayamos dicho nada, es mejor esperar al momento perfecto.

Claro, si eso cura tu llanto de nena ridícula.

Te dio miedo, acéptalo, cobarde.

Eres una jodida Barbie jejejejejeje

—¿Qué? ¿Por qué dijiste eso? —pregunto y Travis me mira interrogante— ¿Dijiste algo? —me mira y niega con la cabeza.

—Después de que me fui… ¿Hablaste con mamá sobre el psiquiatra? — pregunta con cautela.

Eres una jodida Barbie con una familia de idiotas jua-jua-jua, pero es que en la vida hasta puedes ser idiota, pero tus padres se pasan de la raya, nunca hacen nada bien o sea pasan de ser simples idiotas, a ser unos putos cretinos.

¿De verdad creen que un inepto psiquiatra te ayudará? Te lo he dicho una y otra vez, nada puede ayudarte.

Nada.

Nada.

Nada.

Jajaja.

¡¡¡Nada!!! Solo nos tienes a nosotros y nosotros somos tu mundo real, deja de resistirte.

Frunzo el ceño. No, no, no. Esto no puede estar pasando, no ahora. ¡Basta! Cállense, por favor, se los suplico.

—Uh… si, el lunes empezaré a ir —me levanto del sillón de la sala de estar— Tengo que… que ir por mis píldoras —le digo a mi hermano, para luego irme corriendo escaleras arriba.

No, no, no. ¿Por qué volvieron? ¿Por qué? Todo ha estado silencioso y tranquilo, hasta ahora ¡Maldita sea! Tengo que apagarlos otra vez. Pienso abatido.

Tu culpa. Idiota.

Jaja.

Nunca nos fuimos. Son los psicólogos los que se van, al círculo polar ártico, allí es donde los llevamos jejejeje.

Llego a mi baño y abro la gaveta donde están mis remedios. Doy un rápido chequeo y noto que mis ansiolíticos están completamente vacíos, solo me quedan antidepresivos y antipsicóticos. Con manos temblorosas, tomo el frasco de antipsicóticos y lo abro.

Yo no haría eso si fuera tú. No te atrevas a meter eso en tu sistema. Arrójalas a la basura, ¡Ya!

Hay que dejarse llevar por lo que a uno le inquieta.

—No, no lo haré —me animo a responder en voz alta.

¡Hazlo ya! ¡Hazlo ya! ¡Hazlo ya!

Tu padre va a meterte en un hueco hasta que digas me muero. Nosotros somos tu única posibilidad de vivir.

—¡Cállate! —medio grito-susurro. No quiero que alguien más me escuche.

Como si esas asquerosas pastillas pudieran hacernos desaparecer, tú mejor que nadie sabes que máximo llegan a distorsionarnos o a sacar demonios de tú mente, para defender este último parapeto de libertad.

Deberías dejar de ser tan idiota.

Estática shhshshshshshshshshs…

Fea la esquizofrenia de Superman, más fea la de Jesús jijijijiji.

Me quedo mirando el frasco que tengo en las manos con duda, pese a que sé que nada es cierto y debería ignorar todo lo que las voces me dicen. Me siento confuso. Muchas veces tienen razón, si estas pastillas me hicieran bien, no los estaría escuchando de nuevo, ¿o sí?

—Se supone que me hacen bien —titubeo y escucho como una voz ríe y murmulla.

Iluso, iluso, iluso.

Bótalas en la tiendita pumkie que vimos ayer.

Bótalas en el desagüe

Bótalas en la alcantarilla ///en el jugo de tu madre///

—Tienen razón —me volteo hasta quedar frente al inodoro, vacilo un momento antes de tirar el contenido del frasco.

Así es, por fin haces algo bien. Idiota.

Tíralas.

Jajaja.

Sofía …No la salvaste.

Tu culpa.

Qué huevada. Pero rico… jijiji

—Cállate, solo cállate —Golpeo el lavamanos con mis puños y escucho risas, risas que provienen de mi cabeza. Risas y sonidos extraños, como de estática, cada vez son más fuertes. Tengo que ignorar esto y seguir.

Salgo de mi habitación y bajo las gradas hasta llegar a la sala de estar, me encuentro con mi hermano y Hanna sentada a su lado. Travis está con la espalda tensa y los puños apretados. Ni bien me ve, se levanta con la mochila en el hombro izquierdo.




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